Revista Opinión

-- ¡Ordenador nuevo!

Publicado el 23 octubre 2012 por Jesustadeosila
   Total, que nos largamos para el Alcampo, que nos coge cerca y que los tiene de oferta.    Y, además, que es de los pocos sitios donde todavía sacar nuestra tarjeta del bolso no hace a las cajeras tirarse al suelo debajo de la silla con las manos en la cabeza y gritando desquiciadas, como si fuéramos a cogerlas de rehén.    En los folletos publicitarios, lo ponía claro: Ordenador a 399 euros. -- ¡Éste es el nuestro! -le solté a mi santa esposa.    Y con todos sus detalles, eh: su Ram, su disco duro (supongo que esto es como los turrones y habrá quien los prefiera blandos), su pantallita y hasta sus bisagras para abrir el teclado. Una monada por ni siquiera 400 euros. La bicoca del siglo, señor. -- ¿Cogemos un carro? -le pregunté a la santa, yendo por las escaleras automáticas. -- ¿Tú crees? -me respondió ella, parpadeando indecisa. -- Mujer -le dije, desplegando el folleto de nuevo y calándome las gafas en la punta de la nariz-: son 500 Gigas. Y un disco duro, o sea ponle dos kilos más. Que eso debe pesar, digo yo. Y la pantalla y lo mismo hasta un ratón. ¡Y ocho Ram, cielo! -- ¡Ocho! -- Ocho, ocho... Aquí lo pone.  ¡Coge dos carros, anda!
   ¡Después te dan dos bolsas y no cabe nada, lo sabrá ella!    ¡Era precioso!
  Entrando, a mano izquierda, allá que estaba. Abierto. Con un gran cartelón que decía: "OFERTA, 399 €". Y con su pantalla llena de pulgadas y su teclado llenito de teclas. -- Este es... -murmuré. -- Este es... -murmuró ella.    Y nos miramos y nos cogimos de la mano, pensando interiormente que la vida todavía nos guarda sorpresas que nunca podremos ser capaces de  imaginar, por mucho que el amor... -- Es bonito -pude decir, mirando hacia otro lado, conteniéndome los mocos. -- Llama a un empleado, Jesús... -me dijo mi santa esposa, limpiándose una lagrimilla de los ojos, porque ella se emociona pronto.    El mozalbete acudió raudo, al cabo de la hora y media y cuando regresábamos con dos bolsas de la pescadería y un pack de quince rollos de papel higiénico.
-- ¿Puedo atenderles? -- Nos llevamos éste -le dije, adelantando los dos carros adelante, con entereza y solemnidad. -- Buena elección, señor -me respondió el zangón-. Se nota que entienden. Un gran procesador, un prodigio tecnológico al alcance de cualquiera, con unas prestaciones incalculables que hace tan sólo seis meses eran pura quimera  y que hoy se materializan en este portento de diseñería informática que usted y su señora y sus hijos podrán disfrutar plenamente en... -- La marca no es muy conocida, ¿no? -inquirió mi santa esposa, dejando de dar hipidos y acercando los ojos a la carcasa del aparato, donde una pegatina plateada dejaba artisbar unas letras en cursiva.    El empleado miró a un lado y a otro, con suspicacia, y posó una mano abierta en el brazo de mi esposa, en un expresivo gesto de sinceridad que nunca le agradeceré demasiado. -- ¡Ya veo que la señora también entiende! -sonrió, mostrando una dentadura como si lo anduvieran electrocutando por el pinganillo de la oreja. Y añadió, bajando la voz-: miren ustedes. Les confesaré que la marca "Larbum" lleva muchos años trabajando con nosotros, como fabricantes en franquicia de galletas rellenas y comidas para hamster. Nunca nos ha dado problema ninguno. Ni una sola reclamación. Ahora, de dos días acá, han abierto su mercado al tema de los ordenadores, así que no puedo en verdad garantizar que... -- ¿Ningún hamster muerto? -indagué-. ¿Ningún niño intoxicado con las galleti...? -- Todo correcto -afirmó el chaval-. Ni un problema al día de hoy. Y mire usted que las galletas rellenas, sobre todo en verano, suelen traer consecuencias negativas en el desarrollo psicomotor de los niños. Pero es una marca, "Larbum", de completa confianza que a día de hoy... ¿qué quieren que les diga? Un primo mío tiene un hamster y... Perdón, un primo mío tiene un "Larbum" y...    