Revista Arte

Zaha Hadid. Biografía, Obras y Exposiciones

Por Alejandra De Argos @ArgosDe

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“Más que un estilo, lo mío es intentar estar siempre en la frontera de la innovación”.  Con esta claridad señalaba su lugar fronterizo la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid (1950-2016), figura clave para muchos en la evolución y experimentación de una arquitectura para pensar los nuevos espacios del siglo XXI. Hadid concibió su trabajo arquitectónico como una transformación de la visión del futuro, con nuevos conceptos y formas visionarios, y consiguió crear obras y diseños llenos de originalidad, fuerza y vanguardismo. 

El lenguaje arquitectónico de Hadid posee una indiscutible personalidad, un carácter propio casi siempre reconocible. En su expresividad vibra la conquista personal de una mujer arquitecta, inmigrante y de origen árabe, es decir, la brillante conquista de una voz propia en un ámbito profesional que nunca fue considerado apto para las mujeres. No es casualidad que haya sido la primera y hasta el momento única mujer galardonada con el prestigioso Premio Pritzker (2004), reconocimiento que ciertamente marcó un antes y un después en la carrera de esta arquitecta formada durante los años setenta en los ambientes del movimiento deconstructivista londinense de la Architectural Association y de la joven Office of Metropolitan Architecture en torno al círculo de Rem Koolhaas.  

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Hadid se independizó pronto, en 1980, abriendo en Londres un estudio de arquitectura con clara voluntad de experimentación. Y ya en 1982/83 cosechó su primer éxito con un proyecto de investigación futurista para el lujoso Peak Leisure Club de Hong Kong. En los tempranos dibujos de Hadid, poco o nada conocidos, observamos el diseño de una cartografía urbana de la vida moderna, una mirada casi geológica de la ciudad, estratificada, refractada, en la que ensaya ya nuevas técnicas de investigación, una mirada transgresora que quedó confirmada en la célebre exposición del MOMA de 1988, Deconstructivist Architecture. En ellla Hadid participó activamente junto con Gehry o Liebeskind, entre otros muchos nombres de aquel movimiento vanguardista. Ya por aquel entonces, Hadid compaginaba su trabajo de arquitecta y diseñadora con la docencia estable en la prestigiosa Harvard School of Design. Esta faceta resulta imprescindible para comprender, por un lado, su evolución formativa desde el diálogo de las tradiciones de la vanguardia y, por el otro, para completar su compleja personalidad artística e intelectual.

Los inicios de los noventa ratifican la primera materialización de su línea de investigación. El cuartel de bomberos de la fábrica Vitra en Weil am Rhein (Alemania), de 1994, revela una concepción espacial caracterizada por el uso de volúmenes livianos, de formas puntiagudas, prismáticas y angulosas, pero también de juegos de luz y, de manera ciertamente anticipadora, de una voluntad de integración del edificio con el paisaje. Por otro lado, la búsqueda de una visión estética que abarcase todos los campos del diseño, desde la escala exterior a los interiores y muebles, quedó confirmada en la temprana concepción del Bar Moon Soon en Sapporo (Japón), de 1990. En esta nueva creación, Hadid ofrecía una interpretación de un espacio descentrado inspirado en los talladores de hielo tradicionales de aquella ciudad japonesa.

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Vitra Campus

Frente a los ángulos agudos con los que insistentemente jugaba en aquellas primeras obras, en sus posteriores proyectos fue haciendo cada vez un mayor uso de la curva, la sinuosidad, las espirales, líneas y espacios fluidos. La estructura se convertía ahora en una forma de paisaje, confirmando así que el “caos controlado” de inspiración deconstructivista podía materializarse en la práctica. Desde la segunda mitad de la década de los noventa, el estilo de Hadid fue evolucionando desde una dimensión plana hasta otra mucho más volumétrica y espacial. Así, por ejemplo, aparece en el Centro de Arte Contemporáneo Lois & Richard Rosenthal de Cincinnati (Ohio, EE.UU.), iniciado en 1997 e inaugurado en 2003. En esta ambiciosa obra -la primera que realizaba en territorio norteamericano-, podía apreciarse perfectamente la búsqueda de nuevos modelos integradores del diseño urbanístico, tanto de interiores como de exteriores. De hecho, en su interior, el hall de entrada y las circulaciones estaban organizados como una “alfombra urbana”, conformando una superficie continua entre la calle exterior y la pared interior. Comenzando en la esquina donde se ubicaba el edificio, la superficie se curvaba hacia arriba y adentro, elevándose hasta convertirse en el muro posterior. 

