Parece que fue ayer cuando comentábamos los 30 discos de 1992 que han cumplido 30 años en 2022, y ya estamos aquí con los 30 discos de 1993 que cumplen 30 años en este recién estrenado 2023. Seguimos así con la serie de artículos retrospectivos que ya hicimos repasando también las obras musicales más destacadas de , y , y que suman ya 160 LPs a los que siempre merece la pena volver por un motivo u otro.
Los repasamos y nos ponemos con los de 1993.No pasa tantas veces. Estar en racha, en la cima de la montaña. Subir desde el 'Achtung baby' hasta un lugar en el que solo sientes frío. Inaccesible. Eso es el 'Zooropa', la cima final de la escalada de , aún incomprendida y contemporánea treinta años después. El grupo más comercial del planeta coqueteando con la vanguardia con un entonces perfecto en todos los aspectos. Recuerdo perfectamente el día que me lo compré en Madrid Rock, pues justo antes había visto a Guns n' Roses en el Vicente Calderón, mes y medio después de haber visto allí mismo también, efectivamente, a U2. Aquel año me pasé el rock gracias a mi hermano mayor.
Me gusta en inglés, pero me subyuga en castellano: Canciones de fe y devoción. En tu habitación. Caminando con tus zapatos. Epítome de una banca de techno ochentero pretendiendo con acierto ser una banda de rock noventero. Estoy convencido de que el 'Achtung baby' no tuvo nada que ver. Lo grabaron en parte en Madrid. Hicieron toda esa mierda bien cerca mientras no sabíamos que estaban grabando en piedra canciones que nos acompañarían donde quiera que fuera. Que sigue siendo aquí. El culito de Dave Gahan empolvado en coca.
Son milenariamente emblemáticos los redobles de Jimmy Charmberlin. Y así empieza esta obra magna de las calabazas aplastadas. Con un redoble y un 'Cherub rock'. Todo lo bueno y lo malo de Billy Corgan siempre parece especialmente concentrado para que te explote entre las manos en el momento más inesperado. Te desarma hoy. 'Disarm'. 'Today'. Te sigue desarmando hoy, como ayer. Anda que lo de 'Geek USA' mola poco. Perdimos la inocencia justo antes de empezar a sentir la melancolía y la infinita tristeza.
Joder, qué zoquete. Hace falta tener huevos morenos zaragozanos para empezar un disco así. Ir por la vida citando a Baudelaire a pecho descubierto. El primer CD que me compré cuando mi padre cumplió 62 y ahora tiene 91: él, que tanto cantó bebiendo vino. Nunca le importó quien fuera Bunbury, pero se pasó los días y las noches escuchando este disco por imperativo legal de los de entonces, cuando se convivía cerca por cojones. 'La herida' aquella. 'Sangre hirviendo'. 'Bendecida' una y dos. Tus recuerdos en un cajón del salón de la casa de tus padres donde acudes regularmente a comer jamón. Y beber vino.
Todos sabemos lo que fue aquello. En Aluche había un bar que se llamaba Nirvana y que hicimos nuestro en el instituto. Se petaba todos los findes y sonaba, claro, Nirvana y todo lo de entonces. Utopía. Vale. Dicho esto, cómo suena 'In utero'. El productor Steve Albini le dio al sonido una portentosa crudeza que consigue de alguna manera, supongo, transmitir el sonido del mundo que le espera a uno cuando está en el seno materno. Así debe sonar todo lo que escuchamos cuando somos fetos a cubierto. Porque arde y retumba al mismo tiempo, sin alardes. Una caja con forma de corazón. Viólame, my friend, 'Rape me'. Tengo ya 44 pero, lejos de nostalgia, mantengo en cada movimiento, por supuesto, las ansias de airada venganza contra el paso del tiempo.
'El espíritu del vino' fue mi primer CD y el 'Ten' mi primer vinilo comprado con mi propio dinero. Hubo otros antes, pero no es lo mismo, ya todos eso lo sabemos. Un regalo de otro mola, pero un deseo propio pagado con tu poco dinero es otra cosa. Es porno romántico. Pero no hablamos del 'Ten', sino del 'VS'. El disco de la cabra. Era cuando estábamos todos en la cresta de la ola dando por hecho que el mundo sería así siempre, tal y como lo conocimos. Cambió demasiado rápido para mi gusto, pero cada vez que pongo a toda hostia 'Rearviewmirror' veo cierta loca cercanía con lo que una vez fue. Soy, claramente, una vieja detrás de un mostrador en un pequeño pueblo. Y un disidente también. 'Animal', por descontado. Suena fiero este disco todavía.