El chico agarró también mi brazo, acercando sutilmente sus labios a nuestras despiertas orejas: -- Eso sí. Si de galletas se han pasado a ordenadores... No puedo decirles más. Llevo aquí dos semanas trabajando y no debo comentar nada de lo que veo ni de lo que escucho. Aquí, en Alcampo, hay gente que desaparece de repente... Ocurren cosas... Si son tan amables, miren acá, a mi derecha.    Nos desplazamos unos escasos metros, a su derecha.    "OFERTÓN: 799 €" -- ¡Esto ya sí que son palabras mayores! -exclamó el muchacho, girando sobre sí mismo como una bailarina.    La verdad es que me quedé anonadado. El PC, en cuestión, no es que variara mucho del anterior... pero se notaba la calidad...
   Uno, aunque sea poco ducho en estos temas, presiente la Calidad cuando la hay. -- ¡Esto sí que es un prodigio! -clamó el empleado, quitándole un pañolillo de papel a mi santa esposa para limpiarse dos hilillos de baba que le corrían labio abajo- ¡Esto sí que sí! Miren la marca, solamente miren la marca.    Miramos la marca. Contuve el llanto y mi santa esposa rompió a llorar de nuevo. -- Se lo saco de la caja y se lo muestro -se ofreció el chaval, derroche (debo decirlo) de simpatía y conocimiento informático donde los haya.    Rompió dos plastiquitos con facilidad (yo me hubiera llevado una tarde), deslizó dos pestañas laterales hacia un lado y abrió la caja de cartón cual mago que abre un sarcófago para mostrar que donde antes no había nada, ahora aparecen sus cuatro ayudantes encajonados comiéndose una lata de mejillones en aceite.    Y apareció, ¡ay!, un PC...    Un PC... -- ¿Qué? -inquirió el chico, moviendo las cejas arriba y abajo, como Carlos Marx. -- ¡Oh! -suspiró mi mujer, aferrándose a mi brazo. -- ¡Sí...! -jadeé yo, doblando la lengua y mordiéndomela.    El muchacho se dió a recitarnos las características innovadoras del aparato, con gran despliegue de elocuencia y asombrosa erudicción,  solamente interrumpido de vez en cuando por preguntas técnicas que tanto yo como mi santa esposa, siempre almas inquietas,  le hacíamos: -- ¿La cajita debo de guardarla por si hay que descambiarlo? -inquiría mi santa. -- ¿Tiene bolsillitos la funda? -indagaba yo.    Y él nos hablaba de procesadores, de discos, de memorias: -- ... con RAM de 8 Gigas que... -- En casa bebemos mucha leche, ¿verdad, Jesús?
-- Ya ves. Ocho gigas de Ram nada menos, amor, dice el muchacho. Suficiente.    En fin, a qué seguir.    Ya hay ordenador en casa.   Ahora a ponernos al día. A seguir escribiendo y sobre todo, sobre todo... a tomarme un día de paz y sosiego, leyendo con tranquilidad todo lo que durante estos días no os he podido leer. Que es mucho y siempre es gratificante.
   Que os he echado de menos.    Conque, vamos al lío... -- ¡Jesús! ¡Que el cable del ratón no viene en la caja...! -- ¿Has mirado en las bolsas? -- ¡Síii...!    Yo sabía que algún pero había de haber.    Mucho inalámbrico, mucho inalámbrico... y al final no trae ni cable.    Ni ese niñato sabe nada de ordenadores ni... ¡es que meten a trabajar a cualquiera, joder!    -- ¡Ordenador nuevo!   
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