Revista Cultura y Ocio

Zorro, comienza la leyenda

Publicado el 04 abril 2010 por Robertobarreiro
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Autor: Isabel Allende
Editorial: Sudamericana, 2005

La primera pregunta que uno se hace es ¿Por qué los encargados de cuidar un personaje aventurero como el Zorro le dieron el encargo de escribir este libro a una escritora de novelas para el publico femenino? En una primera mirada, suena tan extraño como Agatha Christie escribiendo un relato de Conan.
Pero, si reflexionamos un poco, la elección no es descabellada. Y eso es porque el Zorro es uno de los héroes de aventura más "female friendly" que hay. Al menos la imagen que todos tenemos de él, delimitada a partir de la versión cinematográficam uda de Douglas Fairbanks (no sabría decir ocmo era la version novelada originalmente por Johnston McCulley, porque no la he leído) es la de un héroe para el que la habilidad, la gracia y la astucia son más importantes que la fuerza bruta y la obsesión. El Zorro, a diferencia de otros héroes de la noche con doble persnalidad (batman es el mejor ejemplo), siempre pelea con una sonrisa en los labios y parece dispuesto antes que nada a rescatar a la damisela en peligro. Y eso sin hablar de su alter ego, Diego de la Vega, un tipo que parece conectado con su lado femenino deu na manera casi sospechosa de su virilidad. No por nada existe una película como Zorro, the Gay Blade,. Con un protagonista que defnitivamente es una "loca".
Teniendo en cuenta esto, la elección de Isabel Allende para contar la historia de cómo Diego de la Vega se convirtió en el Zorro suena como una buena idea para remozar al personaje, que necesitaba de un nuevo público, ese que lee novelas románticas como las de Barbara Wood, Nora Roberts o la propia Allende.
Pero pasemos a la novela en sí. Como dijimos, es una precuela que cuenta los orígenes del personaje. Lo primero a rescatar es el trabajo de ambientación histórica: Allende es rigurosa con sus fechas, lugares y detalles, evitando las barrabasadas históricas que muchos autores (en particular los norteamericanos) hacen cuando hablan de historia que ocurre fuera de Estados Unidos.
Sobre este manto histórico, Allende teje un relato iniciático estructuralmente simple que se deja leer agradable y fácilmente, actualizando de paso la leyenda. Convierte a Diego en mestizo, con lo que explica su relación de amistad profunda con su sirviente Bernardo (descrito correctamente como indio, igual que en los relatos originales, no como en la serie de Disney que todos vimos de pequeños). Igualmente reconozco que me cansa un poco la visión de los indígenas-como-conocedores-de-valores-espirituales-profundos que asume en la novela Allende. Pero bueno, es el nuevo estereotipo de los indígenas americanos (y un estereotipo mejor que el del salvaje-ignorante-necesitado-del-control-blanco que existía anteriormente).
También entiendo en este contexto (la necesidad de modernizar al personaje para un nuevo público) que tenga una narradora mujer que se vale por si misma de una manera bastante poco histórica. Este otro yo de la autora (¡Se llama Isabel, por Dios! ¿Hay que ser mas obvio?) se convierte poco a poco en una ayudante del héroe tan importante como el propio Bernardo, agregando un personaje más a la mitología del personaje. Si este nuevo personaje se convertirá de manera permanente en parte de la leyenda del Zorro o quedará como una nota al pie de página, dependerá de factores más allá de la novela.
En el balance final, la novela es un buen intento para remozar a un viejo personaje. Se deja leer bien y cumple con el objetivo de buscar un nuevo público. Sin entretenerme tanto como la mayoría de las novelas de El Coyote, este Zorro soporta tranquilamente una lectura.


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