Aunque parezca fácil, muchas veces es complicado explicar por qué te gusta una ciudad; difícil ponerle palabras o describir los planes de los que podemos tirar si estamos tan acostumbrados a tenerlos ahí que apenas nos damos cuenta. Esa es la ventaja de una ciudad como Madrid, quizás de todas las grandes ciudades, y es que siempre nos dejan margen para pensar que en ellas todo es posible. Pero lo he intentado. He querido resumiros las ventajas que ofrece esta ciudad, que son al fin y al cabo, las cosas por las que mola. Las cosas por las que merece la pena aguantar la parte mala (sí eso de que la gente va siempre con prisa, que el metro agobia o que en Navidad parece que estamos de procesiones porque casi no hay hueco para todos en la zona de Sol). Pero hay buenas razones para soportarlo y hoy nos ocupan. Os daré hasta 101 motivos para convenceros de que Madrid mola. Definitivamente. Si de esta no os convenzo, me rindo
- ¡La gente hace cola para entrar en los bares!
- ¡La gente hace cola hasta para entrar en las chocolaterías! (Acérquense cualquier día por la chocolatería Valor, muy cerca de la Plaza de Callao).
- Es la ciudad europea con más cantidad de árboles.
- Tiene un parque muy original y bonito conocido como el Parque de las Siete Tetas.
- Su cielo. Tanto por algunas imágenes que deja como por las oportunidades que representa la ciudad. Ya se sabe: “De Madrid al cielo”.
- Tiene un parque bellísimo como es el Parque del Capricho.
- Un atardecer en el templo de Debod. El hecho de que un ocaso bonito esté prácticamente asegurado.
- Que puedas irte de cañas con la tranquilidad de que estarán bien tiradas. Y que la cultura de cañas está asegurada. Y que la penúltima no existe. Y que siempre nos quedarán las cañas.
- Que un día cualquiera siempre sea un buen momento para tomarte unas cañas. Siempre hay una excusa para tomar unas cañas: un partido de fútbol, salir del trabajo, salir de la Facultad, salir del gimnasio, salir de…
- Que haya bares como el Candi o el Palentino que nunca pasen de moda.
- Pasear por Lavapiés y creer que podrías estar en cualquier lugar del mundo y no en España.
- Fumar shisha en algún bar de Lavapiés y creer que estamos en India o Pakistán, de donde son originarias.
- Tener un día de bajón y recuperarte viendo el ambiente de un barrio como Malasaña. ¿A quién le amarga un paseo?
- Tener un día de bajón… y poder ir a tomarte una caña. Hay muchos bares para ello y siempre hay mucha gente deseando tomarse una. Es algo así como el antídoto contra la soledad en Madrid.
- Comer en un chino, asiático, indio, senegalés, mejicano, peruano, brasileño… sin estar en estos países.
- Las vistas de la ciudad desde el Círculo de Bellas Artes, el edificio de Correos, el Gourmet Experience del Corte Inglés de Callao, el Templo de Debod o el Parque de las Siete Tetas. Es una ciudad bonita también desde las alturas.
- Que casi cada mes habrá un restaurante más cool todavía en Chueca. ¿Conocéis por ejemplo Le Cocó o Bon Vivant & Co?
- Que hasta los domingos haya fiesta. En este caso, el mejor lugar es la La Latina.
- Que haya bares dedicados a los viajes, como La Ciudad Invisible.
- Que haya bares donde se vendan libros y además puedas ir a leer & beber (La Libre, La Infinito, La Fugitiva, La Marabunta…).
- Que haya un lago en una zona preciosa y que te puedas sentar en sus bancos a ver pasar el día.
- Tener cerca de la ciudad un gran pulmón como es Casa de Campo. O El Pardo.
- Que puedas hacer deporte, pasear a tu perro o andar en bicicleta en Madrid Río.
- Que tenga río y que se haya cuidado la zona que lo rodea. Una buena razón de que Madrid mola es Madrid Río en sí mismo.
- Que haya salas con arte con entrada gratuita como la de la FUNDACIÓN MAPFRE, la Casa Encendida, algunas exposiciones de Caixa Forum o el Canal de Isabel II.
- Que existan cafés como el Café Comercial, con más de un siglo de existencia. Y que se sepan reinventar, como este, que ofrece actividades de todo tipo -desde grupos para aprender inglés hasta tertulias políticas- en su interior.
- Sus luces en Navidad.
