Revista Sociedad
12 años llevo en los libros de colores. Uno detrás de otro desde el 1 de diciembre del 2000.
He tenido mucha suerte.
He tenido un trabajo chulo. Ha sido agotador, estresante, aburrido, cansino, divertido, estimulante, absurdo, extraño, ridículo, extravagante, emocionante, espantoso, apabullante, agotador, increíblemente enriquecedor y muy curioso.
He conocido muchísima gente, una cantidad increíble de personas han pasado por mi vida en estos doce años. Personas extremadamente inteligentes con las que trabajar ha sido un auténtico placer. Personas extremadamente imbéciles con las que currar fue una absoluta tortura y una prueba durísima para mi paciencia. He conocido gente muy triste y gente con unos egos tan grandes que no daba crédito. He conocido a gente maravillosa con la que me he reído hasta llorar y tener agujetas. He conocido personas tan absolutamente simples que tenía que agarrarme a la silla para no pegarles. He conocido mentirosos compulsivos a los que cuando les exhibías su mentira ante los ojos se quedaban tan anchos. He conocido manipuladores profesionales. He conocido a completos gilipollas a los que me daban ganas de escupir. He conocido a muchos completamente inmunes a mi ironía que me miraban con ojos de foca monje. He conocido a profesionales maravillosos que tuvieron la amabilidad de perder su tiempo explicándome cosas que yo no sabía. He conocido a gurús llenos de prestigio profesional que en persona eran un bluf. He conocido a completos gilipollas que se creían el centro del universo.
He aprendido muchísimo. He aprendido a colocar un libro verde para que funcione, he aprendido a desechar libros rojos con solo un vistazo, sé cómo comprarlos, cómo medirlos, sé qué no hay que hacer con ellos. He aprendido a estar calladita esperando mi momento. He aprendido cuando tengo que ser transparente y cuando me tengo que hacer tan visible como un muro de hormigón. He aprendido que lo qué me gusta a mí, no le tiene porqué gustar a todo el mundo. He aprendido que cuando crees que sabes mucho de algo siempre puede llegar alguien que sepa más que tú y seguir aprendiendo. He aprendido a intentar (conseguirlo todavía no) controlar mi lengua y no soltar lo primero que se me pasa por la cabeza. He aprendido a ser medianamente diplomática. He aprendido a que mis animadversiones personales no interfieran en una relación laboral. He aprendido a que hay que trabajar duro para que algo salga bien…pero que puede no salir bien. He aprendido a estar alerta para que nadie se aproveche de tu trabajo a tu costa. He aprendido a pedir perdón cuando he metido la gamba. He aprendido a sentirme orgullosa de mi curro. He aprendido a defenderlo.
He disfrutado, he aprendido, me he reído, he llorado, me he emocionado, me he cabreado como una mona, me he ilusionado como una niña, he hecho el ridículo más espantoso, he sido malvada, me he vengado, he aprendido un montón de cosas sobre la vida y sobre mí misma.
Ahora ya no hay nada de eso.
Los libros de colores son un agujero negro, la nada absoluta. No lo llevo bien. De hecho lo llevo de puta angustia,. A veces no puedo más, pero casi no se nota porque me escondo detrás del humor negro. Cuando de verdad no puedo más, lloro en el coche, con mi llanto asqueroso hecho de sollozos y arcadas..y luego canto, a voz en grito, No surrender.
Nunca pensé que estaría aquí 12 años.
Lo que más me aterra es seguir aquí dentro de otros 12. Aunque claro, lo reconozco, visualizarme con el pelo blanco en plan abuela cebolleta recibiendo la insignia de oro y metracrilato de los libros de colores por ser la empleada más antigua puede tener su gracia..
Este post es para todos los buenos que ya no están aquí, los que llegaron conmigo. Ya no queda ninguno. ¡Me habéis dejado sola..cabrones! Y para mis compañeros de la pradera…los últimos de filipinas.
He tenido mucha suerte.
He tenido un trabajo chulo. Ha sido agotador, estresante, aburrido, cansino, divertido, estimulante, absurdo, extraño, ridículo, extravagante, emocionante, espantoso, apabullante, agotador, increíblemente enriquecedor y muy curioso.
He conocido muchísima gente, una cantidad increíble de personas han pasado por mi vida en estos doce años. Personas extremadamente inteligentes con las que trabajar ha sido un auténtico placer. Personas extremadamente imbéciles con las que currar fue una absoluta tortura y una prueba durísima para mi paciencia. He conocido gente muy triste y gente con unos egos tan grandes que no daba crédito. He conocido a gente maravillosa con la que me he reído hasta llorar y tener agujetas. He conocido personas tan absolutamente simples que tenía que agarrarme a la silla para no pegarles. He conocido mentirosos compulsivos a los que cuando les exhibías su mentira ante los ojos se quedaban tan anchos. He conocido manipuladores profesionales. He conocido a completos gilipollas a los que me daban ganas de escupir. He conocido a muchos completamente inmunes a mi ironía que me miraban con ojos de foca monje. He conocido a profesionales maravillosos que tuvieron la amabilidad de perder su tiempo explicándome cosas que yo no sabía. He conocido a gurús llenos de prestigio profesional que en persona eran un bluf. He conocido a completos gilipollas que se creían el centro del universo.
He aprendido muchísimo. He aprendido a colocar un libro verde para que funcione, he aprendido a desechar libros rojos con solo un vistazo, sé cómo comprarlos, cómo medirlos, sé qué no hay que hacer con ellos. He aprendido a estar calladita esperando mi momento. He aprendido cuando tengo que ser transparente y cuando me tengo que hacer tan visible como un muro de hormigón. He aprendido que lo qué me gusta a mí, no le tiene porqué gustar a todo el mundo. He aprendido que cuando crees que sabes mucho de algo siempre puede llegar alguien que sepa más que tú y seguir aprendiendo. He aprendido a intentar (conseguirlo todavía no) controlar mi lengua y no soltar lo primero que se me pasa por la cabeza. He aprendido a ser medianamente diplomática. He aprendido a que mis animadversiones personales no interfieran en una relación laboral. He aprendido a que hay que trabajar duro para que algo salga bien…pero que puede no salir bien. He aprendido a estar alerta para que nadie se aproveche de tu trabajo a tu costa. He aprendido a pedir perdón cuando he metido la gamba. He aprendido a sentirme orgullosa de mi curro. He aprendido a defenderlo.
He disfrutado, he aprendido, me he reído, he llorado, me he emocionado, me he cabreado como una mona, me he ilusionado como una niña, he hecho el ridículo más espantoso, he sido malvada, me he vengado, he aprendido un montón de cosas sobre la vida y sobre mí misma.
Ahora ya no hay nada de eso.
Los libros de colores son un agujero negro, la nada absoluta. No lo llevo bien. De hecho lo llevo de puta angustia,. A veces no puedo más, pero casi no se nota porque me escondo detrás del humor negro. Cuando de verdad no puedo más, lloro en el coche, con mi llanto asqueroso hecho de sollozos y arcadas..y luego canto, a voz en grito, No surrender.
Nunca pensé que estaría aquí 12 años.
Lo que más me aterra es seguir aquí dentro de otros 12. Aunque claro, lo reconozco, visualizarme con el pelo blanco en plan abuela cebolleta recibiendo la insignia de oro y metracrilato de los libros de colores por ser la empleada más antigua puede tener su gracia..
Este post es para todos los buenos que ya no están aquí, los que llegaron conmigo. Ya no queda ninguno. ¡Me habéis dejado sola..cabrones! Y para mis compañeros de la pradera…los últimos de filipinas.