No me gusta tener que celebrar este día, porque, todos los días deberían ser para la infancia. No soporto la idea de saber la cantidad de niños que hay sufriendo en el mundo, de hambre, de maltrato...He tenido que evitar estos días las noticias (hasta donde he podido), porque, la sola imagen de un grupo de niños en Filipinas, tras el tifón, pidiendo a pie de carretera porque tienen hambre, muertos de frío, sin familia...me destroza las entrañas.
Y lo escribo tras venirme hoy al trabajo, rota de dolor, al dejar a mi hija pequeña llorando, desconsoladamente, porque no quería que me viniese a trabajar esta noche, en realidad no quiere que venga a trabajar ningún día, pero hoy, le ha costado muchísimo más.
Los niños deberían estar exentos de cualquier sufrimiento, de cualquier enfermedad, de cualquier dolor.
Hoy prefiero centrarme en proyectos que, de alguna forma, hacen mucho menor el sufrimiento de los pequeños, y, en este caso, me detengo en Pallapupas. Os imagináis una enfermedad larga de un pequeño? Pensais en esas salas y habitaciones tan "estupendas" que tenemos en nuestros hospitales? Ellos hacen la estancia de los niños más que llevadera en la planta, en la UCI, antes de entrar en quirófano, pero, os pongo el manifiesto de Pallapupas, porque no tiene desperdicio:
Con nuestra labor contribuimos a la humanización de los procesos hospitalarios ya la prevalencia del sujeto por encima de la enfermedad mientras dure este proceso. Hoy en día muchas personas viven su enfermedad con mucha soledad, y es por este motivo que ponemos el teatro al servicio de la sanidad, contribuimos a su humanización, llenando los espacios de vida a través de la risa.
Proponemos el humor como herramienta fundamental para poder hacer frente a las situaciones adversas que se viven en torno a la enfermedad. La risa ayuda a canalizar la tensión, el miedo y la ansiedad que muchas personas sufren ante esta situación y, por este motivo, queremos acompañarlas con lo que mejor sabemos hacer: teatro. Sin duda ayuda a poder hacer frente a este momento vital con más optimismo.
Risa para niños para que sean más niños y menos enfermos.
Risa para personas mayores porque entendemos el humor como signo de vitalidad.
Teatro para personas que padecen alguna enfermedad mental, como forma de expresión en su lucha contra el estigma.
Si cuidásemos como debemos a nuestros pequeños, estaríamos asegurándonos un futuro repleto de respeto y consideración.