Revista Cultura y Ocio
A lo largo de la historia del cine no han sido pocas las películas que han recreado el fin del mundo de las formas más dispares: puede que los alienígenas destruyan todo rastro de civilización como en La Guerra de los Mundos, la humanidad quizá se vea amenazada por un virus que transforma en vampiros o zombis a las personas como en Soy Leyenda o 28 Días Después, un meteorito y otras fuerzas naturales son capaces de barrernos del mapa con facilidad al estilo Deep Impact o El Día de Mañana; y, si conseguimos salvarnos de todo esto, ya nos encargaremos nosotros mismos de exterminarnos unos a otros y provocar un futuro similar al de Mad Max o El Planeta de los simios.
Puede decirse que el director Roland Emmerich se ha especializado en este tipo de catástrofes y alterna películas más aventureras como Stargate o El Patriota con otras puramente apocalípticas: la mencionada El Día de Mañana y la que hoy nos ocupa, 2012. En esta ocasión (y en un tiempo récord, apenas año y medio después del estreno de 10.000), el director alemán une fuerzas con su compositor habitual para escribir un guión que recoja las profecías mayas acerca del fin del mundo en el cada vez más cercano 2012 y sus devastadoras consecuencias, con una leve explicación científica de la situación.
A lo largo de más de dos horas y media, los espectadores somos testigos de la completa destrucción del mundo por terremotos, tsunamis y explosiones de volcanes; cortesía de los asombrosos efectos especiales de 2012, que constituyen el mayor reclamo de esta película y justifican su visionado en una pantalla de cine. A pesar de su duración y la abundancia de tópicos propios del género, la película consigue entretener; sobre todo en los momentos iniciales, llevados con pulso y humor y que dan paso a un final un tanto desinflado, totalmente opuesto al de la recién estrenada Señales del Futuro. Además, y como era de esperar, el filme destila cierto patriotismo que suele acompañar a este tipo de producciones y, por tanto, no desentona.
El reparto de esta catástrofe final para el planeta Tierra cumple con su función y consigue representar a los arquetipos propios de estas películas: a la disfuncional familia protagonista con el solvente John Cusack a la cabeza y Amanda Peet (quien ya coincidió con Cusack en Identidad) se le unen políticos interesados como el que interpreta el secundario de lujo Oliver Platt, científicos preocupados (Chiwetel Ejiofor, todo un American Gangster), presidentes afroamericanos con hijas comprometidas socialmente (Danny Glover y Thandie Newton, ligada a la política desde encarnar a Condoleezza Rice en la fallida W.), lunáticos con más razón que un santo (el siempre sorprendente Woody Harrelson) y muchos otros ricachones que se preocuparán por su futuro y dejarán de lado a la raza humana.
2012 resulta una película entretenida, especialmente por sus abrumadores efectos especiales, aunque un tanto tópica. Respecto al alarmismo que pueda desencadenar, seguramente habrá que dar la razón al mismísimo John Cusack, quien afirmaba en una entrevista reciente que sería bastante extraño que el mundo no terminase dada la importancia que se da hoy en día a la telebasura y otras mentiras de mayor calibre, dejando de lado todo aquello que realmente importa.
Finalmente, me gustaría agradecer la mención del compañero Néstor de El Cine de Hollywood a este humilde blog al entregarnos el Premio Escrito de Oro.