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35. Al loro

Publicado el 31 mayo 2021 por Cabronidas @CabronidasXXI

    Yo soy de los que creen que el arte —sea lo que sea tal cosa—, ya sea escrito, filmado o cantado, no debe encorsetarse ni conocer límites. 

    Blake Harrison y Mark Sloan son dos colegas de Baltimore que deciden unir sus talentos musicales para formar una banda de death/grindcore. Se enorgullecen —y no es para menos— de que son el primer y único grupo de toda la historia de la música con un vocalista aviar. Dicho de otro modo: el voceras es un loro gris del Congo de veintiséis años de edad. Ambos músicos aseguran que Waldo (el loro), es la estrella y líder indiscutible de la banda, de tal manera que sin Waldo al micro, esta dejaría de existir.

    Así pues, Hatebeak (Pico de odio), según declaraciones de sus integrantes humanos, nace con la intención de llevar la música extrema a un nivel superior. Entre 2003 y 2007, Hatebeak graban ocho temas que, en 2015, volverían a reaparecer junto con otros temas nuevos en un trabajo titulado The number of the Beak (El número del pico), en el que Waldo hace gala de unos registros vocales nunca antes escuchados en el mundo del metal extremo.

    Temas tales como Beak of Putrefaction (Pico de putrefacción), Birdseeds of Vengeance (Alpiste de la venganza), Hellbent for Feathers (Empeñado en plumas) o The Thing That Should Not Beak (La cosa que no debiera picar) hacen que la prensa especializada compare la música de Hatebeak con el sonido de un martillo pilón moliendo acero.

    Según declaraciones de Mark y Blake, a Waldo le gusta el death y el black metal. Dicen también que posee un repertorio vocal muy amplio y que cuando se enfada imita a la perfección la alarma antiincendios —lo que no dicen de dónde—. Hatebeak aseguran que nunca han tocado ni tocarán en directo por muy divertido que fuera, por temor a estresar a Waldo, ya que su bienestar es lo principal en la banda y al fin y al cabo el que manda es él.

    Como veis, la música extrema se adentra en un nuevo e inexplorado horizonte lleno de posibilidades. Caninus ya no existen, pero practicaron un deathgrind de alta factura interpretado por dos Pit Bull muy entregados y talentosos. Los Hatebeak siguen activos y tan pronto Waldo lo ordene volverán al estudio de grabación.

    Quién sabe si en el Ártico no hay una dupla de esquimales de metal extremo ensayando coros con los estentóreos bramidos de una morsa, o en Calcuta un grupo de brutal grindcore masterizando los balidos iracundos de una cabra.



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