04/09/2012. Después de la oscuridad, 1958, Mervyn Le Roy, USA
Tenebroso melodrama psicológico en el cual las sombras duras de la fotografía de Joseph Biroc, la penetrante sensación de ambigüedad y la formalización al tiempo elegante, barroca y agresiva de Le Roy –juegos de miradas, encuadres de estudiada geometría, picados y contrapicados…- se imponen sobre cualquier tentación tremendista y/o folletinesca. El conjunto es un film de notable modernidad en su momento y triste olvido actualmente -pese a contener una de las mejores interpretaciones de una Jean Simmons que ni tiene miedo al patetismo, ni fuerza la nota- resentido por su acumulación de temas “fuertes”: de la evolución de la masculinidad, a la asfixia de las pequeñas comunidades, pasando por los celos enfermizos, la frustración sexual, los conflictos raciales subterráneos, el precio de la libertad personal y el paso a la madurez; todo ello contenido en la peripecia de una joven mentalmente inestable a la búsqueda de si misma en el contexto de la América de los 50. Quizás su análisis psico-sociológico no llegue a tener la capacidad demoledora de un Sirk, pero frente a la virulenta ironía y el sentido del delirio (plástico y dramático) de este, ofrece unos turbadores contornos noir y una dureza de tono que la vuelven una pieza particularmente agreste, poco dada a las facilidades y sin preocuparse por la simpatías del público.
05/09/2012. El odio, Mathieu Kassovitz, 1995, Francia
La película de moda del curso 94/95 a la cual el tiempo ha tratado de modo inclemente al exponer toda la obviedad de su discurso, tanto estético como sociológico, en ambos casos nacido de la intención, válida, de estilizar la realidad y no de documentarla. Cine de los 90 en múltiples sentidos, de impacto inmediato y escasa consistencia, con una primera hora de aclimatación del cine de agitación del (gran) Spike Lee de Haz lo que debas que todavía se sostiene y una última media, en especial el vagabundeo por un Paris fantasmal, insufrible por sus pretensiones metafóricas, autoconscientes y poéticas.
07/09/2012. Pan, oro, revolver, Samvel Gasparov, 1980, URSS
Un Estern, algo así como el spaghetti-western soviético, donde el especialista en el tema Samvel Gasparov propone un tebeo ambientado durante la guerra entre Rusos Blancos y Rusos Rojos -heroicos y valerosos estos, por supuesto, prácticamente en off o deshumanizados los otros y directamente pérfidos y traicioneros los neutrales- en el cual una serie de dispares personajes tendrán que asociarse para llevar a cabo sendas entregas de grano para un orfanato y reservas de oro para el partido. Estupendamente fotografiada, con un score demencial y cierto punto de estilización, si uno se abstrae de su grosería ideológica disfrutará de una acelerada hora de cine popular ruso, entre las aventuras y las hazañas bélicas, y constatará que el mundo está lleno de cine rarísimo.
11/09/2012. El crimen desorganizado (I Went Down), Paddy Breathnach, 1997, Irlanda
Un chaval recién salido de la cárcel se mete en lios por defender a un amigo de unos mafiosos. En desagravio tendrá que hacer un trabajito consistente en localizar y entregar a un viejo compinche del jefe local, evidentemente todo se complicará y más con la ayuda de una calamitoso criminal de tercera que le sirve de ayuda cualificada. Escrita por el dramaturgo Conor MacPherson un film casi con rango refundacional del cine negro a la irlandesa, apartándose en cierto modo de la estela del gran Neil Jordan aunque compartiendo aspectos como la mixtura de fábula y costumbrismo, si bien mediante un tono diferente, o de las temáticas relacionadas con el IRA para plantear una comedia itinerante donde convergen lo sentimental y lo cafre, la estilización y la cutrez, dentro de un conjunto a la par melancólico y vitalista. Algo alargada pero compensada por su frescura y por las brillantes interpretaciones, en especial un Brendan Gleeson directamente icónico.
18/09/2012. Agnosia, Eugenio Mira, 2010, España
Elegante y ambiciosa, circunspecta e incatalogable, una de esas rarezas que el cine español alumbra con cada vez menos frecuencia y que nunca se sabe muy bien como vender. Ni thriller, ni melodrama, ni fantastique: un folletín. Uno en el cual no faltan ni complots para hacerse con fantabulosos inventos, ni muchachas desgraciadas, ni héroes a su pesar, ni romanticismo desaforado, ni localizaciones tenebrosas, ni siniestras organizaciones criminales… Un Carrere o un Leblanc pero con mayor gravedad y menor sentido del delirio y/o la desfachatez y, en cualquiera caso y pese a las múltiples cojeras del resultado, un intento más que digno de apartarse del sota, caballo y rey del cine español en el cual, y aunque se mira en la plástica de producciones extranjeras contemporáneas -en El prestigio, más que nada-, no faltan menciones de buen gusto a un cine nacional pretérito e igualmente descabellado en su día, algo a lo cual no es ajeno la venerable, y estupenda, presencia de Jack Taylor.
