Por Eduardo Schiel
Vinieron luego las leyes de Punto Final y la de Obediencia Debida del gobierno radical. Finalmente las leyes del perdón y el indulto del menemismo, con la paralización y archivo de todos los juicios de lesa humanidad.
A continuación, más de una larga década de intento de oscurantismo, absolución y amnistía aberrante, durante la cual no cejó jamás la persistente acción y – parcial- voluntad popular de profundizar la Memoria, para llegar a la Verdad y a la Justicia. Cerrada las vías de la justicia penal se iniciaron los Juicios por la Verdad para avanzar tozudamente y romper la trama de la impunidad.
Con la asunción de Néstor Carlos Kirchner en 2003 se produjeron los cambios sustanciales, con la nulidad de aquellas leyes de impunidad y la modificación de la Corte Suprema “automática” del menemismo y la Alianza se reiniciaron los juicios. Se establecieron los DD.HH. como una política de estado. Se desalojó de la ESMA a las fuerzas genocidas de la armada y se constituyó en Sitio de la Memoria, entre muchísimos otros. Más recientemente fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En ese largo y zigzagueante camino más de mil sentencias, con otro tanto de condenados - y también otros absueltos - en juicios legales y justos con todas las garantías procesales al amparo de la Constitución Nacional. La sanción de marcos regulatorios para la promoción y defensa de los DD.HH. en el más amplio espectro. La enseñanza de los derechos humanos en todos los niveles educativos y ámbitos gubernamentales, incluidas por supuesto las fuerzas armadas y de seguridad.
Se conocieron y denunciaron los miles de crímenes que habían quedado ocultos con las aberrantes prácticas que humillan y avergüenzan a la condición humana, la tortura infinita – la más cruel vileza y cobardía subhumana - hasta la muerte, incluso de mujeres gestantes para luego apropiarse y robarles sus hijes, el asesinato de pacifistas declarados, curas, pastores y obispos, incluso por ametrallamiento por la espalda al criminal estilo “chocobariano”, hoy nuevamente en práctica. Los asesinatos masivos de mujeres, hombres jóvenes, ancianos e incluso niñes, arrojándolos vivos y desnudos desde los aviones estatales, cuyos materiales y salarios se “pagan con la nuestra”.
Habiendo llegado hasta aquí, debemos reconocer que todo ello no ha sido suficiente para garantizar el NUNCA MÁS. Con el sacrificio de miles de torturados, muertos, desaparecidos, desterrados, saqueados, pisoteados, en esta larga lucha por la MEMORIA - que ha sido necesaria y consecuente - sin embargo NO HA SIDO SUFICIENTE.
Hoy después de más de 40 años de finalizada la dictadura cívico militar empresaria, eclesiástica, judicial y mediática, el Pueblo argentino, POR EL VOTO POPULAR ha llevado al control y gobierno del Estado a gente que no sólo son negacionistas, esto es que niegan los 30.000 desaparecidos y el genocidio, sino que son apologistas, que en condiciones parecidas o directamente provocadas por ellos mismos, recurrirían a idénticos procedimientos. Esto demuestra que desde el campo nacional y popular, desde la sociedad toda, no hemos dado esta batalla cultural con la suficiente profundidad, claridad y contundencia que requería la importancia y gravedad del tema. Y si lo hicimos hasta aquí, no alcanzó.
Entre muchos otros objetivos principales que tuvo la dictadura, el económico y empresarial en primer término, instalar un proyecto de sometimiento y exclusión de las mayorías nacionales, está sin dudas el “dar vuelta la página” - del discurso de Martínez de Hoz del 2 de mayo de 1976 – en lo económico y en lo político. La necesidad de borrar la memoria, hacer desaparecer la resistencia y con ella la conciencia histórica. Que no queden registros. Para ocultar por un lado las épocas de mayor prosperidad, felicidad y desarrollo con las conquistas de derechos y ascenso social, luego para borrar la experiencia, las herramientas populares prácticas, materiales, culturales e ideológicas para organizar la recuperación y defensa de lo arrebatado. A continuación para ocultar las atrocidades del ejercicio y acumulación de su poder oligárquico quisieron imponer las leyes de auto amnistía, para que no quede registro de su paso criminal y catastrófico sobre nuestra Patria.
