Revista Opinión

11 de septiembre: ¿Una operación que se organizó desde dentro o una operación del Mosad?

Publicado el 18 septiembre 2013 por Peterpank @castguer

 Mossad

Mientras se va conociendo poco a poco el papel jugado por Israel en la desestabilización del mundo posteriormente al 11 de septiembre 2001, se entiende entonces mejor, la idea de que una facción del Likud, ayudados por sus aliados infiltrados en el seno del aparato de Estado de los EE.UU., sean los responsables de la operación de bandera falsa del 11 de septiembre, entonces la idea cuaja, esto se vuelve creíble y contundente, e incluso hay algunas personas que tuvieron el coraje de declarar públicamente. Uno de ellos fue Francesco Cossiga, presidente de Italia entre 1985 y 1992, dijo el 30 de noviembre de 2007, el diario Corriere della Sera: «Nos quieren hacer creer que Bin Laden confesó ser el autor del atentado del 11 de septiembre de 2001 sobre las torres gemelas de Nueva York — a pesar que los servicios de inteligencia de EE.UU. y europeos sabían muy bien que el desastroso ataque fue planeado y ejecutado por la CIA y el Mossad con el fin de acusar a los países árabes de terrorismo y para poder atacar a Irak y Afganistán».

Alan Sabrosky, ex profesor de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de EE.UU. y de la Academia Militar de EE.UU., no dudó en proclamar su convicción de que el 11 de septiembre es un «clásico orquestado por el Mosad», operación llevada a cabo con la complicidad dentro del gobierno estadounidense. La voz de Alan Sabrosky suena, repercute y se transmite con fuerza dentro de los círculos de los veteranos del Ejército de EE.UU., quienes están asqueados por las infames guerras a las cuales se ven implicados y deben cumplir, todo esto a causa de una mentira, la mentira del 11 de septiembre o como fueron también las armas de destrucción masiva Saddam Hussein. Otra mentira más.

Los argumentos a favor de la hipótesis de una implicación del Mossad no se debe a la reputación [propaganda] que tiene como servicio secreto más “poderoso” del mundo, sino a un informe de la U.S. Army School for Advanced Military Studies (citado por el diario Washington Times en vísperas del 11 de septiembre), que describe al Mossad como siendo algo «Cínico. Solapado, despiadado y astuto. Capaz de llevar a cabo un ataque contra las mismas fuerzas estadounidenses y disfrazarlo como un acto cometido por palestinos / árabes».

La implicación del Mossad, junto con otras unidades de elite israelíes, son cosas reales y evidentes por una serie de hechos poco conocidos.

Los israelíes bailarines

¿Sabe por ejemplo, que las únicas personas que fueron detenidas el mismo día en relación con los ataques terroristas del 11 de septiembre 2001 son todos israelíes?. La información fue dada a conocer al día siguiente por el periodista Paulo Lima en el diario The Record, cotidiano del condado de Bergen en el Nueva Jersey, informaciones basándose en fuentes policiales.

Inmediatamente después del primer impacto en la torre norte, tres individuos fueron vistos por varios testigos [habitantes del condado] en el techo de una camioneta estacionada en el Liberty State Park en Jersey City, «se regocijaban» (celebrating) «saltando de alegría» (jumping up and down), y se fotografiaban con las torres gemelas atrás. Luego trasladaron su camioneta a otro parking situado en Jersey City, donde otros testigos los volvieron a ver festejando y celebrando de manera ostentosa [los ataques terroristas].

La policía lanzó de inmediato una alerta BOLO (be-on-the-look-out) : «Vehículo posiblemente relacionado con el ataque terrorista en Nueva York. Camioneta Chevrolet modelo 2000, color blanco, con placa de New Jersey y un logo de “Urban Moving Systems” en la parte trasera del auto, el cual fue visto en el Liberty State Park, Jersey City, NJ, en el momento del primer impacto del avión contra las torres gemelas del WTC. Tres individuos en la camioneta fueron vistos celebrando y regocijándose después del impacto inicial y la explosión que siguió».

La camioneta fue interceptada y detenida por la policía unas horas más tarde, a bordo iban cinco jóvenes israelíes: Sivan y Paul Kurzberg, Yaron Shmuel, Oded Ellner y Omer Marmari. Forzados de salir del vehículo físicamente y obligados de acostarse en el suelo, el conductor, Sivan Kurzberg, lanzó entonces esta enigmática frase: «Somos israelíes. No somos su problema. Sus problemas son nuestros problemas. Los palestinos son el problema». . Las fuentes policiales que dieron informaciones y otros detalles al periodista Paulo Lima estaban convencidos de la implicación de estos israelíes en los ataques que ocurrieron en la mañana contra las torres gemelas: «Tenían mapas de la ciudad en la camioneta y en donde habían marcado algunos puntos importantes. Parecía como si supieran todo lo que iba a pasar [...] daban la impresión que estaban al corriente de los sucesos cuando se encontraban en el Liberty State Park».

Se encontró además que estos jóvenes israelíes llevaban consigo diversos pasaportes de varias nacionalidades, casi 6.000 dólares en efectivo y billetes de avión abiertos (open) para viajar al extranjero. Los hermanos Kurzberg fueron identificados formalmente como agentes [espías] del Mosad. Los cinco israelíes trabajaban oficialmente para una empresa de mudanzas llamada Urban Moving Systems, cuyos empleados eran en su mayoría israelíes. «Yo estaba llorando. Y estos cinco tipos estaban bromeando y jactándose [de los ataques] y eso me molestaba y perturbaba mucho» , confiesa al diario The Record uno de los pocos trabajadores no israelíes. El 14 de septiembre, después de recibir la visita de la policía, el dueño de la empresa de mudanzas, Dominik Otto Suter, abandonaba rápidamente el país [los Estados Unidos] con destino a Tel Aviv.