Aerosmith siempre han sido viejos pero ahora que siguen siendo increíblemente viejos molan mucho más que todos tus amigos. Contra todo pronóstico, renacieron comercialmente a lo bestia en 1993 con este disco que si Alicia Silverstone, que si Liv Tyler, que si 'Crazy', que si 'Amazing', que si 'Crying'. Aunque a mí siempre me gustó más 'Eat the rich', constante puño en alto. Cuando empezó Canal+ y todo aquello nos volvimos locos con estos pavos que por entonces tenían la edad que tú que me lees tienes ahora, solo que en una banda de rock los años naturales son años de perro. Lo que quiera significar eso.
Da igual lo que hagas, nadie está más bueno que el jodido Lenny Kravitz. A día de hoy, digo. En este momento. Entonces no lo parecía tanto porque, por comparación, pues bueno, alguna chance había. De lo que no había opción era de empatar este disco. De casa se viene llorado y ciclado para negar la mayor: 'Are you gonna go my way', 'Believe' (me gusta mucho ese punteo), 'Heaven help' o, joder, esta sí, 'Is there any love in your heart'. El pavo no ha evolucionado porque sigue exactamente en la casilla donde empezó, pero mejor no le presentes a tu novia. O a tu madre. Por si acaso, take care, de ti y de yourself.
No. Es que no tienes capacidad para comprehender ciertas cosas cuando tienes apenas trece o catorce años. La intención intelectual de la música en 1993 era, por lo general, otra. Eso opino. Y dirás pero si está diciendo que se siente como un burro amarrado a la puerta de un baile. Bueno, pues, en un mundo en el que nos esclavizamos todos a otros por cuatro perras, quizás ese burro, bien amarrado, eres tú treinta años después con un trabajo de mierda echando la culpa a los demás de tu mierda. Pero tienes libertad para morir escuchando canciones bonitas como 'El que canta su mal espanta' o 'Remando sobre el polvo'. Sí que opino que cierta actitud campechanamente altiva es precisa para crear ciertas cosas bonitas.
'El viajero' es la buena. Es muy buena. Quemé aquel casete. Y ahora que me la pongo me digo, "vaya, caramba". Y le doy un trago a lo que sea que trasiego. Alzo el vaso. Chinchín. Vino, tabaco y caramelos. También es, efectivamente, el dichoso disco de 'Quiero tener tu presencia', 'Me siento bien' o 'Aceituna'. De las cosas que más me alucinan en la vida, de siempre, es llamarse José Manuel Casañ, porque no comprendo cómo se puede pronunciar y triunfar al mismo tiempo. Pero lo hizo porque canta de puta madre, es así. 'Mi rumba tarumba' no es que me vuelva loco, pero sí un poco. 'El viajero', que sí, que es esa. Esa es total escucharla ahora que no la recuerdas. Y hemos hablado de Seguridad Social sin mencionar 'Chiquilla', más que nada porque no es de este disco.
Es verdad eso de que cuando estalla una guerra a veces te toca quedarte en el bando equivocado. Ocurre también con las relaciones personales rotas o, aún más importante, con las más cruentas discusiones musicales. Cuando en 1994 entramos de lleno en el britpop yo cai en el lado correcto de la Historia gracias a Oasis, aunque tampoco me desagradaban tanto Blur como para liarme a tiros (algo que también suele pasar en las guerras de verdad). Pero antes, en 1993, se ganaron mi cariño con un título formidable: 'La vida moderna es una mierda'. Le falta un fuckin delante de rubbish, para mi gusto, pero no le faltan canciones brillantes en la mejor tradición inglesa, que vislumbraban lo que estaba por venir. 'Advert' es un pelotazo guapo. Todo profundamente british, así que tampoco era de extrañar todo lo que pasó cuando pasó meses después y casi hunden las islas británicas en su refriega (de postal) con los Gallagher.
