Polidas chamineras fotografía una parte del Casco Viejo de Zaragoza.
Hola caminantes universales. Hoy nos detenemos en la ciudad de Zaragoza y, más concretamente, en la zona del Convento de San Agustín y alrededores, en el Casco Viejo. Un pequeño homenaje a Benito Pérez Galdós y a Los Sitios de Zaragoza.
La ciudad de Zaragoza soportó dos asedios de las tropas napoleónicas entre 1808 y 1809. Tras el fracaso del primero, los franceses volvieron a la carga. El segundo asedio comenzó el 21 de diciembre de 1808, y concluyó con la capitulación de la ciudad el 21 de febrero de 1809. Detrás, una ciudad destrozada, muchos muertos. Una de las batallas más emblemáticas tuvo lugar, precisamente, en el Convento de San Agustín. Fundado por los agustinos en el siglo XIII, tras la desamortización de Mendizábal tuvo diversos usos militares.
Las tropas napoleónicas atacaron por varios frentes. Uno de los reductos que más aguantaron la defensa de la ciudad, por el este, fue el citado convento, ahora remodelado, erigido de nuevo en buena parte. Cómo dice Galdós en (Episodio Nacional nº6, pg. 72), entre el río Huerva y El Coso, el arrabal de Las Tenerías "se extiende al oriente de la ciudad [...] la planta general de este barrio es aproximadamente un segmento de círculo [...] Corrían varias calles [...] enlazaban sin plan ni concierto ni simetría alguna, estrechas vías, como la calle de la Diezma, Barrio Verde, de los Clavos y de Pabostre [...] Los escombros originados por el primer sitio sirvieron para alzar baterías y barricadas en los puntos en donde las casas no ofrecían defensa natural." Y estas son ahora, algunas de ellas (ver fotografías).
Las murallas de la ciudad, por el este, sufrieron intensos bombardeos hasta que los franceses abrieron los pasos hacia el interior. El Convento fue decisivo. Los franceses tomaban cada parte con mucho esfuerzo y tiempo: altar mayor, camarín de la Virgen, sacristía, claustro bajo, etc. Unos cuantos defensores de la ciudad se hicieron fuertes en su torre. Galdós los narra así (pg. 128, 131): "[...] en la torre se habían situado y pertrechado siete u ocho paisanos con víveres y munición para hostigar al enemigo [...] los franceses empezaban a emplear la mina para conquistar lo que por ningún otro medio podía arrancarse de las manos aragonesas. Abrieron galerías, cargaron los hornillos y los hombres cruzándose de brazos, esperando que la pólvora lo hiciera todo." Y así acabaron con buena parte de la ciudad. El primer asedio les enseñó que, casa por casa, perdían muchos soldados. En el segundo, utilizaron medios más efectivos y destructivos.
Hoy la ciudad, donde no existen viviendas, amortiza el espacio para uso ciudadano. Bajo el lema "Esto no es un solar", los espacios abiertos y numerados son el disfrute de todos. Los grafiteros ponen el decorado. Los zaragozanos juegan al parchís gigante, al baloncesto o, simplemente, tiran unas cuantas fotografías, como alguien que yo me sé.
Para entender lo que sucedió a comienzos del siglo XIX en Zaragoza es imprescindible leer a Galdós. Bueno, lo es para todo el siglo en cuanto a la Historia de España. Para que ampliéis información, os dejo el enlace de Turismo de Zaragoza. Hasta otra nueva entrada aquí, en el blog Polidas chamineras.