La información divulgada por el diario The Record, información confirmada por el informe de la policía, fue retomada por los sitios de investigación como el Informe Wayne Madsen Report (14 de septiembre de 2005) y Counterpunch (7 febrero 2007). Dicha información fue también utilizada por algunos grandes medios de comunicación, pero de una manera que minimizaba su importancia: el New York Times (21 de noviembre 2001) omitió de mencionar la nacionalidad de las personas, al igual que el canal Fox News y la agencia de noticias Associated Press. El diario Washington Post (23 noviembre 2001) aunque dijo que eran israelíes no mencionó nada acerca del conocimiento que tenían estos israelíes sobre los trágicos sucesos. En cambio, la revista The Forward (15 de marzo 2002), publicación de la comunidad judía de Nueva York, reveló, citando una fuente anónima de la inteligencia de EE.UU., que la empresa Urban Moving Systems era la cobertura de una antena del Mosad (hecho que no le impidió recibir un préstamo federal de 498,750 dólares), como lo demuestra los registros y archivos del impuesto y fisco estadounidense.

El FBI ordenó una investigación sobre este caso, investigación que quedó plasmada en un informe de 579 páginas, investigación parcialmente desclasificada en 2005 (lo será completamente en el año 2035). El periodista independiente Hisham Hamza analiza este informe en detalle en su libro Israel y el 11 de septiembre: Un Gran Tabú (publicado en francés). Demostrando de manera fehaciente y abrumadora una serie de elementos que demuestran la implicación de los servicios secretos de Israel en los atentados del 11 de septiembre de 2001. En primer lugar, las fotos que se tomaron estos jóvenes israelíes muestran actitudes de celebración y festejo delante de la torre norte en llamas: «Están contentos y sonriendo, se abrazan y se dan palmadas en sus manos». Para explicar este comportamiento, los sospechosos israelíes dijeron que estaban simplemente encantados de saber que «en adelante los Estados Unidos deberían tomar drásticas medidas para luchar contra el terrorismo en el mundo» (aunque en este momento preciso, la mayoría de la gente [y periodistas] pensaban que el avión estrellado en la primera torre gemela era un accidente de aviación y no un acto de terrorismo).

Más grave aún, un testigo los vio posicionados ya a las 8:00 de la mañana, es decir mucho antes que el primer avión choque con la primera torre. Por otro lado, otros testigos certifican que ya estaban tomando fotos justo cinco minutos después del accidente, hecho confirmado al verificarse sus cámaras fotográficas y sus fotos tomadas. Un ex empleado de la empresa de mudanzas Urban Moving Systems certificó al FBI el ambiente fanáticamente pro-israelí y anti-estadounidense que reinaba en dicha compañía, repitiendo las palabras que él escuchó decir de la boca del director Dominik Otto Suter: «Dame veinte años, y nos ampararemos de sus medios de comunicación y entonces destruiremos los EE.UU». Los cinco israelíes arrestados estaban en contacto con otra empresa de mudanzas llamada Classic International Movers, cuatro empleados de esta otra compañía de mudanzas fueron interrogados por separado por sus vínculos con los 19 presuntos piratas secuestradores de aviones implicados en los atentados del 11 de septiembre. Uno de los cuales había telefoneado a «un individuo en Sudamérica que tenía verdaderos vínculos con militantes islámicos en el Medio Oriente».

Finalmente, «un perro policía, amaestrado para detectar con su olfato explosivos dio un resultado positivo de presencia de trazas de explosivos en el vehículo de los israelíes».

Cómo explica el investigador Hamza, la conclusión del informe nos deja pensativos y perplejos: el FBI informa a la Policía local la cual detiene a los sospechosos, «que el FBI no tenga más interés para investigar a estos detenidos israelíes y decide iniciar el procedimiento para una salida del país por migración común y corriente».

Una carta del Servicio Federal de Inmigración y Naturalización demuestra que la dirección del FBI había recomendado el cierre de esta investigación ya desde el día 24 de septiembre de 2001. Sin embargo, los cinco israelíes pasaron 71 días en prisión en Brooklyn, en la que se negaron a hablar, para pasar finalmente por el detector de mentiras que detectó todas sus incoherencias sentenciándolos como notorios mentirosos. Más tarde fueron repatriados bajo la única acusación de violación de visado.

Finalmente, debemos mencionar un detalle importante de este caso, que puede proporcionar una explicación adicional al exuberante y extraño comportamiento de estos jóvenes israelíes: ciertos testigos indicaron en sus llamadas telefónicas a la policía, que los individuos regocijándose [de los atentados] en el techo de su furgoneta parecían ser «árabes» o «palestinos». En particular, poco después del colapso de las torres, una llamada anónima a la policía de Jersey City, –informa el mismo día la cadena NBC News que «una camioneta de color blanco con dos o tres tipos en el interior, se parecen como palestinos y ellos giran alrededor de un edificio», uno de ellos «mezcla y combina cosas y tiene esa vestimenta ’jeque’ árabe. [...] Sí, está vestido como un árabe».

Todo apunta a que estas personas eran precisamente los cinco israelíes arrestados más tarde. Dos hipótesis me vienen a la mente: o bien nuestros falsos trabajadores de mudanzas estaban realmente implicados en una operación para hacerse pasar por árabes palestinos, o si el testigo que los describieron como tales eran cómplices de los israelíes. En un caso como en el otro, está claro que su objetivo era iniciar un rumor en los medios de comunicación, para hacer hablar que se habían visto a árabes musulmanes que no sólo estaban regocijándose de los atentados, sino que al mismo tiempo tenían conocimiento de lo que iba a pasar. Y esa versión fue transmitida en realidad en algunas radios desde el mediodía y en la NBC News en su emisión de la tarde.

