“Te diré algo amigo, no será aquello tan cutre de “hay más peces en el mar”, tampoco te diré “si la quieres, suéltala” no, no pienso bombardearte con clichés. Sólo te diré lo siguiente: No es el fin del mundo.”
Los zombies son uno de los terrores primigenios de la humanidad. El miedo a ser enterrado vivo, o mejor aún, el miedo a que entierres a alguien que logre escapar y esté bastante mosqueado y hambriento forma parte de las historias y películas de terror desde que el mundo es mundo. Pero con los últimos años ni siquiera los muertos vivientes son lo que eran, porque han dejado de dar miedo y convertirse en seres cómicos, tristes y un poco deprimentes que pueblan las pantallas en títulos como el que nos ocupa hoy. Y es que Zombies Party, (Shaun of the Dead) es mucho más que película sobre muertos vivientes. Es una comedia romántica… con zombies.
Desde el principio, Simon Pegg y Edgard Wright tenían claro que no podía conseguir lo que George A. Romero había logrado para el género de los zombies, ni tampoco podían jugar con el humor negro de Sam Raimi o Peter Jackson, de modo que buscaron su propio estilo. Y de pronto nos encontramos en una película llena de referencias que destila aroma europeo y que nos proporciona un buen rato de diversión y entretenimiento, porque sabe ser original a la hora de centrarse en los que están vivos y no en los muertos.
De hecho, el argumento es el siguiente: Shaun es un empleado de una tienda de electrodomésticos que un día decide que tiene que dar un vuelco a su vida, por ello se propone dejar de fumar, recuperar a su novia y mejorar las relaciones con su madre, sin embargo al día siguiente una plaga de zombies hambrientos irrumpe en el mundo, haciendo aún más difícil de cumplir sus propósitos.
La película es sencilla y barata, por lo que no esperéis alardes visuales ni nada por el estilo. Sabe jugar con los medios de los que dispone para usar no sólo la comedia más suave o la más bizarra, sino también los momentos emotivos con la madre del protagonista. Es algo que en muchísimos otros sitios queda fatal, pero Pegg y Wright saben cómo unirlo para que no resulte forzado o estúpido. Podemos verles llorando y tomando decisiones extremas mientras lanzan LPs contra los muertos vivientes y metiendo el indispensable elemento “gore” que no puede faltar en estas películas.
En muy pocos años han conseguido que el lanzamiento de discos de vinilo se convierta en una imagen icónica, y explotan el hecho de los protagonistas se sientan incómodos al pronunciar la palabra “Zombie”. Hace tiempo Kuchikisan y yo llegamos hicimos un repaso por algunas películas del género y comprobamos que no suelen decir esa palabra. Nunca. De ahí que tengas a Shaun pidiendo que por favor, “no digas esa palabra, es patética, horrible, no me gusta”, casi como un chiste recurrente a lo largo del metraje. Son buenísimos sus planos secuencia donde los vemos ir a comprar el periódico adormilados sin que se den cuenta de lo que ocurre (con un genial momento resbaladizo).
Siento no poder decir mucho más de esta película, pero es que es tan simple que os recomiendo que la veáis sin más pretensiones. Hay un momento en el que dicen que el encargado de la sección de electrodomésticos, Ash, está un poco ocupado, así que tendremos que confiar en que sea Shaun, armado con un vinilo de Queen, quien salve el mundo.
¿Qué pasa, David, nunca has cogido un atajo?
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