Tiene su gracia que una islandesa, que es lo más parecido a una marciana pisando la tierra, empiece su carrera cantando al comportamiento humano. Como si ella lo supiera entonces o lo hubiera aprendido después de tantos años para aconsejarnos ahora. No, no lo ha hecho. Pero su letanía, ah, su letanía. No habíamos escuchado nada igual entonces, ni tampoco ahora. 'Big time sensuality'. 'Venus as a boy'. Hay algo misteriosamente insoldable en Bjork. Siempre lo hubo y todavía lo hay. En su música, en su forma de cantar y en su forma de ser para nosotros los mortales. Es una forma atemporal de comunicarse con el mundo a su puta bola. Cómo y cuánto mola Bjork, cada vez de una manera distinta.
Segundo LP de Polly Jean Harvey un año después de su aclamado debut. Se nota la producción austera, cruda y casi arisca de Steve Albini, que entronca que da gusto con el sonido alternativo mainstream de la época, pero con un punto más de salvajismo. Indie rock, punk blues, performance art. Etiquetar es un arte en sí mismo, aunque a veces el precio cuando pagas en caja no se corresponde con lo que ponía en el estante. Un poco eso le pasa a PJ, inclasificable en esencia, aunque hija de su tiempo noventero. El resultado final de este 'Rid of me' es tan inquietante y desconcertante como su propia portada, atormentada y perturbadora. La versión del 'Highway 61 Revisited' de Bob Dylan la posicionaba adecuadamente en la tradición de mujeres cantautoras, pero varios pasos por delante. Y así hasta hoy.
Te quedabas petrificado cuando escuchabas por vez primera a Sepultura con apenas catorce o quince añitos. Y su quinto disco, 'Chaos A.D.', fue un salto cualitativo que les puso en el olimpo del metal para el resto de los tiempos. La formación clásica de la banda, con los hermanos Max e Igor Cavalera, Andreas Kisser y Paulo Jr, alcanzo niveles de popularidad en el mainstream que ahora resultan inconcebibles gracias a que, por aquel entonces, el rock y el metal eran tendencia y la MTV aún era una cadena musical.
El puto peor disco de versiones sobre la faz de la tierra. Estás jodido si usas tu imaginación para esto. Una portada de mierda, un título de mierda y un contenido cuanto menos cuestionable. Pero es que cuando salió había que ir a Madrid Rock a comprarlo porque y eran aún jóvenes promesas. No les vamos a pedir que nos devuelvan la pasta, pero igual sí deberíamos. Ya que se han vuelto a hacer amiguitos, podrían tener la deferencia de tocar alguna de estas (que algunas no están tan mal 'en verdá') y no siempre las mismas, que llevan ya más de un lustro reconciliados con el mismo repertorio. Pero qué va, tampoco. Les da absolutamente igual este disco del demonio y a todos nosotros también. No suena mal 'Hair of the dog' pero porque Nazareth eran muy buenos. Esa peña sí molaba. La prehistoria molaba todo.
En contraposición a las grandes estrellas del pop de los ochenta, el hip hop causó su propia explosión en plena eclosión de la música alternativa en las listas de éxitos. Nombres ahora clásicos como Cypress Hill, que lanzaron en 1993 su segundo disco de estudio, directo al número 1 en Estados Unidos con 260.000 copias despachadas en su primera semana y 3,4 millones con el paso de los meses. Unas cifras descomunales para un género para nada comercial, que encontró su hueco a través de composiciones de la portentosa pegada de 'Insane in the brain', jaleada y celebrada de manera desconcertantemente transversal por todo tipo de público, incluyendo también al alternativo del rock, el metal y el grunge. Y molaba mucho que fuera así, pues difuminó muchas fronteras y abrió alguna que otra mente.
El hip hop estadounidense creció de manera impredecible en los años noventa. Tanto, que puede considerarse como su década clásica por crecimiento, asentamiento y calado popular también en audiencias blancas. Así las cosas, el primer disco de Wu-Tang Clan ocupa el puesto 29 en la lista elaborada en 2020 por la revista Rolling Stone de los 500 mejores discos de todos los tiempos. Liderado por RZA, GZA, Ol' Dirty Bastard o Method Man, el clan propició el Renacimiento de la Costa Este y allanó el camino para muchos otros artistas de hip hop de la costa este que triunfarían en años venideros, incluyendo Nas, The Notorious BIG, Mobb Deep o y Jay-Z.
Pareciera que Snoop Dogg lleva con nosotros toda la vida y, bueno, de alguna manera es así, pues este 2023 se cumplen treinta años de su disco de debut. Una irrupción exitosa desde el primer momento, con producción de un Dr Dre que había debutado como solista tan solo un año antes. El hip hop de la Costa Oeste tenía una nueva estrella con un evidente talento y un contagioso carisma, que se aupó por la cara al número 1 en Estados Unidos en la primera semana de su lanzamiento. Ya sabemos que el público casi nunca tiene la razón, pero lo cierto es que once millones de personas en todo el planeta compraron 'Doggystyle' y se rindieron a Snoop Dogg desde entonces y hasta hoy.
