01/03/2013. En el nombre del pueblo italiano, Dino Risi, 1971, Italia
Una comedia, por decir, demoledora sobre un implacable juez empeñado en relacionar a un empresario pluricorrupto con la muerte de una joven prostituta. Por el camino desentrañará una red infinita de culpabilidades y delitos, pero en cambió certificará su inocencia en ese en particular. Como casi siempre en la comedia italiana el realismo se fusiona con lo grotesco y la lucidez lleva al abismo. Prodigiosas interpretaciones, riqueza de detalles contrastada con cierta brocha gorda en algún aspecto y una capacidad de diagnóstico sobre la realidad sociopolítica, psicológica e idiosincrática de la italianidad aterradora.
03/03/2013. Willow, Ron Howard, 1988, USA
Trasunto del Hobbit -entre otras cosas que incluyen reciclajes galácticos- que intenta sintetizar el relato épico-fantástico y su propia parodia, todo ello amoldado al formón de las producciones Lucas de los 80 aunque con una holgura de medios superior que redunda en apreciables diseños, excelente banda sonora y acabado más o menos resultón dentro de su falta de atmósfera, nervio y consistencia. Howard planifica como si tal cosa un guión repetitivo y caprichoso, saturado de secundarios insufribles, humor sonrojante y persecuciones atropelladas. Como otros títulos de la década transforma el concepto de aventura juvenil en aventura infantiloide. Queda para otro análisis como el fantasy contemporáneo, tan activo últimamente, no hace otra cosa que dirigirse a un consumidor nostálgico de una estética y un estilo fundado en los 80 que reactualiza al lenguaje digital.
05/03/2013. Britannia Hospital, Lindsay Anderson, 1982, GB
Anderson regresa, feroz, destructivo y desmesurado, en los primeros 80 a su personaje fetiche de Mick Travis aunque en este caso para diluirlo en una salvaje sátira coral profundamente enraizada en la tradición iconoclasta del humor británico y emparentada con la fértil escuela de los fanzines, las revistas de cómics y la televisión practicada durante los últimos 70 y primeros 80. Ambientada en un decrépito hospital público, con una lujosa ala privada, que espera la visita de la Reina Madre supone un comentario de la Inglaterra thatcherista tan deslavazado como implacable en el cual caben siempre desde una óptica grotesca la crítica social, la ridiculización del sistema y la monarquía o incluso la ciencia-ficción y el gore. Todo ello con la sutileza desterrada en favor de la ficción de combate, orgullosamente panfletaria y proactiva. A ver en programa doble con la arrolladora El sentido de la vida y certificar la perfecta sincronía entre la trilogía de Anderson y el trabajo de los Monty Python a lo largo de un arco temporal similar.
06/03/2013. Sukiyaki Western Django, Takashi Miike, 2007, Japón
Apropiación marciana por parte de Miike del espíritu universal del Spaghetti-Western, su iconografía y su mitología en tanto que objetos pop legítimamente manipulables, signos a recombinar para formar nuevos signos que a su vez contienen a los anteriores. Ofrece un flujo constante de chorradas, ocurrencias y caprichos en dos horas imposibles pero a la vez aparece claveteado de arranques de puro genio, donde su estética entre el anime y el glam rock con colores y luz saturada es sustituida por experimentos cercanos al vanguardismo de Seijun Suzuki, Teruo Ishii, Hanjiro Nakazawa o Norifumi Suzuki en sus cruces de ficción popular y experimentación estético-escenográfica teatralizada al extremo.
07/03/2o13. Perrie’s Bounty, Ian Fitzgibbon, 2009, Irlanda
A estas alturas una ya típica entrada en el modelo de noir irlandés de los 2000, presencia icónica de Brandan Gleeson incluida, mezcla de humor negro, policial cutre y una noción del realismo donde conviven el costumbrismo y lo más o menos fantástico. La cosa no puede ser más tópica, con un mangante de poca monta metido en líos con un peligroso gangster y cruzándose entre medias con todo tipo de personajes recurrentes y descerebrados. La salva su modestia, los estupendos actores, en especial Jim Broadbent inspiradísimo como excéntrico padre del protagonista, y una banda sonora estilosa del gran David Holmes.
07/03/2013. Los amantes del Pont-Neuf, Leos Carax, 1991, Francia
Versión posmoderna del realismo poético francés por parte de un Carax en la cumbre de su popularidad embarcado en un proyecto costosísimo y suicida que paralizó su carrera durante más de seis años. Vibrante, impúdica y por completo desequilibrada y excesiva nace de una colisión entre la crudeza en la exposición de la vida de los marginados y la pulsión romántica naif y enfermiza para contar la historia de amor abisal entre un tragafuegos que vive en la calle y una pintora huida de su realidad que se está quedando ciega. Acumula un momento cumbre detrás de otro y ofrece una entrega física por parte de sus actores que redunda en la autenticidad emocional de un invento imposible.