- Ese músico del metro que sabe hacer música y te roba una sonrisa.
- Los castañeros/as en sus puestos callejeros durante los meses de invierno.
- Los mimos de la zona de Sol. Sus divertidas y en ocasiones creativas propuestas.
- Sus terrazas en verano. Disfrutar de la calle con una buena cerveza.
- Terrazas en las alturas como las del Gaudeamus Café, el Círculo de Bellas Artes, la Casa Granada o el Edificio de Correos.
- Pasear por Fuencarral para comprarte una prenda más moderna.
- Comprar ropa en la ‘Milla de Oro madrileña’ y creerte yo que sé… Victoria Beckham
- Poder tomarte un café y ser más cool y hipster que nadie si lo haces en las cafeterías modernas de la calle Corredera Baja de San Pablo, con nombres tan evocadores como ‘La Galleta’ o ‘La Maricastaña’.
- Tener un paseo de la fama en la calle Martín de los Heros, a imitación de Los Ángeles.
- Ir al cine a alguna de las salas madrileñas de cine en Versión Original. Además de mostrar la película de una forma más auténtica, en su idioma original, hay algunas salas con el encanto del típico cine viejo, irresistibles. Cines como el de Princesa, el Ideal o los Renoir Plaza de España son como un viaje al pasado.
- Ir al Kinépolis y disfrutar del cine en la gran pantalla. Pero grande de verdad.
- El cine de verano en lugares como el Edificio de Conde Duque o de Correos, lugares con mucho encanto y poder visionar además películas antiguas de nuevo en los cines.
- Poder hacer rutas guiadas por la ciudad de forma gratuita. Razón: aquí.
- Poder ir a lugares tan mágicos, como el ‘Jardín Secreto’, en Madrid.
- Comer en restaurantes de toda la vida, con buena comida, buen servicio y pasar un rato genial. Mis favoritos: La Taberna del Chato y el Según Enma.
- Poder dormir en un hotel de cine.
- Poder dormir en un hotel de letras.
- Poder dormir en un hotel donde cada planta está diseñada por un artista diferente: Hotel Puerta de América.
- Tener un hotel en una de las cuatro torres y unas maravillosas vistas de Madrid a golpe de pájaro.
- Sus mercados tradicionales aún vivos como el Mercado de la Cebada (de momento), el de Antón Martín o el de San Fernando.
- Mercados reconvertidos o modernos de nuevo cuño con bonita estética y con buen producto, aunque algo caros, como el de San Miguel, San Antón o San Ildefonso.
- Tabernas para beber vino y buen vino. Os dejamos algunas recomendaciones en: Un paseo de vinos por Madrid.
- Un domingo en el Parque del Retiro.
- Plazas llenas de ambiente como la de Ópera, Sol, Callao, Santo Domingo o la Plaza de Oriente.
- El hombre que toca el arpa en la Plaza de Oriente, justo en frente del Palacio, habitualmente los sábados cuando hace buen tiempo en la capital.
- Ver un cambio de guardia en el Palacio Real gratuitamente.
- Plazas escondidas donde tomar un algo en verano en una de sus terrazas, pensando: Sí, estoy en el Madrid de los Austrias. Como la Plaza del Conde.
- Los graffiti de la calle Embajadores, emplazada en un barrio lleno de vida además.
- Tomar un mojito en uno de los bares cueva situados en la calle Cuchilleros, muy cerca de Sol.
- Perderse en la librería Central, al lado de la plaza de Callao, que además de un lugar magnífico, estéticamente es una delicia. Y tiene muchos libros, libretas, artículos de papelería y un bar.
- Poder visitar el Palacio de Cibeles y pararte a descansar, pues tiene un sala de desacanso y lectura gratuita.
- Poder ver exposiciones de arte de renombre mundial en el Museo del Prado, el Reina Sofía o el Museo de arte Thyssen-Bornemisza.
- Recorrer el mundo en Casa América, Casa África o Casa Asia.
- Asistir a actividades de forma gratuita en el Matadero o en la Tabacalera.
- Poder conocer un barrio diferente cada fin de semana… y no cansarte en unos cuantos meses.
- Disfrutar de un buen chocolate con churros en la terraza de la chocolatería San Ginés.
- Viajar en el tiempo montando en el Teleférico de la ciudad.
- Coger aire en los Jardines del Moro, en pleno centro de la ciudad.
- Visitar el Museo Sorolla de forma gratuita.