Ya ocurrió en otras etapas históricas con bastante éxito, del cual quedan fragmentos dispersos de esas historias, cuando hicieron desaparecer todo una identidad cultural, una genealogía, a quienes encima de esclavizarlos les quitaron y robaron sus tierras, fuentes del poder económico de esta despiadada clase dominante apropiadora.
Aquí vuelve a aparecer el fantasma de la pérdida de MEMORIA si una parte sustancial del Pueblo vota a sus propios verdugos, económicos y generacionales, y tal vez físicos si tienen la mala fortuna de estar en la línea de fuego de sus herramientas para la muerte. Te lo dicen con todas las letras “cárcel o bala” y a los viejes “nicho o tierra”.
Con mucha mayor osadía, desparpajo y alevosía que durante la dictadura, hoy proclaman a viva voz estar al servicio del capital transnacional inglés y norteamericano, y plegarse mansamente al saqueo de nuestros recursos a la luz diurna y con total impunidad. Con igual genuflexión – casi en soledad, en total discordancia con la Patria Grande - su más notorio alineamiento con el gobierno terrorista de Israel, que se encuentra eliminando a toda una nacionalidad civil semita, desarmada e inerte, con el apoyo y visto bueno de los antiguos nazis de Alemania y fascistas de Italia que otrora casi terminaron con el pueblo judío. Ello frente a la mayoritaria - aunque inoperante - condena de genocidio contra la humanidad de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
No hay MEMORIA, si la que existe no ha impedido llegar hasta este presente disociador, que augura nuevas violencias y tragedias. Tampoco hay VERDAD si todavía hay cientos de personas que han transcurrido la mayor parte de sus vidas sin saber quiénes son, viviendo con una falsa identidad, sin reconocer el origen de sus preferencias, sus gustos e inclinaciones, el color de sus ojos y de su piel que nada tienen que ver con los que figuran como padres, el peor de los robos, irreparable.
NO HAY VERDAD y NO HAY JUSTICIA si los principales beneficiarios del crimen de estado perpetuo pudieron perdurar pacíficamente después de haber asesinado al dueño de la principal empresa de fabricación de papel de Latinoamérica, luego torturar a su viuda y a sus socios para que firmen una simulación de venta de la estratégica gallina de los huevos de oro robada, que ha permitido diseñar por generaciones <horadar sus mentes y voluntades> gracias al gran aparato ideológico propagandístico creado, a la sombra del cual edificaron un enorme monstruo económico diseminado en mil cabezas, con el que mafiosamente gobiernan al país.
NO HAY JUSTICIA si todavía a medio siglo quedan juicios pendientes de ser iniciados y cientos sin tener condenas firmes. No hay JUSTICIA si los mayores criminales, que apretaron gatillos o no, que destruyeron económica y socialmente nuestro país, murieron en la tranquilidad de sus mansiones sin siquiera haber sido indagados.
NO HAY JUSTICIA si los que aún se mantienen vivos siguen impunes al frente de sus pulpos económicos, financieros y del narcotráfico arruinándonos la vida a les argentines, fugando sus plusvalías a cloacas fiscales transnacionales, mientras nos transfieren los costos de sus saqueos, endeudamientos, fiestas y riquezas.
NO HAY JUSTICIA si alguno de los que fueron los brazos ejecutores de sus políticas económicas neoliberales siguen siendo impunes artífices e ideólogos de este nuevo tiempo de libertad para explotar, para vaciar, para fugar, saquear nuestros recursos naturales con nuestra independencia y soberanía incluidas, volviendo a ser una colonia, como no se cansan de repetir como novedoso “proyecto de cambio”.
Nosotros pagamos “con la nuestra” “la fiesta de ellos” con el trabajo, el salario y la educación. También con la salud, la vida y la muerte. Cuando los echemos – {debemos apurar ese momento] - nos dejarán una tierra arrasada muy difícil de recomponer, con pérdidas generacionales para volver a comenzar nuevamente el ciclo del eterno retorno. Acá no hubo MEMORIA, VERDAD NI JUSTICIA.