08/03/2013. Mala Sangre, Leos Carax, 1986, Francia.
Especie de apropiación filogodardiana del universo de Nicholas Ray en general y Los Amantes de la noche en particular para la película que encumbró a Carax y codificó su universo estético-poético, de gran fuerza en ocasiones de un pedantería campanuda en otras. Llena de simbolismos, asociaciones libres y caprichosas, diálogos inenarrables, vaciado de los géneros y citas a la BD –presencia de Hugo Pratt inclusive en un rol secundario- supone el cenit de una concepción adolescente del romanticismo y el cine, definitoria en muchos aspectos de la década a la cual pertenece de manera simbiótica. Si la ves con la edad adecuada seguramente te traspasará de parte a parte, en caso contrario quizás te parezca ridícula de principio a fin. Lo cual, a su modo, también es un mérito notable.
09/03/2013. El caballero del Oeste, Stuart Heisler, 1945, USA
Un western humorístico emprendido por Cooper a modo de producción independiente y dirigido con elegancia por Heisler, un director a reconsiderar. Tontorrona en general pero con un tercio final excelente, electrificado por la presencia maligna de Dan Duryea. Algunos gags felices conviven con otros algo sonrojantes dentro de una historia de identidades confundidas donde un vaquero de pocas luces es tomado por un peligroso forajido al cual termina suplantando por culpa de una bella mujer. Estupenda química entre Cooper y una Loretta Young guapa hasta decir basta en un personaje nada vulgar y en general un tono b cómodo como la ropa usada.
13/03/2013. Cult of the Cobra, Francis D. Lyon, 1955, USA
Un grupo de soldados norteamericanos de permiso terminarán por ganarse gracias a su cretinez una maldición mortal por parte de un culto basado en la creencia de la transfiguración de los humanos en serpientes. Base pulp para un relato que luego se desarrollará más bien en clave de intriga al trasladarse a Nueva York la acción. Le falta atmósfera por todos lados, los actores son horribles, la dirección mediocre y apenas se saca partido de sus aspectos eróticos y/o turbadores como para convertirla en una variación válida sobre La mujer pantera, pero aún así, la idea de una mujer serpiente emisaria de una religión esotérica –la bella inexpresiva Faith Domergue- enamorándose de una de sus víctimas en mitad del mundo contemporáneo tiene su gracia delirante.
14/03/2013. Midnight Mary (Rosa de medianoche), William Wellman, 1933, USA
Melodrama criminal al servicio de una Loretta Young toda ojos sobre la historia, contada en retrospectiva, de una chica honesta pero endurecida tratando de buscarse la vida en los años de la Depresión. Vista hoy demanda al espectador una adaptación al frenético lenguaje de los primeros 30, con su narrativa elíptica al galope, y aunque no suponga uno de los mejores trabajos de Wellman -más que nada por la pobreza del guión, aunque la base la preste la escritora Anita Loos-, demuestra que el cineasta valía para cualquier misión. Así el film es un prodigio de síntesis, sentido de la puesta en escena y vigor plástico donde tampoco falta la mirada crítica sobre el presente, aunque esté muy mediatizada por el aspecto melo del conjunto.
15/03/2013. The Master, Paul Thomas Anderson, USA, 2012
En el cine de Anderson los tortuosos caminos de sus protagonistas acaban derivando de manera implacable en lo grotesco. The Master es un contemplación imperturbable de la sordidez y el patetismo. En esta ocasión la historia de amor llena de intrincada simbología entre dos personalidades masculinas, a la vez ampliación –por la vía del despojamiento- y coherente gemelo de There will be blood; ambas sátiras de las ambiciones y relaciones humanas más básicas reducidas a un hermetismo psicológico y un formalismo plástico asfixiantes cuya consecuencia final es un sentimiento de tristeza abisal. La combinación rigorista de caracteres monstruosos, música (y tratamiento del sonido) anempática, cromatismo subliminal, elípsis abruptas y puesta en escena severa producen extraños efectos alienígenas e hipnóticos que conforman una comedia grave y circunspecta como parte de un sentido del cine inhóspito y verdaderamente jodido. Anderson es el único cineasta cuya progresión no se mide por cuanto más arriba llegará, sino por cuanto más profundo será capaz de ir. The Master es una excentricidad atemporal solo comparable a ciertos logros que han podido verse en determinados capítulos de la serie de televisión Mad Men, sorprendentemente conectada con esta película a múltiples niveles.