Yo personalmente me inclino hacia la segunda hipótesis (informantes / falsos testigos cómplices en lugar de verdaderas personas con vestimenta / disfraz árabe) debido a que el informe policial no indica ropa exótica encontrado en la furgoneta, pero sobre todo porque el informador-testigo antes mencionado, insiste mucho en ese detalle de la vestimenta, el de la ropa árabe, y además haber querido engañar [inducir al error] a la policía dándole una falsa ubicación de la furgoneta; la cual fue interceptada porque la policía no se contentó solamente de seguir la dirección que le fue dada por este falso testigo, sino que bloqueo todos los puentes y túneles subterráneos entre Nueva Jersey y Nueva York . Pero lo más importante es esto: si los israelíes no hubiesen sido detenidos al final de la tarde, la historia de los árabes probablemente habría hecho sensación en las primeras páginas de los diarios con el título: The Dancing Arabs (El Baile de los Árabes), es decir acusando a los árabes. En lugar de esto, la historia fue pasada bajo silencio y no circuló que confidencialmente bajo el título The dancing Israelis o The highfivers.

200 espías expertos en explosivos

Pocas personas, incluso entre los investigadores de la asociación norteamericana 9/11 Truthers, conocían esta historia de los «israelíes bailarines» (todavía estamos esperando, por ejemplo, que la asociación francesa Reopen 9/11 hable de esta historia en su sitio web francés, a pesar que son fuertes sobre el tema.) [En Francia hay un gran tabú en criticar el sionismo, uno es acusado automáticamente de ser antisemita, cuando son cosas completamente diferentes].
Pocas personas saben también que en el momento de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la policía federal de los EE.UU. estaba muy ocupada desmantelando la mayor red de espionaje israelí identificada operando en territorio estadounidense. En marzo de 2001, el National CounterIntelligence Center (NCIX) ha publicado este mensaje en su sitio web: «Durante las últimas seis semanas, empleados de las oficinas federales ubicadas en diferentes lugares de los Estados Unidos han informado acerca de actividades sospechosas relacionadas con individuos que se presentan como siendo estudiantes extranjeros vendiendo o encargados de entregar obras de arte». El NCIC indica que estas personas son ciudadanos de Israel, «también se han presentando a los domicilios privados de los funcionarios federales con el pretexto de vender objetos de arte».

Luego, en el verano, la Agencia de Control de Drogas (DEA, Drug Enforcement Agency), después de haber estado bajo el acoso y hostigamiento de un gran número de incidentes de este tipo, elaboró un informe publicado parcialmente por el diario Washington Post el 23 de noviembre de 2001 y por el diario francés Le Monde del 14 de marzo 2002, antes que dicho informe sea completamente accesible en su totalidad por la revista francesa Inteligencia Online. Este informe nos dice que 140 israelíes [espías] han sido detenidos [en los EEUU] desde marzo de 2001. Sus edades comprendidas entre los 20 y 30 años, estos están organizados en equipos de 4 a 8 miembros, estos espías visitaron por lo menos «36 dependencias sensibles del Departamento de Defensa». Muchos de ellos fueron identificados como miembros del Mosad y del Aman (la inteligencia militar israelí), y seis de [los espías] tenían en su posesión teléfonos celulares pagados por un ex-vice cónsul israelí trabajando en los EEUU. Después del 11 de septiembre 2001, sesenta otros espías israelíes fueron capturados, llegando a 200 el número de espías israelíes detenidos por los EEUU. Todos fueron puestos en libertad.

El informe de la DEA llegó a la conclusión que: «el comportamiento y conducta de estos individuos [...] nos lleva a pensar que sus acciones tienen que ver con una tarea de recopilación de datos o de información de inteligencia». Pero la naturaleza de dicha información recopilada se desconoce. Puede ser también que su espionaje exhibido haya sido solamente una especie de cobertura —una apariencia deliberada para disimular algo más profundo—, estos supuestos «estudiantes de bellas artes israelíes», teniendo en cuenta que varios de ellos han recibido una formación militar como la demolición controlada / experto en artefactos y explosivos, ingeniero en combate electrónico, experto en desactivación de bombas, operador radio de intercepción / activación de señales electrónicas, según las conclusiones de la propia DEA.

Uno de los espías israelíes detenidos llamado Peer Segalovitz, «reconoció que él era capaz de hacer explotar y demoler con bombas edificios, puentes, autos y todo lo que quería».

¿Por qué estos agentes espías israelíes habrían hecho diversión sobre su verdadera misión haciendo una campaña de espionaje tan ostentosa que improductiva, y curiosamente acosando y centrada sobre la Agencia de Control de Drogas (DEA)?

La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar por un vínculo perturbador y sorprendente, que tiene que ver con un aspecto geográfico, entre esta red de espías israelíes y los ataques del 11 de septiembre.

Según el informe de la DEA, «la localidad de Hollywood en Florida [cuidado no confundir con Hollywood del cine, ciudad en California] parece ser el punto focal y de atracción de estos agentes».

De hecho, más de treinta de estos falsos estudiantes-espías israelíes detenidos poco antes del 11 de septiembre 2001 vivían en Hollywood o cerca de este pueblo situado en Florida, y curiosamente en el mismo lugar donde se habían reunido 15 de los 19 presuntos secuestradores piratas islámicos de los aviones que se estrellaron contra las torres gemelas (9 israelíes vivían en Hollywood y 6 muy cerca de este pueblo). Uno de ellos, llamado Hanan Serfaty, por cuya cuenta bancaria transitó por lo menos cien mil dólares en tres meses, había alquilado dos apartamentos en Hollywood, cerca del apartamento alquilado por Mohamed Atta y de su buzón postal en la Oficina de Correos del pueblo. No olvidar que Mohamed Atta fue presentado por Washington como siendo el líder de la banda de piratas aéreos. La interrogante es: ¿Cuál es la relación entre estos «espías israelíes» y los «terroristas islámicos»?