Hoy es nuestra bandera de autodefensa frente a las viejas recetas de la entrega, del coloniaje, del empobrecimiento masivo y brutal a favor de minorías antihumanas, avaras, monopólicas y egoístas, que desprecian a nuestro Pueblo y a nuestro país.
Hoy como ayer repetimos y reafirmamos
NUNCA MAS AL TERRORISMO DE ESTADO que somete, reprime, secuestra, tortura, mata y hace DESAPARECER A LAS PERSONAS.
NUNCA MAS AL TERRORISMO ECONÓMICO Y FINANCIERO que hambrea, roba, saquea, endeuda, fuga, y hace DESAPARECER LA SOBERANÍA E INDEPENDENCIA DE LAS SOCIEDADES Y LAS NACIONES.Eduardo Schiel - Abogado. Detenido desaparecido y posterior preso político a disposición del PEN 1976-1981. Miembro de la CONADEP. Redactor del libro NUNCA MÁS. Eudeba, 1984. Testigo en la Causa 13/84 de condena a las juntas militares de Videla y Massera. Abogado apoderado de Abuelas de Plaza de Mayo en el Juicio por la Verdad, Mar del Plata, año 2000 y sig. Abogado querellante -entre otros- de la flia del Obispo de San Nicolás Dr. Carlos Ponce de León en la causa de su homicidio que aún permanece impune. Autor del libro “NUNCA MÁS NI NUNCA MENOS”, MDP, enero de 2020. (Aún inédito)* Nota de Redacción:
Eduardo Schiel, es abogado, militante político de las causas populares desde su juventud e integrante como miembro especialista contratado en la CONADEP, comisión que trabajó en los albores de la democracia en procura de la memoria, la verdad y la justicia, paradigmas que en estos años no han sido debidamente leídos por la sociedad y sus representantes con la misma firmeza y compromiso que el dilema político, humanístico e existencial tiene.
Como autor del libro Nunca Más Ni Nunca Menos, nos acerca sus experiencias y percepciones tabuladas por las circunstancias de un tiempo que lo parió primero como víctima y luego como jurista, internalizando en ambos incisos un desgarrador dolor continente y contenido, sangrado que aun hoy funde su cauce en las cicatrices de aquellas heridas que nunca cerraron.
Los buenos libros socio-políticos e históricos molestan al establishment y no siempre cuentan con la consideración editorial de los estamentos culturales, sean privados o públicos, y esto sucede por mezquindades irrelevantes, de ese modo estupendos trabajos literarios quedan a la vera del camino a por mejores tiempos, incluso el caso del presente ensayo tuvo la mala fortuna de ser lanzado en las vísperas de la pandemia razón por la cual su derrotero ilustrativo y conceptual quedó trunco, por caso en la feria del libro de Buenos Aires, para luego iniciar su camino allende de nuestras fronteras en foros latinoamericanos. Bueno es tener presente que no siempre las cohortes son justas con sus creadores, investigadores e intelectuales contemporáneos. Acaso de manera inconsciente algunos de ellos escriben para generaciones futuras sin saberlo. Pensemos solamente en Schopenhauer el cual se vio en la obligación de rematar como desecho la primera edición de El Mundo como Voluntad y Representación por ausencia de interés, acaso su obra filosófica capital, obra que recién 33 años después fue ingresada al templo comercial y luego al panteón académico. Pensemos en el derrotero de La Conjura de los Necios y el triste final de su autor, John Kennedy Toole, premio Pulitzer 1981, obra publicada recién en 1980, once años después de la inmolación del genial escritor norteamericano, y tantas otras desde La Metamorfosis de Kafka, Un mundo feliz de Aldous Huxley, Lolita de Nabokov o El ruido y la Furia de William Faulkner. Sin pecar en falsas comparaciones, cuestión que lejos está como argumentación pues no se trata de recorrer dicho camino, para quien ha tenido la fortuna de leer el ensayo me atrevo a considerar que la sociedad se está perdiendo un testimonio histórico muy valioso de primera mano y sobre todo esclarecedor con relación a nuestra tragedia, los testimonios, el derrotero de las causas y los quiebres socio-jurídicos que ha tenido nuestra sociedad en estos 40 años en donde mayoritariamente la impunidad fáctica ha sido la protagonista de la historia.
Gustavo Marcelo Sala. Editor
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