Toni Boix: Aunque no me gusta caer en la cursilería, uno de tus personajes en La enfermedad del sueño aboga irónicamente y en un momento sublime de este cómic tuyo por un amor sordo, ciego y mudo, de espaldas a una realidad terrible que parece “cocerse” a las puertas de su casa. ¿Cómo entiendes el amor y el rol del individuo y de su pequeño núcleo de íntimos ante una sociedad sujeta a corrupción?
José María Beroy: Si hablamos de individuos… Yo soy de los que piensan que el individuo es el auténtico motor del avance de la humanidad. Quien inventa y crea es el individuo, no la masa. Y son las sociedades que no consideran a sus integrantes como individuos donde el fascismo y el comunismo germinaron.
Lo que yo pretendía poner de manifiesto a través de la metáfora de la historia de la chica demasiado curiosa es la manera en que podemos convivir, suspendiendo nuestro sentido crítico por necesidad o por comodidad, con situaciones aberrantes ya sea en política como en la vida normal. La misma actitud que tenían los habitantes de los pueblos cercanos a los hornos crematorios nazis, por ejemplo.
No estaba pensando en la corrupción en aquel momento, tenía un ejemplo más cercano: por aquel entonces supe de la historia de un niño maltratado que lloraba en el patio de luces de su casa y pedía auxilio. Todos en la escalera sabían lo que pasaba pero nadie hizo nada por él. Aunque la historia no terminó en una irreversible desgracia, es del tipo de cosas que te hacen pensar.
(Grandísima entrevista a Beroy en Zona Negativa. De obligada lectura. La página es de la historia corta "Signos" incluída en La enfermedad del sueño)