20/09/2012. Estos son los condenados, Joseph Losey, 1963, GB
Una de las películas más extrañas de la Hammer y también de la carrera británica de Losey, en parte por estar producida por la Hammer, por cierto. Perturbadora en su denso blanco y negro, saturada de implicaciones/pulsiones de todo tipo fusiona dos relatos en uno mediante una ruptura de argumento/tono donde se pasa del drama criminal anómalo a la ciencia-ficción pesimista. Durante la primera mitad asistimos a la persecución por parte de un psicótico Teddy Boy, incendiario Oliver Reed, a un turista americano del cual se ha enamorado su hermana en una localización costera de postal convertida en amenazante; no solo gracias a los pequeños datos excéntricos al relato que se nos van dejando, sino a la misma planificación estilística de Losey. En la segunda se nos introduce, en cambio, una terrible conspiración que tiene por objeto mantener encapsulados a nueve niños atómicos; resultando esta parte muy coherente con la naturaleza y la plástica de la seca e implacable sci-fi británica de la época.
21/09/2012. El patrullero, Alex Cox, 1991. México
Alex Cox cruza la frontera en busca del alter-realismo mexicano y consigue su mejor, o al menos las más equilibrada, de sus películas, descendiendo desde la tragicomedia impresionista de un joven patrullero destinado al norte del país, hasta el imaginario moral, estético y vital del western para terminar en la amargura. No faltan los toques oníricos, el humor cabrón y el sentido de la observación, todo capturado con un estilo brioso, algo desmañado quizás, pero lleno de secuencias y encuadres que demuestran una gran elaboración, con buen uso dramático del off y excelentes composición que dan protagonismo y peso expresivo al paisaje. Cox bien se merece una revisión, por su extravagancia, su insobornable independencia y los descaradamente suicida de su sentido del cine.
23/09/2012. El rostro, Antonia Bird, 1997, GB
La historia del último y desastroso golpe de una banda de ladrones profesionales cuyo líder, antiguo militante comunista, siente remordimientos de su presente en relación a su comprometido pasado; elemento, este, por completo accesorio en la película y que solo sirve para introducir unos flashbacks paupérrimos y repetitivos. Cuando se centra en la pura peripecia de honor entre criminales queda un thriller lo suficientemente seco, con su tono británico distintivo afeado por una banda sonora impertinente, introducida por sistema en los momentos más inapropiados, y por algunas gratuitas moderneces muy años noventa que, al final, se sostiene en un muy buen conjunto de actores que aportan credibilidad tipológica y en una trama arquetípica, que equivale a decir “indestructible”.
24/09/2012. No controles, Borja Cobeaga, 2010, España
Comedia romántico-patética que prorroga el espíritu de Pagafantas, aunque dulcificando distintos aspectos, adoptando un formato vodevilesco y pareciendo (casi) un (muy divertido) piloto televisivo, de puesta en escena sencilla y funcional aunque no desprovisto de detalles cómicos en segundo plano. Muy bien interpretada, con descubrimientos de talentos para el género insospechados, y un uso de los característicos que conecta el film con la tradición española. Pese a cualquier pega que pueda ponérsele la película funciona y divierte sin avergonzarse (ni avergonzar), suponiendo un tipo de cine comercial sano.
26/09/2012. Kavkazskaya plennitsa, ili Novye priklyucheniya Shurika (Rapto a la caucasiana o las nuevas aventuras de Shurik), Leonid Gaidai, 1966, URSS
Astracanada soviet-pop que permite descubrir el talento del comediógrafo Leonid Gaidai, uno de esos nombres del cine ruso de fuera de los circuitos de la cinefilia. Es una secuela/ampliación de distintos cortos y largos anteriores con el mismo personaje central, el atontolinado Shurik, aquí metido a folklorista recorriendo el Cáucaso en busca de costumbres ancestrales, y un trío de cómicos muy populares en el país -Yuri Nikulin, Georgi Vitsin y Yevgeni Morgunov- que venían a ser la versión soviética de Los Tres Stooges, con los cuales compartían tipología y capacidad para someter al absurdo cualquier lógica, reconfigurándola a su imagen y semejanza. Con ellos el film se abre al humor surreal ,pero tampoco discrimina entre recursos del cine mudo o de los dibujos animados, influencias de la comedia checa contemporánea, musical popero, toques sexy o sátira, disfrazada de tontorrona pero por completo maliciosa. La historia, torpedeada de continuo por los chistes irrefrenables, trata sobre una encantadora muchachita que la autoridad local del partido –corrupto al completo- desea como esposa, engañando para conseguirla al por Shurik con una costumbre local consistente en secuestrar a la novia. A descubrir.