El grupo de espíritus/aparecidos/zombies/caníbales sureños de Pleasant Valley que ya hicieran de las suyas en la primera parte (2001 Maníacos) vuelven en esta secuela, en la que deciden que si los norteños no van al sur, los sureños irán al norte. Los miembros del equipo de rodaje de un reality show será sus primeras víctimas.
Foto de familia de este grupo de simpáticos caníbales sudistas y sureños.
2001 Maniacs: Field of Screams es una nefasta secuela de 2001 Maniacs (2005), remake a su vez de 2000 Maníacos (1964) todo un clásico de culto ciertamente influyente en el cine de terror posterior. El remake de 2005, dirigido por Tim Sullivan, es una película que, pese a no ser ninguna maravilla, si es entretenida, cuenta con Robert Englund como gran reclamo y tiene algunos aspectos y cositas que llaman la atención y por las que merece la pena echarle un vistazo. Pero creedme: esta secuela, dirigida también por el señor Sullivan, no tiene ni pies ni cabeza y no hay por dónde cogerla...La formúla la hemos visto con anterioridad mil veces: grupo de jóvenes perseguidos por grupo de asesinos. En esta ocasión, las víctimas de estos psychokillers caníbales sureños del más alla son los miembros del equipo de rodaje del reality-show "Road Rascals", clara parodía del que en su dia protagonizaran Paris Hilton y Nicole Richie (The Simple Life). Este grupo de descerebrados (realmente ridículo y estrambótico) será masacrado con cuentagotas por los lugareños de Pleasant Valley, con el Mayor Buckman a la cabeza, personaje interpretado por un Bill Moseley que, pese a ser un actor de cierta calidad y pródigo en el género, no logra que olvidemos al gran Robert Englund, a quien sustituye.
La historia contiene escenas gore y sangre en cantidades industriales, con unos efectos especiales decentes y cumplidores, pero que en ningún momento superan la originalidad de las muertes del film anterior de la que esta película es secuela. Además, parece que han intentado suplir cualquier atisbo de calidad narrativa o brillantez en el guión a base de chicas ligeritas de ropa que enseñan pechuga a la más mínima ocasión, cosa que habrá quienes lo agradezcan. En definitiva, secuela mala, pésima, una suerte de fotocopia barata de 2001 Maniacs en la que el mismo director trata de introducir algo de humor respecto al film de 2005, resultando una historia zafia, chabacana y sin interés. Una pérdida de tiempo.