En los márgenes de la guerra siempre surgen historias personales de gran interés que se salen de la norma, que escapan del estereotipo. Porque cuando se pone rostro al drama -en este caso bélico-, la historia gana en atractivo y se convierte en una caja de sorpresas. Es lo que sucede en “4 días de mayo”, co-producción germano-ruso-ucraniana dirigida por Achim Von Borries, que se acerca a los días previos de la firma de paz de la 2ª Guerra Mundial, para asistir a una situación tan absurda como humana. En la costa báltica de Alemania ha desembarcado una patrulla soviética, que toma un orfanato como cuartel desde el que hacer frente al ejército alemán que, en retirada, ha acampado en la playa. Allí se encuentra un niño que quiere ser héroe de la patria y que en silencio llora la muerte de su padre, una joven alemana que encuentra el amor en tiempos de guerra, una baronesa que demuestra ser un alma grande y acogedora, y sobre todo un capitán soviético que se nos presenta como un hombre de principios y un padre con el corazón sangrante.
La historia es buena y más por estar basada en hechos reales, y la interpretación de Aleksey Guskov como capitán ruso saca adelante la película. La puesta en escena, en cambio, no tiene suficiente fuerza ni la narración ritmo adecuado, además del daño que le hace un doblaje impostado y nada dramático. Pero, al margen de esas deficiencias, es indudable que responde a la voluntad de algunas cinematografías por matizar y humanizar a tantos personajes de su historia reciente, por llevar a cabo un revisionismo histórico que nos acerque a la realidad de unos tiempos convulsos donde no todo era oscuridad y crueldad. Centrándonos en la cinematografía alemana, lo hemos visto en “El hundimiento” y “La vida de los otros”, y recientemente en “Bárbara”
Por debajo del uniforme y de la posición que defiendan, vemos que hay soldados soviéticos de buen corazón y honradez intachable, junto a otros de una mezquindad insuperable… y lo mismo podríamos decir de los alemanes, pues no todos los militares a las órdenes de Hitler parecían compartir sus métodos ni objetivos de guerra. Una vez más, vemos que bajo la bandera subyace un espíritu que responde a la dignidad de la persona, y por eso el capitán y la baronesa pueden hablar pacíficamente… aunque él diga que es de Leningrado y ella que de San Petersburgo.
Lo recogió Jean Renoir en la magnífica “La gran ilusión”, y hace pocos años lo vimos de nuevo en “Feliz Navidad”. Al final, pesa más la humanidad que la ideología… al menos siempre que bajemos a la realidad de la gente sencilla, al pueblo. Aquí, en “4 días de mayo”, nos encontramos con mujeres alemanas que cuidan de los soviéticos “porque les han tratado bien”, con soldados alemanes que luchan junto a los soviéticos… frente a otros soviéticos que han convertido una conflagración mundial en una pelea de colegio por orgullo y por unas faldas. No descubrimos ni un ápice de odio ni violencia en esos nazis acampados, ni tampoco en ese batallón soviético al que se ha ordenado acabar con la resistencia germana: Von Borries ha optado por una visión amable y alejada del realismo para este epílogo de guerra, y ha buscado mostrar la otra cara de los protagonistas del conflicto, de los vencedores y vencidos.
En las imágenes: Fotogramas de “4 días de Mayo”, película distribuida en España por Paycom Multimedia © 2011 X-Filme Creative Pool, ZAOStudia, Aurora Production, Arte, HessischerRundfunk y NorddeutscherRundfunk. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 17 abril, 2013 | Categoría: 5/10, Alemania, Año 2013, Bélico, Drama, Opinión, Rusia, Ucrania
Etiquetas: 4 días de mayo, Achim Von Borries, Aleksey Guskov, Barbara, El hundimiento, Jean Renoir, La gran ilusión, La vida de los otros