Un año más, me dispongo a elaborar el balance de lo acontecido en el ámbito de la literatura juvenil en España durante los últimos doce meses. Y para ello lo primero que quiero hacer es recordar mis palabras del balance del año anterior:
“Desde El Tiramilla esperamos que de cara a 2012 el profesional del mundo del libro juvenil se replantee su producción y empiece a contar algo nuevo, porque de lo contrario seguiremos estancados”.
Aquel balance estuvo protagonizado por la ausencia de calidad en la literatura para jóvenes. Los redactores, alarmados ante una posible involución, decidimos reflejar nuestras ideas en un texto que tuvo mucha repercusión. Irina C. Salabert, directora de la editorial Nocturna, comentó lo siguiente:
“Que un tipo de literatura tan infravalorado como lo es la juvenil se reivindique con las mismas exigencias que se aplican a la de adultos, y que lo haga un medio tan profesional y fiel a sus principios como El Tiramilla, es notable y necesario. […] Esperamos que vuestro balance del 2012 pueda llegar a ser positivo; por nuestra parte, nos esforzaremos para que así sea.”
Y ahora, la pregunta que todos debemos hacernos es: aparte de la caída de las ventas un 10%, ¿qué ha ocurrido en 2012 con la literatura juvenil? ¿Hemos alcanzado nuestros propósitos? Y la respuesta de El Tiramilla es contundente: en parte, sí. Pero sólo en parte. La literatura juvenil en España vive un momento crucial, un momento que determinará su futuro, más allá de los porcentajes de ventas, que por otro lado no son tan negativos como cabría esperar. Los booms literarios de los últimos años lograron una mayor visibilidad de los catálogos juveniles, y por fin creemos que estamos empezando a sacar provecho de esta visibilidad para ofrecer nuevos productos de calidad y evitar el retorno al olvido. Sin embargo, el verdadero lado negativo es que lamentablemente todavía nos queda la tarea de ofrecer estos productos de la pluma de autores patrios. Es decir, consideramos un avance importante el hecho de que nuestras editoriales estén elaborando catálogos basados en la calidad y el respeto hacia el lector adolescente, pero echamos en falta más producto nacional de calidad. Prueba de ello es que en el Ranking de los Mejores Libros Juveniles de 2012, ya disponible, sólo hay dos títulos escritos por autores españoles: Lengua de gato, de J. A. Ramírez, publicado por la editorial Edelvives y posicionado en el décimo lugar; y Mejor Manolo, de Elvira Lindo, publicado por la editorial Seix Barral y posicionado en el octavo lugar.
Otro género que nos vemos obligados a mencionar es el de los cuentos clásicos. La moda de los clásicos machacados y los clásicos adaptados todavía está lejos de remitir, y un año más encontramos verdadero interés en esta vieja literatura condenada a la resistencia. Cinder, publicada por la editorial Montena, está considerada una Cenicienta moderna; y la editorial Alfaguara ha presentado Blancanieves y la leyenda del cazador como una nueva versión del clásico. Esta novela, además, es fruto de una de las tres adaptaciones cinematográficas de Blancanieves que hemos podido disfrutar en 2012. Y es que la literatura y el cine no han dejado de estrechar lazos. El mundo del celuloide continúa sirviéndose generosos platos de literatura para jóvenes para después vomitarlos (en el sentido neutral de la palabra) a veces no siempre al gusto de los lectores. Quizá Los juegos del hambre sería un buen ejemplo de una adaptación bien recibida, y en el lado contrario podríamos situar Caballo de batalla (War horse), que quizá peca de un guión en exceso libre. Precisamente el auge de las adaptaciones de libros juveniles está dando lugar a una mayor permisividad de los defensores de la lealtad al libro, logrando hacer entender la brecha entre el formato literario y el cinematográfico, tan difícil de salvar con fidelidad. Adaptaciones como las de La invención de Hugo Cabret, El hobbit, Diario de Greg, Tengo ganas de ti o el desenlace de la serie Crepúsculo han marcado los pasos de esta tendencia.
2012, el año en que Madrid ha acogido dos importantes espacios literarios (la Casa del Lector y La Central de Callao), ha sido también el año del tricentenario de la Biblioteca Nacional y el bicentenario de dos grandes acontecimientos: el nacimiento de Charles Dickens (Oliver Twist), conmemorado en diversos eventos; y la publicación de los cuentos de los Hermanos Grimm (Pulgarcito), festejada con ediciones especiales. También Bram Stoker (Drácula) nos ha recordado que lleva 100 años sepultado, y Tarzán otros 100 colgando de las lianas. James M. Barrie (Peter Pan), 75 años muerto, y el genial Hans Christian Andersen (La sirenita) nos ha sorprendido a todos con un pequeño cuento que había permanecido inédito y perdido: La vela de sebo. Por su parte, Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas) ha cumplido 180 años, que se dice pronto, y nuestro prolífico Jordi Sierra i Fabra, Premio al Autor Juvenil Comprometido 2012, ha celebrado sus 40 años como escritor publicando sus memorias. Por último, los amantes de la viñeta seguro que no han olvidado los 20 años del nacimiento de Bola de dragón, los 30 de la aparición del Salón del Cómic de Barcelona y los 50 del superhéroe Spiderman. Efemérides que durante 2012 han generado multitud de eventos conmemorativos para los jóvenes lectores. Efemérides a las que por desgracia este año hemos de sumar otras: las muertes de personalidades como Esther Tusquets (importante editora de libros para jóvenes), Maurice Sendak (autor de Donde viven los monstruos), Ray Bradbury (autor de Fahrenheit 451) o Emili Teixidor (autor catalán Premio Nacional de LIJ en 1997).En relación con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, arriba mencionado, también cabe comentar que en 2012 la ganadora ha sido Laura Gallego por Donde los árboles cantan, una obra que, aunque desde El Tiramilla no valoramos positivamente, ha servido para reconocer la trayectoria de esta escritora tan querida por todos nosotros. El listado de obras juveniles premiadas en 2012 lo completan títulos como El hijo del boticario (Premio Jaén), Un fragmento de noche en un frasco (Premio Everest), La corona Tartesia (Premio La Brújula), Pomelo y limón (Premio Hache), Mírame y dispara (Premio Ellas Juvenil Romántica), El festín de la muerte (Premio Gran Angular), Al otro lado de la pantalla (Premio Jordi Sierra i Fabra), La isla de Bowen (Premio Edebé) o Antares (Premio Alandar). El Premio La Galera se conocerá pasado mañana y el Premio As de Picas, que en 2011 quedó desierto, en 2012 tampoco ha proclamado un ganador.
Llegamos al final de este balance con la sensación de que hemos hecho un buen repaso al año literario, ¿verdad? Ahora me gustaría, en nombre del equipo de El Tiramilla (como todo lo presentado en este estudio), retomar la reflexión que hacíamos al comienzo para expresar nuestra confianza en esta literatura. Consideramos que en 2012 hemos dado un paso importante con la estimación del lector juvenil. Ahora sólo queda seguir trabajando y exigir calidad a los autores españoles de los libros que consumen los adolescentes (y los que no lo somos). Gracias, una vez más, por compartir nuestra ilusión y espíritu crítico con la literatura juvenil. Comienza 2013.