- Pasear por el Barrio de las Letras, pudiendo leer citas de los grandes literatos que vivieron allí: Quevedo, Calderón, Lope de Vega, Cervantes, Góngora…
- Comprar un libro de segunda mano en la Cuesta del Moyano.
- Cenar por dos duros en un 100 Montaditos cualquier día que te venga en gana.
- Poder leer en cualquier parte o un bar solo… y que nadie te mire mal.
- Comer buenos perritos calientes en establecimientos como en el Bar Estocolmo en calle La Palma, en la Gabinoteca en la calle Fernández de la Hoz o en el Chicago Hot Dogs, en Corredera Alta de San Pablo.
- Poder pensar que tienes mil planes que hacer…aunque al final no hagas ninguno.
- Entrar en un bar y poder decir sin miedo a una mala cara: ¡Jefe, ponme una caña!
- Pasear por Gran Vía y contemplar los imponentes edificios.
- Comer un bocata de calamares y tomar una caña en la Plaza Mayor.
- Ir a la puerta de Alcalá y entonar aquello de: “Mírala, mírala…”
- Tener actuaciones musicales casi a diario en locales como La Boca Club, la sala Libertad 8, Clamores o Galileo Galilei.
- Tomar algo en el bar Madrid-Me Mata, bar-museo en recuerdo de La Movida.
- Estar muy bien conectada con cualquier otra ciudad o lugar del mundo gracias a las múltiples conexiones aéreas de Barajas.
- Acudir a obras de teatro a precio económico en locales como la sala Triángulo, Tis o la Escalera de Jacob.
- Poder tomar una caña en “un bar de viejos” y disfrutar de un ambiente natural. El ambiente de bar de toda la vida.
- Tomar una lata de cerveza de los chinos en las plazas de San Ildefonso o Dos de Mayo. Un clásico de la noche madrileña.
- Poder comprar cosas de mercadillo en el Rastro o en los mercadillos de la Plaza de Santo Domingo o Plaza de España.
- Viajar a Francia desde Madrid comiéndote un rico crepe en la Crepería La Rue, situada en la calle Espíritu Santo.
- Tener al Quijote y Sancho Panza en Plaza de España.
- Poder unirte a una causa diferente casi cada día en Sol.
- Poder tomar algo en un bar de hielo: Ice bar.
- Poder ver tortugas en el Jardín invernadero de la Estación de Atocha
- Poder ir al teatro en formato “mini” con la iniciativa ‘Microteatro por dinero’.
- Poder aprender inglés con gente nativa en cafés como el The Irish Rover, La Fábrica, el Olé Lola, La Carmencita, Beer Station, el café Galdós o el café Madrid.
- Poder viajar a otros pueblos de la región como Buitrago de Lozoya, Chinchón, Aranjuez, Alcalá de Henares o Rascafría.
- Poder escaparte a ver el monumento del Valle de los Caídos, situado a menos de una hora en coche, y ver Historia viva. Ya se sabe: “Quien olvida su Historia está condenado a repetirla”.
- Poder esquiar en una estación de la provincia como Valdesquí… o incluso en verano en Xanadú.
- Que siempre hay un motivo para irse de fiesta: que si el 2 de mayo, que si San Isidro, que si la Almudena…
- Que siempre puedes ir a hacer fotos al Templo de Debod. ¡Y no te cansas!
- Que hayan proliferado los bares que reivindican la merienda. Para saber más, lee un artículo de Conde Nast Traveler sobre el tema.
- Poder ir ferias de casi todas las temáticas en el Recinto Ferial de Ifema.
- Madrid es una ciudad abierta. Así, religiones diferentes a la católica o de sus diferentes ramas se dan cita en la capital. Visitas interesantes son, por ejemplo, el Centro Cultural Islámico y Mezquita de Madrid (en la calle Salvador de Madariaga) o la La Iglesia Ortodoxa de Madrid, en la calle Gran Vía de Hortaleza. Ambas estéticamente además muy llamativas.
- Ir a un cine tan antiguo como Los Cines Doré, actual Filmoteca de la ciudad, que data de 1912.
- Poder escuchar recitales de poesía en los bares Bukowski Club, en la calle San Vicente Ferrer, Tapas y Fotos, en la calle Doctor Piga o el Dinosaurio, en la Calle Lavapiés.
- Poder hacer excursiones a otras ciudades como Toledo o Segovia en un plis, plas.
publicado el 09 febrero a las 14:17
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