Según la explicación difundida en apuros por los medios de comunicación alineados con la versión oficial de Washington, decía que los primeros sólo hacían que vigilar a los segundos. Escuchemos por ejemplo al conocido periodista francés David Pujadas [el periodista en Francia que el gobierno siempre promueve en primera línea en el combate mediático]. Pujadas en el noticiero del 5 de marzo de 2002 del canal de televisión estatal France 2, al momento de comentar la información publicada por Intelligence Online dice: «Otra vez, se trata de Israel, pero concerniente al Afganistán ahora, este caso de espionaje que perturba: una red israelí fue desmantelada en los Estados Unidos, particularmente en la Florida: una de sus misiones habría sido hacer un seguimiento a los hombres de Al-Qaeda (esto fue antes del 11 de septiembre). Algunas fuentes van más lejos: indicando que el Mosad no proporcionó toda la información en su poder» [ver abajo video].

Esta explicación eufemística es un buen ejemplo del damage control (controlando los daños mediáticos). La imagen de Israel apenas aparece manchada, ya que no podemos culpar a un servicio de espionaje por no compartir su información secreta. En el peor de los casos sólo se puede acusar a Israel de «dejar que suceda», lo que garantiza su impunidad. Así se explica, en mi opinión, la actuación de los espías israelíes encubiertos de falsos estudiantes, pero en realidad expertos en ataques de bandera falsa.
De hecho, su cobertura voluntariamente grosera de estudiantes era a propósito para llamar la atención y esconder así su segunda cobertura, aquella de verdaderos espías, la primera serviría de coartada respecto a su entorno con los supuestos piratas secuestradores aéreos islámicos.

La verdad es que probablemente no estaban espiando a los piratas islámicos, sino más bien los manipulaban, los financiaban, y probablemente los eliminaron finalmente poco antes del 11 de septiembre 2001. Un artículo en el New York Times del 18 de febrero 2009 reveló que Ali al-Jarrah, era primo hermano de Ziad al-Jarrah uno de los supuestos piratas que secuestraron el vuelo UA93.

Ali al-Jarrah, fue durante 25 años un espía colaborador del Mossad, infiltrado en la resistencia palestina y en el Hezbollah en 1983. Actualmente se encuentra en prisión en el Líbano. Recordemos también que el Mohamed Atta de Florida [él que estudió para piloto] era uno falso. El verdadero Mohamed Atta, quien telefoneó a su padre al día siguiente de los ataques (como lo confirmó Ziad al-Jarrah a la revista alemana Bild am Sonntag a finales del año 2002), es descrito por su familia como reservado, piadoso, evitando las mujeres y teniendo miedo de viajar en avión.

Le habían robado su pasaporte en 1999, mientras estudiaba arquitectura en Hamburgo [Alemania]. El falso Mohamed Atta de Florida vivía con una bailarina de striptease llamada Amanda Keller, comía carne de cerdo, le gustaba los coches de lujo sport, los casinos y la cocaína. Según informó el diario South Florida Sun-Sentinel el 16 de septiembre 2001 (bajo el titular: «Suspects’ Actions Don’t Add Up» («El comportamiento de los sospechosos no concuerdan con la versión oficial»), información confirmada por muchos periódicos nacionales [de EEUU], ese Atta es un notorio borracho, drogadicto y paga los servicios de varias prostitutas a la semana. Días antes de los ataques del 11 de septiembre 2001, el falso Atta, y cuatro otros piratas suicidas tuvieron un comportamiento similar, algo incompatible con el comportamiento de fanáticos Islámicos preparándose para inmolarse.

La conexión en New York

Según la versión del espía renegado Victor Ostrovsky (By Way of Deception, 1990), el Mosad saca ventaja y eficacia gracias a su red de sayanim («colaboradores»), término en hebreo que designa a los judíos que viven fuera de Israel y que están dispuestos a realizar acciones ilegales [si Israel se los pide], sin necesariamente saber la finalidad.

Se puede contar miles de miles de sayanim en los Estados Unidos, particularmente en la región de Nueva York, donde se concentra la comunidad judía de EE.UU. Larry Silverstein, titular del contrato de alquiler de las Torres Gemelas [curiosamente] desde abril de 2001, aparece como el prototipo perfecto de sayanim del 11 de septiembre.

Silverstein, él es un destacado miembro de la Jewish Appeal Federation of Jewish Philanthropies of New York (asociación de judíos de Nueva York), el mayor recaudador de fondos en territorio estadounidense para Israel (después del gobierno de EE.UU., quien contribuye anualmente con tres mil millones de dólares de ayuda financiera a Israel). Silverstein era también, en el momento de los ataques aéreos del 11 de septiembre 2001, un amigo íntimo de Ariel Sharon [y de Benjamin Netanyahu], con quien está en conversación telefónica todos los domingos, según el diario israelí Haaretz.

El socio de Silverstein en el contrato de arrendamiento de los locales adyacentes al World Trade Center (WTC), en lo que concierne a los locales comerciales de las galerías subterráneas de las torres gemelas no era otro que Frank Lowy, sionista «filántropo» cercano a Ehud Barak y Ehud Olmert, antiguo miembro de la Haganh. Por otro lado, el jefe de la New York Port Authority, que privatizó el WTC y que otorgó el contrato de arrendamiento a Silverstein y Lowy era Lewis Eisenberg, un miembro de la United Jewish Appeal Federation y ex vice presidente de movimiento sionista AIPAC.
Silverstein, Lowy y Eisenberg son sin duda alguna tres hombres claves en la planificación de los atentados contra las Torres Gemelas de New York.

Otros miembros de esta red en Nueva York pueden ser identificados. De acuerdo con el informe del NIST, el Boeing se encastró en la torre norte «hizo un corte de más de la mitad del ancho del edificio y de alto iba del piso 93 al piso 99. Todas estas plantas estaban ocupadas por la compañía Marsh & McLennan, una compañía internacional de seguros, que también tenía sus oficinas en el piso número 100 del WTC».

