Este 2015 podía ser un año clave y lo ha sido, tanto por las decisiones tomadas en pos de la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible como por el protagonismo de las personas en exigir un futuro más acorde a los intereses comunes. Y lo ha sido, sobretodo, por el papel activo de una ciudadanía global en la defensa de las decisiones que le afectan, que ha ido tomando forma en los últimos años.
Hace pocas semanas que el 95% de los Estados firmaron un acuerdo histórico contra el cambio climático en la Cumbre de París. Cada país presentará planes de reducción de emisiones para evitar que la temperatura media del planeta aumente 2º con respecto a los niveles preindustriales. Y los países desarrollados se comprometieron a ayudar económicamente al resto para que también puedan cumplir esos objetivos.
En septiembre, los 193 Estados miembro que forman la Organización de Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible. La apuesta es para el 2030, acabar con la pobreza, el hambre y reducir las desigualdades, ni más ni menos. Un reto, por primera vez en toda la historia de la humanidad, al alcance, si se ponen los medios tecnológicos y económicos para lograrlo.
¿Y por qué se han podido concretar estos acuerdos, cómo se han podido vencer las enormes resistencias de intereses económicos o geoestratégicos que llevaron, en cumbres anteriores, a la adopción de compromisos asumidos sólo por pocos países o sin medidas concretas? Mucho ha tenido que ver, sin duda, el compromiso de millones de personas y activistas ciudadanos que han hecho evidente el alcance global y particular de lo que se estaba negociando.
En el marco de la campaña ‘Acción 2015‘ se han tomado más de 31 millones de actividades en todo el mundo para denunciar las desigualdades como fuente de pobreza y exigir a los líderes mundiales acuerdos vinculantes con objetivos concretos. También, en España, iniciativas como el Compromiso Ciudadano por el Clima lograron reunir más de 900.000 firmas para pedir a los líderes mundiales estos compromisos.
Tomar las decisiones que no deben tomar intereses minoritarios
Si la política consiste en la toma democrática de decisiones que beneficien a la mayoría, los ciudadanos deben estar mientras se toman, construyendo y controlando a los poderes públicos que les representan, para evitar que otros poderes tomen las decisiones considerando sólo a las minorías influyentes.
En este mismo sentido, en junio, entidades como la Coordinadora Española de ONGD y la Plataforma de Infancia presentaron Poletika, una herramienta de vigilancia de los compromisos políticos y programas electorales que ha analizado todos los programas electorales y más de 1.000 declaraciones de los líderes políticos y que, con la colaboración ciudadana ya ha empezado a analizar el cumplimiento de estos compromisos después de las elecciones del 20 de diciembre.
Las personas ya están también a los mandos de las decisiones que les conciernen. Y no los van a soltar
— La foto ‘Clean me COP21. Let’s go fossil free’ es de Alisdare Hickson en Flickr