Revista Ilustración
Recuerda chico esto es rock & roll Burning
I. Conduzco por un carretera comarcal de noche. Ella viene detrás. Me siento seguro cuando está cerca, eso es. Escucho un viejo directo de Los Enemigos y pienso en Todas las chicas besan con los ojos cerrados. Una sucesión de momentos que se muestran inolvidables. Viene en el libro y si está escrito es que es verdad. Apenas 7 kilómetros: tráfico, rotondas, luces cortas y señales indicativas de curvas peligrosas. En 7 kilómetros puedes pensar muchas cosas. Puedes morir. Disfruto conduciendo con las ventanas bajadas mientras el viento golpea mi pelo, tal vez, demasiado largo. Mientras escucho la música, tal vez, demasiado alta.
II. A estas alturas de la película he decidido profetizar sobre los pequeños detalles, porque de ellos será el reino de Dios. Entonces recuerdo que esta entrada de blog, la que ahora escribo, es la 1500. Un número redondo. Un epitafio. Una razón para celebrar. Creo en la inutilidad de los blogs, en la persitencia de querer dejar constancia de algo que no interesa a nadie. Yo no leo blogs. Tú tampoco. Pero me gusta escribir, me gusta entrenar un poco, no perder el aceite que engrase el motor de mis dedos. De mi cabeza. Para el aceite del corazón están las musas.
III. Esta ciudad es demasiado pequeña. Intenté huir de ti, escaparme, esconderme. Intenté dejar la literatura, dejar de leer, dejar de pensar en ti. Lo intenté todo. Aquello que podía esperarse de una persona normal. Y comencé a vestirme bien, a limpiar mis zapatos y a mirar el reloj. Lo único que conseguí fue aplazar el momento. Aquel beso. Aquella revolución implacable sin claveles ni fados. La dinamita que hizo saltar por los aires hasta el nudo de corbata mejor hecho. Y luego nosotros, caminando por la oscuridad, lejos del hastío y del mundo. Y ahora aquí tumbados, desnudos. Preparados para conciliar el sueño. Después de tanto tiempo sin soñar, sinceramente, ya es hora. IV. 7:12 A.M. Café largo. Cigarro corto. Beso. Miradas furtivas. Ropa interior por el suelo, aún. Pijamas desdoblados. Zapatillas atadas. Las prisas. Estás preciosa, digo. Sonrisas pre-cafeína. Las malas costumbres. La velocidad de los acontecimientos. El dolor oscuro. Los encantamientos y otros juegos de magia. Negra. Blanca. Las notas sobre el frigorífico. Las notas por todas partes. Dentro. Fuera. Es demasiado temprano para entablar una conversación, por eso esperamos a que Hotmail o Facebook abran sus puertas, de par en par, para estechar el vocabulario que por la mañana, recién incorporados, no sabemos delimitar. Hay cosas que las palabras no alcanzan. Y eso, para un escritor, es frustrante.