2021 ha sido declarado el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil por Naciones Unidas con el objetivo de eliminar esta forma de trabajo forzoso que entorpece el desarrollo, produce daños físicos y psicológicos para toda la vida y vulnera los derechos humanos fundamentales de millones de niños y niñas.
“Yo no pude ir a la escuela, no sé hablar francés y lo paso mal. Me hace mucho daño, no sé leer y eso me duele” nos cuenta Yao Dibi, abuelo de Moise, quien con solo 10 años es su compañero de recolecta en los campos de cacao de Bodouakro, en Costa de Marfil.
La historia de Yao y Moise os la contamos en 2017 y, cuatro años después, hay 8 millones más de niños y niñas víctimas del trabajo infantil. Es decir, el trabajo infantil ha aumentado por primera vez en veinte años debido al cierre de escuelas y el empobrecimiento de las familias a causa del Covid.
Antes de la pandemia el trabajo infantil había disminuido un 38% en el último decenio pero, según el último resumen publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Unicef, el trabajo infantil ha crecido de 152 a 160 millones hasta el año 2020. Además, 79 millones -casi la mitad- sufren alguna de las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, la trata o el reclutamiento forzoso para conflictos armados. La reciente firma del acuerdo histórico en la OIT para acabar con las peores formas de trabajo infantil por los 187 Estados nos da esperanza, pero es urgente intervenir con acciones ligadas a la educación.
La especialista de Educación de UNICEF Colombia, Ana María Rodríguez, ya nos explicó en una entrevista que “esta situación puede tener consecuencias muy graves a medio plazo, como retrasos y brechas en el aprendizaje, abandono escolar y riesgos como violencia intrafamiliar, embarazo adolescente y abuso, trabajo infantil, explotación sexual comercial o reclutamiento forzado”.
Por ello, mantener a los niños y niñas vinculados al sistema educativo es fundamental para evitar que caigan en el trabajo infantil. Desde Global Humanitaria, creemos que la educación debería estar en el centro de los planes de recuperación y de ayuda de todos los países del mundo para que pueda existir un futuro mejor.
“No hay darse por vencido en ese objetivo”, opina el secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, quien nos explica que “la decisión de Naciones Unidas de declarar 2021 Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil es una buena noticia y una oportunidad para renovar los compromisos y alianzas para acabar con esta situación”.
No queremos que Moise ni sus hijos e hijas trabajen en vez de ir a la escuela como su abuelo Yao. La educación es la respuesta para erradicar el trabajo infantil y la pobreza entre las generaciones de las familias con las que trabajamos.
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Fotografía: Juan Díaz. Un niño recoge basura en el vertedero de Phnom Penh, en Camboya.