Estando en el Iglú la compañía completa se instaló para tomar un descanso mientras se escuchaba a lo lejos el cañoneo de nuestras tropas con las del ejército ruso. Como de costumbre, Porta se acomodó en el mejor de los sitios. La mayoría de nosotros saco nerviosamente un cigarro mientras escuchábamos las distintas proezas que cada soldado contaba acerca de las damas que había conquistado. Yo los escuchaba sin realmente poner atención a lo que decían, de pronto Hermanito se dirigió a mí y preguntó - ¿Y tu Campesino tienes alguna damisela que te espera en casa?
Súbitamente, los ojos de todos los que se encontraban allí se clavaron en mí esperando a conocer mi respuesta, si yo mentía se darían de inmediato cuenta, aunque a decir verdad todos allí sonábamos falsos o contábamos las historias escuchadas a algún otro soldado, reciclando relatos.
- Zelma, se llama Zelma - respondí con aire entrecortado - es una chica especial, sin mayor historia de hombres
- Vaya, tenemos una virtuosa - dijo Heidi con tono irónico
- Como dije: "es especial"
- ¿Especial? ¿Cómo va eso? Explícate.
- Tenía unos 16 años la nena cuando con sus amigos comenzaron a fumar pitillos de cierta hierba, sus padres también lo habían hecho, todo el mundo lo hacía, así que ella no vio nada malo en ello. De la hierba salto al LSD y de allí a las famosas pepas de ayahuasca. Tanta sustancia recreativa terminó alterándole la química cerebral. Un día comenzó a portarse raro, sus padres apenas acertaron a pensar que serían cosas de adolescencia, en esos días Zelma comenzó a decirles cosas absurdas, como que ella era la Diosa Zaida que había logrado escapar de Mimas, todo su comportamiento era absolutamente extraño y bizarro, sus padres en ese momento pensaron que estaba poseída. Zaida era la manifestación salvaje de sus impulsos más oscuros y descontrolados, una fuerza que amenazaba con consumirla por completo. Como nunca antes habían visto u oído alguien con un trastorno mental, creyeron cualquier cosa menos llevarla ante un profesional competente. Finalmente, la madre de Zelma desesperada, decidió llamar al Pastor Luterano del pueblo. Zelma termino en una unidad mental, en el manicomio los matasanos experimentaron con ella cientos de tratamientos tan alucinantes como la pesadilla de un desquiciado: pinchazos de agujas, sangrados de sanguijuelas, electrochoques, baños de agua fria, 100 lecturas diarias de la carta de Pablo a los Hebreos y otras linduras, por fin le informaron a la familia que Zelma tenía "síntomas" de un desorden bi-polar, 7 de ellos para ser exactos. Del hospital salió más calmada, ya no era Zaida, sino había vuelto a ser Zelma, aunque ahora parecía un robot. El psiquiatra (que también era un prior calvinista) les dijo que era por la medicación, que en 6 meses ya estaría como nueva. Pues si, paso el tiempo y Zelma volvió a ser Zelma, mi Zelma, la Zelma con afición a la ayahuasca, sin embargo, se fue en ese tiempo "al otro lado", Zelma ya no quería levantarse de la cama, no estudiaba, no se concentraba, hacía meses que no se tomaba la medicación, ya que Zelma jamás acepto tener desorden alguno. Sus enemigos y bestias negras eran la gente del hospital, los cuales consideraba incompetentes. No aceptaba que había algo "mal" en ella, deseaba volver a ser maniaca porque consideraba que ese era su verdadero ser, sentía que era como tener superpoderes. Odiaba la depresión. Era un maldito hueco negro del cual no se puede salir. La familia estaba destrozada, ya no tenían una hija sino un ser dividido en tres grotescas partes: La maniaca, la robot-normal, la depresiva. Su madre odia en especial a la Maniaca, porque en cierta forma podía controlar a las otras dos Zelmas. Y lo que más odiaba de la Maniaca era la risa, que era la risa de Zaida, el monstruo, no era la risa de su hija. Exactamente, al año siguiente del primer episodio de manía, la madre escucho de nuevo ese malévolo sonido que era aún peor que la carcajada de una hiena. Sin embargo, esta vez estaban mejor preparados, ya sabían que la había golpeado la manía, sin perder tiempo la enviaron de nuevo a la casa de reposo del Calvinista. Creo esos ciclos de personalidades se repitieron 10 veces más. Hasta que Zelma por fin acepto que era bi-polar (aunque ella me aseguraba que era simplemente unipolar). Mi chica es consciente de que Zaida acecha en las sombras, esperando el momento oportuno para volver a emerger y reclamar su dominio sobre ella.
- No es una historia bonita - masculló Porta - casi que nos das un recuento médico de cualquiera que se la fuma verde
- Hoy se cumple un aniversario más de la primera manía - respondí bajando los ojos, ocultando mi mirada de los demás
- ¡Por Zelma y Zaida! - gritó de repente Hermanito, mientras hacía señal de brindis a todo el pelotón
- ¡Por Zelma y Zaida! Contestaron al unísono todos los demás soldados mientras empujaban sin vacilar su ración de Schnapps.
Mi cabeza iba en todas direcciones, pues con el brindis caí en cuenta que apenas volviera yo del frente, no sabría quién me recibiria, total no sé quien sea Zelma, ni sé quien es Zaida. El relato se lo escuché a un Gefreiter ebrio que había muerto algunas semanas antes de que nos enviaran al frente ruso.
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Zaida y Yo, Agradecemos a Sven Hassel que nos presto a sus personajes para hacer este relato
CONCURSO DE RELATOS 40ª Ed. EL VIZCONDE DEMEDIADO de Italo Calvino