Autor: Proverbio Árabe. Hoy voy a hacer un elogio de la sutileza, que según la RAE se define como: la habilidad para hacer algo con expedición y primor o de manera aguda, perspicaz e ingeniosa.
Si, ya sé que en estos tiempos que corren prima la rudeza y la manera 'abierta' de expresar las cosas; que algunos llaman sincera y que en muchos casos más que sincera, resulta simplemente ineducada.
No estoy diciendo que haya que ser hipócritas y con ello tratar de esconder lo que realmente sentimos bajo un espeso manto de palabras elegantes, pero si que hay formas de decir las mismas cosas, de una manera más inteligente y sensible.
Ser sutil, es un arte, e implica decir lo que no se oye, desvelar lo que no se ve, denotar lo que se presiente. Muchas veces la insinuación, todos lo sabemos, resulta mucho más estimulante que la cruda exposición de los hechos.
Aunque bien es cierto que no todo el mundo puede o sabe ser sutil y que por otra parte, hay personas con las que no cabrá serlo, al ser incapaces de entender una simple sugerencia o indirecta. Pero sí sabemos emplear la sutileza y se nos sabe entender, el diálogo resultará un sugestivo ejercicio en el que sin haber nada explicito, todo quedará entendido.
Si tengo que poner un ejemplo de un gran empleo de la sutileza, me quedo con esta lúcida historia paradigma del “A buen entendedor, pocas palabras bastan”…
En el año 1792 los músicos de la orquesta de Franz Joseph Haydn, se encontraban terriblemente enfadados porque el Duque les había prometido vacaciones y continuamente iba posponiéndolas. Los músicos, hartos de soportar la situación, pidieron a Haydn que hablara con él para que les diese un respiro.
Haydn pensó por un instante y decidió dejar que la música hablara por sí misma y así, se puso a la tarea de escribir la “Sinfonía del adiós”.
Y el día del estreno de la obra dio comienzo el concierto con toda la orquesta sobre el escenario, pero a medida que avanzaba la partitura, Haydn estipuló en ella el uso de un menor número de instrumentos cada vez.
Cuando cada músico acababa su parte, apagaba la vela colocada frente a su atril y salía de escena. Hicieron esto uno a uno hasta que el escenario quedó completamente vacío. El Duque entendió el mensaje y les concedió vacaciones.
Reflexión final: Hoy no hay conclusión, simplemente nos os perdáis el rostro del director -tras acabar sólo en el escenario- en el video de la frase del día…
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