El Director ejecutivo de Marsh & McLennan era en esa entonces Jeffrey Greenberg, miembro de una multimillonaria familia judía que contribuyó financieramente y en gran medida a la campaña presidencial para la elección de George W. Bush.

Los Greenberg eran también los reaseguradores [en caso de catástrofe] de las torres gemelas, pero el 24 de julio de 2001 tomaron la sabía precaución, de delegar las funciones de reaseguradores [es decir sus responsabilidades a pagar en caso de catástrofe] donde sus competidores [rivales en el mercado de los seguros] los cuales se vieron con la costosa tarea de indemnizar a Silverstein y Lowy después del 11 de septiembre. Y como el mundo de los neoconservadores es pequeño, en noviembre del año 2000, el Consejo de Administración de Marsh & McLennan dio la bienvenida a Paul Bremer, [quien sería más tarde] presidente de la National Commission on Terrorism (Comisión Nacional contra el Terrorismo) en el momento de los ataques a las torres gemelas, y posteriormente nombrado en 2003 como máxima autoridad de la Coalition Provisional Authority (CPA), es decir la estructura que administra el Irak invadido por los EEUU.

La complicidad también puede ser buscada en los aeropuertos y las compañías aéreas relacionadas con los sucesos del atentado. Los dos aeropuertos de donde despegaron los vuelos AA11, UA175 y UA93 que se estrellaron en las torres gemelas (Aeropuerto Logan en Boston y el aeropuerto de Newark Liberty, cerca de Nueva York) relegan la seguridad del aeropuerto a un subcontratista de una agencia de servicios de seguridad llamada International Consultants on Targeted Security (ICTS), una empresa cuyos fondos y capital investido en su creación son israelíes, el presidente de la empresa era Menachem Atzmon, un tesorero del Likud [partido de extrema derecha en Israel]. Una investigación a fondo, llevaría sin duda alguna a descubrir nuevas pistas y desenmascarar a otros cómplices y complicidades.

La nueva investigación se interesaría mucho por ejemplo en indagar acerca de Zim Israel Navigational, una empresa gigante especializada en el transporte marítimo, controlado al 48% por el estado de Israel (empresa conocida por servir ocasionalmente como tapadera a los servicios secretos israelíes), y cuya sucursal en los Estados Unidos se encontraba en las torres gemelas del WTC. Zim Israel Navigational y sus 200 empleados abandonaron dichas oficinas el 04 de septiembre 2001, es decir solamente una semana antes de los ataques — «como por una bendición de Dios»,  señala Shaul Cohen-Mintz director general de la empresa

¡Es el petróleo, estúpido!

Todos estos hechos dan un nuevo significado a las palabras de un miembro de la Comisión sobre el 11 de septiembre, el senador Bob Graham, que declaró en una entrevista con la PBS en diciembre de 2002: «hay evidencias que [ciertos] gobiernos extranjeros han contribuido a facilitar las actividades de algunos de los terroristas en los Estados Unidos». Graham, por supuesto se refería a la Arabia Saudita. ¿Por qué la familia Saud habría ayudado a Osama bin Laden después de haberle retirado su nacionalidad saudita y poner precio a su cabeza? [Osama era buscado en su país de origen por los ataques que había realizado en Arabia Saudita].

La respuesta de Graham, formulada en julio de 2011, es la siguiente: «la amenaza de disturbios y levantamientos sociales contra la monarquía, dirigida por Al-Qaeda».

Los Saud habrían ayudado a Ben Laden bajo la amenaza de fomentar una revolución en el reino. Esta teoría ridícula (Graham, a falta de argumentos lógicos desarrolló esta idea que la incluirá en su novela).  El argumento de Graham tiene un solo objetivo: desviar las sospechas del único “gobierno extranjero” cuyos vínculos reales con los presuntos terroristas están demostrados, Israel, para así desviar las sospechas hacia Arabia Saudita, único competidor de Israel en la región.

De manera similar, es para morirse de risa, cuando se lee el resumen del libro La guerra después (2003), del anti-árabe saudita neoconservador Laurent Murawiec que escribe: «El poder monárquico en Arabia Saudita ha tenido éxito en los últimos años y ha logrado infiltrar agentes de influencia a los niveles más importantes de la administración del gobierno de los EE.UU., organizando un lobby intelectual eficaz a su sueldo, que ahora controla varias prestigiosas universidades del país».

Al afirmar, además, que la pista conduce a Arabia Saudita [en tanto que país ayudando a los terroristas del 11 de septiembre] ha sido silenciada por la amistad que une a los Bush con la familia real Saud, Graham y sus amigos neoconservadores utilizan a George W. Bush como fusible, para hacer recaer sobre él la cólera popular por los ataques del 11 de septiembre. Dicha estrategia dio buenos resultados a los manipuladores de la verdad ya que el movimiento del 9/11 Truth en su conjunto, centró sus críticas contra el presidente Bush y su administración, contra los árabes y nunca pronunció el nombre de Israel. Hay que reconocer que el arte de Maquiavelo funciona así: «dar el trabajo sucio a realizar a una persona, y luego dirigir que la venganza popular recaiga contra esta misma persona».

El día en que, bajo la presión de la opinión pública, los medios de comunicación se verán obligados a abandonar la versión oficial de Washington, y decir lo que verdaderamente ocurrió el 11 de septiembre, el movimiento de contestación 9/11Truth habrá ya sido infiltrado y el lema de esta asociación “9/11 is an inside job” (El 11 de septiembre una operación que se organizó desde adentro) habrá moldeado los espíritus para arremeter contra Bush, Cheney y otros políticos de su administración mientras que los neoconservadores seguirán estando fuera del alcance de cualquier justicia.

Y si, por desgracia, el día en que todo sea revelado a la opinión pública, y que la mayoría de los medios de comunicación controlados [hoy] por los sionistas no puedan preservar más «la inocencia de Israel» por lo ocurrido el 11 de septiembre, el estado hebreo podrá siempre jugar la carta de Noam Chomsky: «Israel podrá decir América [los EEUU] me obligó a hacerlo».