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Centro de Arte Contemporáneo Lois & Richard Rosenthal de Cincinnati

La evolución de esta rompedora concepción museística pudo comprobarse, de hecho, con el Museo Nacional de Arte del Siglo XXI en Roma (MAXXI). En aquel edificio, inspirado en el serpenteo de las aguas del río Tíber, subyacía la idea de un campus urbano abierto que es sobrepasado por los espacios interiores y que, a su vez, se amplían para poder incluir o integrar la ciudad entera. La complejidad de las formas, su contorno sinuoso y la variación y superposición de las dimensiones determinan así un conjunto espacial complejo y una estructura siempre funcional. Las paredes curvas que acaparan la atención de quienes lo visitan no solo son usadas para ser expuestas en el interior, sino también en el exterior, con murales, proyecciones o instalaciones.

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Museo Nacional de Arte del Siglo XXI en Roma (MAXXI)

Sea como fuere, desde el inicio del nuevo milenio, las propuestas fuertes de Hadid confirmaron una y otra vez su máxima de “romper los límites de la arquitectura”, es decir, de convertir los edificios en paisaje y repensar los límites físicos y formales de las construcciones. Así, por ejemplo, la Opera House de Guangzhou (China) es probablemente una de sus obras más espectaculares en términos de dimensiones y monumentalidad. Sin embargo, su tamaño no repercute, ni en el movimiento y el diálogo fluidos que se establece entre los cuatro grandes módulos independientes que lo conforman, ni en su apertura, como centro neurálgico cultural, hacia los demás espacios urbanos de la rica ciudad china. 

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 Opera House de Guangzhou

Desde luego, la relación entre el edificio y la ciudad es una constante en su obra. El caso paradigmático del Pabellón Puente construido para la Expo de Zaragoza de 2008 -una de las obras más representativas de su carrera-, aúna el virtuosismo técnico de una complicadísima obra de ingeniería con la funcionalidad, el contenido y el diseño interiores de un espacio de reflexión colectiva sobre el agua y el desarrollo sostenible. El hecho de que el diálogo sobre el agua se realice sobre un río tan simbólico como el Ebro no sólo acentúa el carácter desafiante del reto global, sino que permite identificar también el corazón y la puerta de entrada de la ciudad que lo invita a pensar “desde dentro”.

En un mundo estructurado de formas, las propuestas de Hadid rompen con lo común, lo habitual, lo lineal. Su estilo domina a la perfección las formas no rectilíneas, sobre todo las formas tridimensionales. Lo podemos observar en el trazado sinuoso y elegante del Heydar Aliyev Center en Baku, fluidez geométrica en lo exterior que tiene su correspondencia tanto en la sala de conciertos como en el hall interior. Por otro lado, como se aprecia en el London Aquatics Centre, inaugurado en 2011 para los JJ.OO., su estilo ha terminado despojándose de decoraciones tradicionales, privilegiando el hormigón como posibilitador de texturas –la forma de la ola del mar– que sirvan, por otro lado, como una forma de ornamentación.

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Heydar Aliyev Center en Baku

El inesperado fallecimiento a los 65 años de Zaha Hadid ha dejado un vacío irremplazable en la todavía joven historia de la arquitectura del siglo XXI. Su triple faceta como arquitecta, diseñadora y profesora integraba cualidades técnicas, artísticas e intelectuales de inestimable valor. Todo ello le ha forjado una reputación internacional que va mucho más allá de los numerosos y justificados reconocimientos públicos y mediáticos que recibió en vida. Ni las habituales críticas ni los precipitados juicios sumarísimos, productos de las modas de la época, permiten decir todavía si su poderosa contribución y su fuerte personalidad arquitectónica sobrevivirán a la historia. Sólo el diálogo de las siguientes generaciones ratificará el lugar de este innegable icono femenino de la arquitectura. Como en su escultura en forma de pétalo titulada “Kloris”, la obra de Hadid refleja la apertura ambigua de la forma hacia nuevas posibilidades más orgánicas de representar la racionalidad arquitectónica Por tanto, su propuesta seguirá abierta en la medida en que esa apertura se interprete como una necesidad de repensar, como desafío constante, los espacios y paisajes del futuro.

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