Revista Diario
17 de octubre de 1945, fecha en que las masas obreras rescatan a Perón del confinamiento y el olvido; parecería que todo ya se ha dicho al respecto. Infinidad de libros y trabajos sobre el tema así la certifican. Sin embargo poco se dice, porque poco se sabe, de uno de los dos sujetos centrales, protagonistas de esta historia: el pueblo. Lo real, lo concreto, la visible es que la gente sale a la calle a pedir por Perón y triunfa en su demanda, ante todo un sistema político y social, un “establishment” más que confundido que no sabe de donde salió esa “chusma” (como la denomina despectivamente) que nada tiene que ver con el modelo de obrero “ciudadano”, pulcro y atildado con el que está acostumbrado a tratar. Al respecto, basta con leer la portada del diario opositor “Crítica” cuando con un título destacado, expresa: “Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población”.
Un sagaz Raúl Scalabrini Ortiz, pondrá las cosas en su justo término:
“Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas, cubiertas de pringues, de restos de brea, de grasas y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe (...) Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión (...) Era el subsuelo de la patria sublevado, era el cimiento básico de la nación que asomaba...”.
¿Y cuál era el grito que los hermanaba?. Uno tan fuerte como un cañonazo y tan estentóreo como un rugido onomatopéyico: “¡Queremos a Perón!” Y puedo seguir preguntándome: ¿Por qué Perón sí y otro no? Dejemos que dos protagonistas de esta historia lo cuenten con sus propias palabras.
Josefa Buela para octubre del ’45 trabajaba en la fábrica de medias “Minué”. “Yo trabajaba en esa fábrica hasta los días domingo. Como era menor de edad, una vez vinieron los inspectores y para que no me vieran,
los patrones me encerraron dos horas en el baño. Teníamos que limpiar los pisos y la heladera. Y si protestábamos, a la calle. El obrero no tenía derecho a ninguna queja; si levantábamos la voz nos hacían llevar por la policía. Cuando Perón se hizo cargo de la Secretaría de Trabajo todo cambió. El 17 de octubre es imposible de describir: fue como si Dios hubiera bajado al balcón y nos hablara. Porque lo que Perón nos decía, nos daba tanto estímulo para vivir que es imposible decirlo con palabras. El resultado fue que a ningún obrero, con él en el gobierno, le faltó comida, ni ropa, ni trabajo....”.
Oscar Esteban Ubalde, con 20 años, trabajaba en la usina incineradora de residuos de Chacarita, ubicada en la calle Rodney entre Guzmán y Jorge Newbery. Cuenta que: “Quemábamos basura todo el día en un horno grandísimo. Venían las chatas con la basura y la descargaban en una plaza. Yo tenía que rastrillarla hasta las bocas del horno. Yo era un pibe muy jovencito y no era muy lindo tener que estar allí empujando basura. Pero para colmo, después de laburar, no tenías agua caliente para bañarte, ni en invierno ni en verano. ¿Sabés lo que era bañarse con agua fría cuando salías del turno de 24 a 6 de la mañana? Cuando subió Perón pusieron el agua caliente y prohibieron el horario nocturno”.
El 17 de octubre de 1945, los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional. Nada en nuestro país volvería a ser igual.