Noam Chomsky , el famoso intelectual norteamericano de origen judío que se posiciona como pensador de la extrema izquierda desde el día en que, el trotskista Irving Kristol pasó a ser un importante militante de la extrema derecha estadounidense y fundar el movimiento neoconservador en los EEUU. Chomsky no ha parado de decir desde entonces, el argumento de que Israel no hace más que obedecer la voluntad de los Estados Unidos, lo que deja suponer que Israel sería el estado n° 51 de los EEUU y el policía en el Medio Oriente.

Chomsky y otras celebridades mediatizadas de la izquierda radical de los EE.UU. como Michael Moore, la desestabilización del Medio Oriente sería la voluntad de Washington primeramente y de Tel Aviv segundamente. ¿La guerra de Irak? Por el petróleo, evidentemente: «Por supuesto que eran los recursos energéticos de Irak. La pregunta no se plantea». Es un signo de estos tiempos, he aquí que Chomsky repite en coro el mismo refrán que pronunció Alan Greenspan, director de la Reserva Federal, quien en su libro The Age of Turbulence (2007) (Tiempos de Turbulencia) pretende revelar algo, algo que todo el mundo sabe ya: «lo más importante que estaba en juego en la guerra Irak era el control del petróleo en la región».

A estas falsedades hay que responderles con los análisis e investigaciones de James Petras Zionism, Militarism and the Decline of US Power (Sionismo, Militarismo y la decadencia del poderío de EE.UU.), o con el trabajo de Stephen Sniegoski The Cabal transparente o la obra de Jonathan Cook Israel and the Clash of Civilizations (Israel y el choque de civilizaciones): «Big Oil [el gran lobby del petróleo] que no promocionó la invasión de Irak, y que ni siquiera ha logrado controlar la extracción de un sólo pozo de petróleo, a pesar de la presencia de 160.000 soldados estadounidenses, de 127.000 mercenarios pagados por el Pentágono y el Departamento de Estado, e incluso con el apoyo de un gobierno títere, fantoche y corrupto en Irak».

¡No!, el petróleo no explica la guerra de Irak, ni explica la guerra en Afganistán, tampoco explica la agresión contra Siria por mercenarios fanáticos interpuestos, tampoco puede explicar la guerra planeada y programada contra Irán. Y ciertamente no es el lobby del petróleo el que tiene el poder de imponer una censura, un «gran tabú» en lo que respecta a Israel en toda la esfera mediática del planeta, sean estos el diario El País, o El Mundo, o ABC, o La Vanguardia en lo que respecta a España, o los diarios El Mercurio (Chile), El Comercio (Perú), El Espectador (Colombia), por no citar que algunos en Sudamérica). Todos repiten la misma cosa de diferentes maneras.

La cultura y tradición israelí de terrorismo de estado bajo bandera falsa

Un recordatorio es necesario para situar mejor el 11 de septiembre en un contexto histórico. Los Estados Unidos tienen una larga historia en la fabricación de falsos pretextos para desatar guerras. Podríamos retroceder el tiempo, volver al año 1845, para hablar de la guerra territorial expansionista desatada por los EEUU contra México. Guerra iniciada por provocaciones de la parte del gobierno estadounidense, en una zona contestada de la frontera con el Texas (el río Nueces según México, el Río Grande según los Tejanos) hasta que los enfrentamientos den al presidente James Polk (un tejano) la oportunidad de declarar que los mexicanos han derramado sangre americana en territorio estadounidense.

Después de la guerra, un diputado llamado Abraham Lincoln hizo reconocer por el Congreso la naturaleza falsa y mentirosa de este casus belli. A partir desde ese entonces, todas las guerras emprendidas por Estados Unidos lo han sido bajo falsos pretextos: la explosión del buque USS Maine en la bahía de La Habana para la guerra contra España por la posesión de la isla de Cuba, el hundimiento del cargo Lusitania para entrar en la Primera Guerra Mundial, Pearl Harbor para entrar en la Segunda Guerra Mundial, y el Golfo de Tonkin para prender el infierno del Vietnam. Sin embargo, analizando la auto-explosión del buque de guerra estadounidense USS Maine, que causó pocas muertes, esto, hablando apropiadamente, tiene que ver con el estratagema de operaciones de bandera falsa, pero en lo que respecta el caso estadounidense, las cosas no están todavía muy bien aclaradas.

En revancha, es un hecho comprobado y certificado que Israel tiene un pasado lleno de ataques y atentados de operaciones de bandera falsa, gran experiencia y peritaje en dicha materia. Si existiera un libro de historia mundial acerca de este tipo de estratagema  probablemente debería dedicar la mitad de sus páginas a Israel, a pesar que se trata de una joven nación de la historia contemporánea. La historia de las operaciones de bandera falsa de Israel comienza incluso antes que el estado de Israel sea creado, con el atentado a la bomba del hotel King David Hotel, cuartel general de las autoridades británicas en Jerusalén [la Palestina bajo mandato y administración británica].

El 22 de julio de 1946 por la mañana, seis terroristas del Irgun (la milicia terrorista comandada por Menahem Begin, más tarde futuro primer ministro del nuevo estado de Israel), vestidos como árabes penetraron en el edificio y depositaron alrededor de la columna de apoyo central del edificio 225 kg de explosivos TNT [dinamita], camuflados en bidones de leche, mientras que otros milicianos del Irgun desparramaban explosivos a lo largo de las vías de acceso al hotel para impedir la llegada de socorros u otra ayuda al lugar. Cuando un oficial británico sospecha de lo que están haciendo, se desata un tiroteo en el hotel y los miembros del comando prenden los explosivos antes de huir. La explosión mató a 91 personas, en su mayoría británicos, pero había también 15 judíos entre los muertos.