Andrés Calamaro, Ariel Rot, Julián Infante y Germán Vilella pillaron a todo el mundo con el pie cambiado. Algo pasaba cada vez que comenzaba a sonar 'Sin documentos', un rocanrol con personalidad propia, diferente a los demás, con aire a pasodoble o a tango, por qué no. Un puente musical entre España y Argentina que abría la vía de la popularidad del llamado rock latino de los años noventa. Un segundo álbum con un repertorio bien chulo con 'Dulce condena', 'Salud (dinero y amor', 'Mi rock perdido' o 'Me estás atrapando otra vez' (tema que Ariel y Julian tenían por terminar desde los años de Tequila).
Mirad si somos viejos que este 2023 se cumplen ya tres décadas con sus treinta años completitos del disco de debut de Radiohead. Y cada lustro que pasa, Jonny Greenwood, Thom Yorke y compañía siguen odiando, cada vez un poquito más, la que quieran o no es su canción emblema y la que sonará en los telediarios de todo el mundo cuando, esperemos que más tarde que pronto, mueran. Porque entonces algún periodista jovencito tendrá que contarlo, buscará información y comprobará que 'Creep' es la que más escucha la gente, de manera que debe ser la mejor. Así razonará. Puedo que el grupo lleve prácticamente toda su carrera renegando de este éxito, pero en su momento lo cierto es que la gente lo gozaba en los garitos. Los que éramos entonces no tenemos nada que ver con los que somos ahora, exactamente igual que les pasa a Radiohead. Ni ellos ni nosotros seríamos los que somos si haber sido aquellos entonces.
La pujanza total y absoluta del rock alternativo durante el primer lustro de los noventa dio espacio en nuestras vidas a bandas como The Lemonheads. Comandados por Evan Dando -líder supremo y único miembro perpetuo de la banda, que sigue en activo-, vivieron años de gloria entre 1992 y 1994. Primero con 'It's a shame about Ray?' (1992) y acto seguido con este 'Come on feel The Lemonheads' (1993) que, sin ser un éxito comercial apabullante, sí fue su momento de luminosa popularidad. 'It's about time', 'Into your arms', 'The great big no'... una quincena de composiciones elegantes, con bonitas melodías y sonidos tirando hacia lo acústico que huían de la iracunda distorsión de la época. Evan Dando incluso entró en esas folclóricas listas de los más guapos del momento, pero su estrella se fue apagando progresivamente hasta un hiato prolongado que empezó en 1998.
En un tiempo muy muy lejano, prácticamente en la prehistoria del indie español, Subterfuge era una joven discográfica independiente y Australian Blonde algo así como el grupo del momento (sobre todo si ibas de alternativo, que en realidad era lo guay y casi lo común entonces). No en vano, 'Chup chup' corrió por todas las clases del instituto de casete en casete, perdiendo calidad de sonido con cada grabación a doble pletina, pero ganando adeptos exponencialmente. Aparte de ser un pop guitarrero claramente pegadizo, que formara parte de la película 'Historias del Kronen' fue ya la guinda para convertir una composición sencilla en un canto generacional. Cada vez que sonaba, se liaba. Tanto fue así que acabó también sonando en un anuncio de Pepsi y la banda comandada por Fran Fernández (Francisco Nixon) no volvió a tener semejante repercusión.
Legendaria fue la turra absoluta de Gloria Estefan con 'Mi tierra'. Hace tanto tiempo que era solo el tercer disco de la cubano-estadounidense y el primero en español. Por supuesto, producido por su marido, Emilio Estefan. La omnipresencia del tema titular fue constante y profunda durante todo el verano de 1993, ayudando a que el disco vendiera un millón de copias solo en España. A nivel mundial, se disparó hasta los 13 millones de unidades. La tradición cubana perfectamente actualizada al fin del siglo XX, demostrando que la música popular puede ser de lo más comercial. De tanto que sonó en casa le cogí mogollón de manía, pero revisitarlo tanto tiempo después conlleva una sucesión variopinta de recuerdos y sensaciones. Gloria y Emilio nunca hicieron nada igual.