Julio César. Obra de Nicolas Coustou.
El 1 de enero del año 45 antes de Cristo, en Roma entra en vigor el calendario juliano. El año 46 a. C. fue el último año del calendario romano prejuliano. En aquella época fue conocido como el Año del consulado de César y Lépido (o, menos frecuentemente, año 708 Ab urbe condita). La denominación 46 a. C. para este año se ha usado desde principios del período medieval, cuando la era del señor A. D. se convirtió en el método prevalente en Europa para nombrar los años. Este año tuvo 445 días debido a los errores que se habían acumulado en el calendario prejuliano, y fue por lo tanto apodado annus confusionis (“año de confusión”). Para ello, se agregaron dos meses Merkedinus, entre noviembre y diciembre, uno de 33 días y otro de 34, además del mes intercalado en febrero. El calendario juliano se introdujo este año, aunque no tuvo efectos sino a partir del año 45 a. C.
El calendario juliano es el antecesor del calendario gregoriano y se basa en el movimiento aparente del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 a. C., se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana, del Papa Gregorio XIII, en 1582. Sin embargo, en los países de religión ortodoxa se mantuvo hasta principios del siglo XX: en Bulgaria hasta 1916, en Rusia hasta 1918, en Rumanía hasta 1919 y en Grecia hasta 1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día algunas de las iglesias ortodoxas (por ejemplo, la de Jerusalén y la de Rusia) siguen utilizando el calendario juliano, o modificaciones de él diferentes al calendario gregoriano, para su liturgia y otras (por ejemplo la de Constantinopla, la de Grecia y la de Finlandia) usan el calendario gregoriano. La Iglesia ortodoxa copta también sigue utilizando el calendario juliano.
Elaboración del calendario Juliano.
Sosígenes de Alejandría tenía conocimiento de la fallida reforma de Cánope del calendario egipcio, ocurrida dos siglos atrás, y colaboró con Julio César para adoptar esa vieja reforma al calendario romano e implantarla como un nuevo calendario. Esta adaptación fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían.
Desde 44 a. C. se acordó que todos los años constaran de 365 días, y cada cuatro años se contarían 366 días. Estos años se llamarían «años bisiestos», porque en ellos añadían un 24 de febrero. Según el cómputo del tiempo, el 24 de febrero se llamaba «día sexto» antes de las kalendas de marzo (ante diem sextum kalendas martias), de manera que el 24 de febrero repetido se llamaría «bis sextum» (de ahí la palabra «bisiesto»).
Pero en el año 44 a. C. los pontífices romanos decidieron considerar un año bisiesto cada tres años ordinarios, en vez de cada cuatro. Tiempo después, se dieron cuenta del desfase provocado hasta el año 10 a. C. y se corrigió en el 8 d. C. por orden de César Augusto, quién ordenó excluir el día adicional de cada año bisiesto, durante 36 años, es decir, hasta el año 44 d. C.
Por lo anterior, el calendario juliano consideraba que el año trópico estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es de 365,242189, es decir, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año supondrían que en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582, se acumuló un error de aproximadamente 10 días, lo cual se corrigió con el calendario gregoriano.
Desarrollo del calendario juliano.
El año 153 a. C. se toma como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo, para poder planear las campañas del año con tiempo debido a las Guerras Celtibéricas que se estaban desarrollando en la Península Ibérica y los problemas que estaba causando la conquista y asedio de Numancia.
César mantiene ese principio de año e implanta el nuevo calendario, que consta de 365 días divididos en 12 meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, y añaden un día adicional al mes de febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos uno de cada cuatro años, incluso los seculares. Con este calendario se comete un error de 3 días cada 400 años. Además renombró el mes de Quintil, como Julius (Julio), en su honor. ¡Era muy vanidoso!
La manera de contar los días siguió la tradición romana hasta que los visigodos introdujeron la costumbre de numerar los días, que no sería oficial hasta que la adoptó Carlomagno. No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba. Así, por ejemplo, era muy común encontrar expresiones como «llegamos el día de san Froilán».
Y hablando de vanidades en el año 23 a. C., por iniciativa del Senado Romano, y para halagar la vanidad de Octavio Augusto, el mes de Sextil —el cual duraba antes 30 días—, fue renombrado Augústum —de donde se desprende la forma castellana agosto—, y se agregó a éste un día 31, el cual fue substraído de febrero —el cual duraba entonces 29 días, y desde entonces se quedó con sólo 28—.
Meses del calendario juliano
Las lecturas de Guillermo, y Guillermo en persona, os desean un fantástico 2.015