El estratagema fue repetido en Egipto durante el verano de 1954, con la Operación Susannah, cuyo objetivo era minar y comprometer la retirada británica del Canal de Suez, demanda exigida por el coronel Gamal Abdul Nasser, con el apoyo del presidente estadounidense Eisenhower. Esta operación también fue descubierta y solamente es conocida como el «Lavon Affair» (caso Lavon), llamada así por el nombre del Primer Ministro israelí que fue acusado como responsable. La más célebre y calamitoso de los ataques israelíes bandera falsa fue el atentado contra el barco de guerra estadounidense USS Liberty del 8 de junio de 1967 a lo largo de las costas de Egipto, dos días antes del final de la Guerra de los Seis Días; desde esa época, podemos ver que existe una profunda colaboración entre Israel y los EE.UU., la administración del presidente Johnson había encubierto e incluso alentado este crimen contra sus propios ingenieros y soldados. He mencionado estos dos casos en un artículo anterior, entonces no los volveré a desarrollar otra vez aquí.

 En 1986, el Mosad logró hacer creer que una serie de órdenes para ataques terroristas fueron dadas [lanzadas] a partir de Libia o desde las diversas embajadas libias en el mundo. Según Victor Ostrovsky, autor del libro Way of Deception, 1990) y ex -agente del Mosad, los servicios secretos israelíes utilizaron un sistema de comunicación especial llamado «Caballo de Troya», estos sistemas implantados o colocados por comandos israelíes dentro del territorio del país escogido. El sistema actúa como una estación de relevo para generar falsas transmisiones que eran en realidad enviadas desde un barco israelí e inmediatamente adaptadas y retransmitidas a la frecuencia utilizada por el Estado libio. Así como lo esperaba el Mosad, la NSA captó y descifró estas transmisiones que las interpretó como una evidencia de que los libios apoyaban el terrorismo internacional. Esto hechos están confirmados por los mismos informes y archivos del Mosad de hoy. Israel contaba con la promesa de Ronald Reagan de dar severas represalias a cualquier país sorprendido y en flagrante delito de apoyo al terrorismo.

Los estadounidenses cayeron en la trampa, trayendo consigo en esta inercia el apoyo británico y alemán [todos estos países engañados por el Mosad.] El 14 de abril de 1986, ciento sesenta aviones de EE.UU. arrojaron más de sesenta toneladas de bombas sobre Libia, el objetivo fueron principalmente los aeropuertos y bases militares. Entre las víctimas civiles de la parte libia se peude contar la hija adoptiva de Gaddafi, niña de tan solo cuatro años de edad. Este ataque estadounidense hizo fracasar un acuerdo para la liberación de rehenes norteamericanos secuestrados en el Líbano, y poder designar así al movimiento Hezbollah como enemigo número uno de Occidente.

La capacidad de manipulación del Mosad en aquella época puede ser ilustrada con otros dos ejemplos. Es el caso de dos historias analizadas por Thomas Gordon. El 17 de abril 1986, una joven irlandesa llamada Ann-Marie Murphy es embarca en un vuelo, sin que sepa exactamente lo que está pasando, con 1,5 kilos de Semtex [explosivo sintético] en un vuelo de Londres a Tel Aviv. Su novio, un paquistaní llamado Nezar Hindawi, fue arrestado cuando intentaba huir y refugiarse en la embajada de Siria. Ambos fueron en realidad manipulados por el Mosad, que obtuvó el resultado deseado: el gobierno británico de Margaret Thatcher rompió las relaciones diplomáticas con Siria. Pero está manipulación fue descubierta por un personaje importante (cómo lo contó, confesó y reveló el antiguo presidente francés Jacques Chirac al diario estadounidense Washington Times).

 En enero de 1987, el palestino Ismail Sowan, un topo trabajando para el Mosad y que había infiltrado la sección de la OLP (Organización para la Liberación de la Palestina) en Londres, recibe de un desconocido, supuestamente enviado por su jefe de la OLP, dos maletas llenas de armas y explosivos. Ismail Sowan comunica con sus contactos del Mossad, que lo hacen viajar, un ida y vuelta a Tel Aviv. Luego el Mosad lo denuncia a Scotland Yard [espionaje británico] como sospechoso en un proyecto de atentado islamista en Londres. Ismail Sowan es arrestado cuando llega al aeropuerto de Heathrow en la capital inglesa y es inculpado sobre la base de las armas encontradas en su casa. Resultado: el Mosad entra dentro del círculo íntimo de amigos y aliados del gobierno británico de Margaret Thatcher.

 Después del ataque del 26 de febrero 1993 [primer ataque] contra el World Trade Center, el FBI arrestó al palestino Ahmed Ajaj y lo identificó como terrorista vinculado al movimiento Hamas, pero el periódico israelí Kol Ha’ir demostró que Ajaj nunca había estado involucrado con Hamas o con la OLP. Según el periodista Robert Friedman, autor de un artículo publicado en [la revista] The Village Voice, 3 de agosto de 1993, Ajaj era en realidad un ladronzuelo arrestado en 1988 por fabricar falsos dólares, condenado a dos años y medio de prisión pero puesto en libertad después de un año solamente, Ajaj había hecho un acuerdo con el Mosad, él debía infiltrar los grupos palestinos para pagar su liberación anticipada al Mosad.

Tras su liberación, a Ajaj se le aplica un típico sheep-dipping [término inglés utilizado en los círculos de inteligencia y espionaje que designa la nueva identidad que se le otorga a un individuo] al ser encarcelado brevemente de nuevo, esta vez por intentar contrabandear armas con la facción [palestina] Fatah en Cisjordania. Por eso, con el atentado contra las Torres Gemelas en 1993, tenemos un precedente de prototipo de 11 de septiembre, en el cual está demostrado la responsabilidad de Israel en el terrorismo y su voluntad de culpar a los palestinos en su lugar.

