Revista Espiritualidad

333.- “Empieza cada día como si tú lo inventaras”.

Por Ignacionovo

333.- “Empieza cada día como si tú lo inventaras”.Autor: Anónimo. Hoy os propongo un pequeño ejercicio de simulación. Se trata de que dejéis a un lado por un instante, el rol habitual que desempeñáis en vuestras vidas con todas sus ocupaciones y preocupaciones rutinarias y os introduzcáis en la piel de un inventor más o menos apasionado.
Ante la propuesta, seguro que algunos empezarán a plantear inconvenientes del tipo: “yo no tengo capacidad creativa” o “inventar requiere demasiado esfuerzo” o “no dispongo de los medios adecuados” o el consabido: “estoy muy ocupado y mi agenda rebosa citas, como para encima pensar en encajar en ella algo aparte de lo programado y previsto”.
La lista de ‘coartadas’ sería, aparte de extensa, brillante y antológica, porque los humanos somos muy buenos a la hora de darnos razones que dilaten aquello que reconocemos que sería bueno hacer, pero que nos da pereza afrontar porque requiere sacrificio y  porque nos inquieta adentrarnos en territorio desconocido fuera del cauce común…  !A saber qué me puedo encontrar ahí¡
¿Cuál sería tu labor como inventor?, pues procurar aplicar una idea que consiga que cada día resulte diferente al anterior. ¿No percibís que si no hacemos nada por evitarlo, aplicando un mínimo de esfuerzo, muchos de los días que vivimos suelen ser copias intercambiables entre sí? ¿No sería saludable esforzarse en pensar lo qué hicimos exactamente tal o cual día, prescindiendo de contestar automáticamente simplemente repasando aquello que hicimos hoy?
Por ejemplo, ¿Qué sería para ti un día perfecto? ¿Qué harías en él? ¿Con quién lo compartirías? ¿Lo ocuparías con una parte de trabajo (necesario) otra de diversión (conveniente) y otra de descanso (esencial)? Pero, dando por sentado que esa es la distribución lógica de un día ‘normal’, ¿qué harías distinto para que no fueran fotocopias exactas unos de otros?
En lo cotidiano, no se trata de conseguir que todos los días sean excepcionales, porque moriríamos en el afán y nos sentiríamos frustrados permanentemente al no poder alcanzar un objetivo tan sublime, pero si podemos trasplantar aunque sea en pequeñas dosis (gramos, pulgadas o soplos), las ideas de nuestros días perfectos.
¿No somos inventores? pues inventemos algo nuevo a diario que nos saque de la mecánica reiteración. Pequeñas cosas si quieres: leer un periódico nuevo, tomar el café en un lugar distinto, hablar con alguien con quien no lo hayamos hecho nunca, coger el transporte público en otra parada, proponerte aprender algo nuevo sobre un tema del que no sepas absolutamente nada… las posibilidades son claramente infinitas.
Reflexión final: La idea última, es que tengas que pensar con detenimiento e incluso que seas incapaz de recordar todo lo que hiciste en una fecha concreta, porque tus días siempre guardan algo nuevo que los hace distintos.


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