La revolución industrial cambió el mundo del pasado sin que de ello nos quepa duda. El mundo que surge a raíz de sus principios es totalmente diferente al anterior. Se crea una entidad de progreso, se concibe el mundo como concepto en su totalidad por vez primera. Pero había que alimentar todo esto.De manera pareja al surgimiento de máquinas y nuevos inventos surge también la necesidad de alimentarlas, de dotarlas de impulso mecánico. Algunos países como Estados Unidos, se lanzará de lleno a la caza de ballenas, cuyo rico aceite aun hace funcionar algunas máquinas de la NASA. Inglaterra comenzó a explotar el carbón de coque y la deforestación provocada por el carbón vegetal se dejó sentir en todo el mundo.
Pero pronto la tecnología tendería sus propios lazos se autosuficiencia. La revolución en los transportes facilitó la expansión del ser humano, de manera masiva, por continentes como África o Asia. Y más rápido aun empezó a ser más barato ocupar esos territorios de manera hegemónica para extraer sus riquezas naturales con mano de obra barata y transportes rápidos.
Lo que antes eran lejanías exóticas ahora se ven como unidades de producción, y las potencias se lanzan de manera agresiva y brutal por el control de los mismos, amparada por una facilidad más dada por la Revolución Industrial, la producción en masa de armamento.
No siginifica esto que antes de que llegase el proceso colonialista, el mundo fuera un remanso de paz y satisfacciones. Lejos de esa realidad, eran cruentas las guerras que se daban entre algunos territorios, pero la introducción de una potencia extranjera en territorio propio, daba pie a una lucha aun mayor. Algunos de estas poblaciones no iban a tolerar semejante control, y provocarían una oleada de hierro y fuego.
El rey Shaka de la confederación tribal de los zulúes, llama a la guerra a sus súbditos ante la amenaza británica. Si las naciones invasoras venían abaladas por la innovación Shaka también se permitió un avance: cambió el método antiguo y ritualizado de la guerra por un sistema atroz, l oque permitió a sus sucesores enfrentarse a los extranjeros. Sus soldados, formaban columnas, armados con escudo garrote y el assegai, una lanza de hoja ancha. Los británicos ya dominaban por aquel entonces la ametralladora.
La ametralladora es uno de los factores más importantes en el contexto bélico de la segunda mitad del XIX. Fue inventada por Richard Gatling, un iluso pacifista que pensó que su creación haría que las naciones se lo pensaran dos veces antes de lanzarse a un conflicto. Nada más lejos de la realidad. En la época de las guerras zulúes la ametralladora constaba de un solo tubo que utilizaban el retroceso del cañón, para cargarlo de gases que entrasen en posterior combustión, es decir, fuego continuo sin necesidad de girar la antigua manivela.
Los zulúes se hallaban en amplia desventaja pero Shaka no era ningún necio. En 1816 había iniciado una guerra contra Zwide, asesino del rey anterior Dingiswayo. Shaka derrotó a su enemigo, utilizando continuas retiradas y la táctica de la tierra quemada.En 1821 ya había conquistado todo Natal y en 1824 gobernaba a medio millón de personas. La paz tampoco llegaría en ese momento, desde 1820 habían empezado a instalarse dentro de las fronteras del reino zulú inmigrantes holandeses. Shaka comenzó a organizar a su gente como una unidad de muerte, guerreros sanguinarios y letales que fueran capaces de luchar en un territorio bien conocido contra enemigos armados con pólvora. Y así lo consiguieron.
Casi 40 años después de la muerte de Shaka, la primera amenaza imperialista con consistencia se presentó ante sus puertas. En 1870 los británicos decidieron aglutinar una confederación en Sudáfrica. Lord Chelmsford una vez rechazado el ultimátum dado a los zulúes para desalojar el territorio comandó una expedición de conquista a Zululandia. En la batalla de Isandhlwana masacraron a los ingleses que habían dividido sus fuerzas. Cuando Chelmsford llegó a Isandhlwana y vio lo sucedido aun se vislumbraba el combate que mantenían 140 de sus hombres en Rorke´s Drift, hombres heridos de la retaguardia. Horas de lucha habían reducido su territorio a solo 150 metros.
Los soldados solo se salvaron por la retirada zulú al alba, sin embargo la corona aprendió una dura lección.