Es interesante de recordar lo que fue escrito por Philip Zelikow conjuntamente con John Deutch en diciembre de 1998 en un artículo en [la revista] Foreign Affairs [publicación de los neoconservadores] titulado «Catastrophic Terrorism» (Terrorismo Catastrófico), imaginando —con respecto al ataque en 1993 al WTC (World Trade Center— que la bomba colocada hubiese sido nuclear, evocando un nuevo Pearl Harbor: «un tal acto de «terrorismo catastrófico» mataría a miles o decenas de miles de personas y afectarían las necesidades vitales de cientos de miles, tal vez millones de personas, sería un punto de no retorno en la historia de los Estados Unidos . Esto podría causar pérdidas humanas y materiales sin precedentes en tiempos de paz y socavaría totalmente el sentimiento de seguridad [existente] en los Estados Unidos al interior de sus fronteras, algo similar fue percibido cuando la Unión Soviética efectuó [la explosión de ] su primera bomba atómica en 1949, o tal vez sea peor. [...]. Como Pearl Harbor, este acontecimiento dividiría a nuestra historia entre un antes y un después. Los Estados Unidos podrían responder con medidas draconianas, la reducción de las libertades individuales [fundamentales en la sociedad civil], autorizando una vigilancia más estrecha de los ciudadanos, la detención de sospechosos [sin recursos legales] y el uso de la fuerza letal.»

 El 12 de enero de 2000, según el diario indio The Week, los oficiales del inteligencia y espionaje indio detuvieron en el aeropuerto de Calcuta once predicadores islamistas que se preparaban para embarcar en un vuelo con destino a Bangladesh. Eran sospechosos de pertenecer al grupo de Al-Qaeda y de querer secuestrar el avión. Se presentaron como siendo afganos habiendo vivido en Irán antes de pasar dos meses en India para predicar el Islam. Pero se descubrió que todos estos “predicadores” tenían pasaportes israelíes. El oficial indio de los servicios de inteligencia declaró después a la revista The Week que Tel Aviv «ejerció una presión considerable» («exerted considerable pressure») contra Nueva Delhi [capital política del gobierno en India] para hacerlos liberar.

Igualmente, un 12 de octubre pero del año 2000, en las últimas semanas de gobierno de la administración del presidente Bill Clinton, el destructor de la marina estadounidense USS Cole, en ruta hacia el Golfo Pérsico, recibió la orden desde su base situada en el puerto de Norfolk [EEUU] de atracar en el puerto de Adén, en Yemen, para un procedimiento inhabitual, ya que estos destructores son generalmente reabastecidos en alta mar por un petrolero-cargo de la Navy. El comandante del buque de guerra expresó su sorpresa y preocupación: el USS Cole había sido reabastecido recientemente de combustible en su entrada al Canal de Suez y Yemen es una zona hostil.

El USS Cole estaba en maniobra de atraque, cuando se le acercó un pequeña lancha, al parecer encaragada de evacuar los sacos de basura, cuando estalló contra el casco del buque de geurra, matando a 17 marineros e hiriendo a otros 50. Los dos «kamikazes» que piloteaban la lancha también perecieron en este «atentado suicida». El ataque fue atribuido de inmediato a Al-Qaeda, aunque Bin Laden no ha reivindicado esta operación terrorista y que los Talibanes niegan que sus «huéspedes» hayan podido estar involucrados. La acusación dio a Estados Unidos un pretexto para forzar al presidente yemení, Ali Abdullah Saleh a cooperar en la lucha contra el islamismo anti-imperialista, cerrando para iniciar trece campamentos paramilitares en su territorio. Además de eso, unas semanas antes de las elecciones presidenciales [en los EEUU], el ataque fue la Sorpresa de Octubre que llevó a Bush al poder.

John O’Neill estaba a cargo de la investigación del USS Cole. Trabajando en el FBI desde hace veinte años, experimentado especialista de la lucha contraterrorista. John O’Neill había ya investigado en 1993 sobre el atentado primer a las Torres Gemelas. Su equipo llegó a sospechar que Israel había disparado un misil desde un submarino contra el USS Cole: el agujero que perforó el casco del buque de guerra tenía un índice que indicaba el tipo de carga [o proyectil] utilizado y que la sola explosión de la lancha auxiliar para la evacuación de basura no podía explicar lógicamente el daño hecho al USS Cole. Las sospechas fueron compartidas por el presidente yemeni Saleh, quien invocó esto en una entrevista concedida a la revista Newsweek, la posibilidad de que el ataque se haya debido a una operación encubierta de Israel, «para degradar y dañar» las relaciones entre Yemen y los Estados Unidos.

 O’Neill y su equipo sufrieron los ataques y la hostilidad de la misma embajadora de los EE.UU., la Sra Barbara Bodine. Se les a prohibió además a O’Neill y su equipo de bucear para inspeccionar los daños [y los restos que podrían ser encontrados en el fondo marino del puerto]. Por último, aprovechando su regreso a Nueva York para festejar la fiesta norteamericana de Thanksgiving, la embajadora Bodine les negó la entrada de nuevo a Yemen. La tripulación del US Cole recibieron la orden de no hablar [ni de declarar nada] acerca de este atentado al Naval Criminal Investigative Service (NCIS) (Servicio Naval de Investigación Criminal NCIS).

En julio de 2001, O’Neill renunció al FBI. Se le ofreció poco después un puesto como jefe de seguridad en las torres gemelas del WTC, función que O’Neill debía comenzar a asegurar a partir del 11 de septiembre de 2001.
Su cuerpo fue encontrado sin vida en los escombros del World Trade Center después de estar desaparecido durante dos días. En cuanto a la Sra. Barbara Bodine, ella entró en 2003 a formar parte del equipo de la nueva Coalition Provisional Authority (CPA) (Autoridad Provisional de la Coalición) en Bagdad.

Laurent Guyénot


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