Zapata y sus espías

Emiliano Zapata Salazar.

Hace 97 años fue traicionado y acribillado en la Hacienda de Chinameca, Morelos, Emiliano Zapata Salazar, el Caudillo del Sur.

Sabido es que este gran luchador agrarista de México fue arriero en su juventud, es decir, se dedicaba al transporte de mercancías en recuas de mulas o burros. Lo que poco se sabe es que ya como combatiente, y habiendo conocido bien los caminos del Sur, se apoyó en sus antiguos compañeros arrieros para hacer la Revolución.

En su novela histórica Tierra (1932) el escritor veracruzano Gregorio López y Fuentes dice que el coronel Eusebio Jáuregui, al ser capturado por los carrancistas, enemigos de Zapata, éstos lo reconocieron como espía del zapatismo y hábilmente lo utilizaron para armar el complot que acabó con el asesinato del jefe guerrillero.

Lo curioso es que los arrieros, quienes tan bien le habían servido al caudillo en su ascenso como revolucionario, finalmente, sin proponérselo siquiera, sólo como mensajeros contribuyeron a su ruina.

Resulta que Jáuregui, como prisionero del traidor Jesús Guajardo, fue objeto de especiales consideraciones por parte de éste, hasta hacerle sentir que estaba dispuesto a pasarse al zapatismo, lo que aprovechó Jáuregui para enviar mensajes a su jefe Zapata, a través de conocidos arrieros, sobre la posibilidad de conseguir la adhesión del jefe carrancista.

La respuesta no se hizo esperar, dice López y Fuentes: “Otro arriero, arriando tres burros cargados, trajo, dentro de un bulto de carne seca, una carta para Guajardo y otro papel con instrucciones para Jáuregui (de parte de Zapata). El mismo arriero se llevó la respuesta”.

Hubo un intercambio de comunicaciones, donde Guajardo se ganó la confianza del jefe zapatista, y lo demás es historia: se concretó la cita fatal en la Hacienda de Chinameca, Morelos, donde el Caudillo del Sur fue traicionado y acribillado el 10 de abril de 1919.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por la revista México Rural en su edición de abril de 2016.