La ciencia avanza a pasos acelerados particularmente a partir del año 2000 gracias al hito de la decodificación del genoma humano. Lo que hace apenas 20 años eran verdades aceptadas por la comunidad científica hoy son anécdotas históricas. Lamentablemente este vertiginoso ritmo generalizado de las ciencias no se ve reflejado en las aulas donde se forman los nuevos profesionales de la salud mental. Hoy queremos detallar los cinco principales cambios que deben implementar las universidades para sostener la vigencia de la ciencia psicológica:
1. Abandonar la escisión mente-cuerpo del siglo XVII
Cómo es hoy: Resulta francamente vergonzoso toparse con planes de estudio, programas de postgrado e incluso profesores que siguen justificando la existencia de la psicología como consecuencia de la dualidad mente-cuerpo postulada en el siglo XVII como respuesta de la ciencia para evitar invadir el ministerio de la fe. En ese entonces los científicos necesitaban separar la ciencia de la religión y el estudio de la mente quedó relegado al estudio de las facultades del alma. Esta división es inoperante en pleno siglo XXI donde nos topamos con una cantidad no menor de psicólogos que siguen convencidos que se dedican a la parte espiritual del ser humano. Sobran corrientes que hablan de la psicología como una disciplina centrada en nociones esotéricas.
Cómo debe cambiar: El marco filosófico que circunscribe a la ciencia del siglo XXI es ontológico. Pensamos una psicología que reconoce que el fenómeno psicológico se manifiesta por sí mismo y es labor del psicólogo recolectar fragmentos suficientes del fenómeno para dar cuenta de un hecho (evidencia) que puede usarse para comprobar o refutar una hipótesis. La psicología debe dejar atrás la era donde se pensaba que el fenómeno psicológico era una manifestación de conocimiento por sí mismo que sólo había que interpretarlo por medio de conjeturas y deducciones infalseables.
2. Incorporar nociones matemáticas profundas como el cálculo integral y diferencial
Cómo es hoy: No es ningún secreto que los psicólogos tienen fama de poca habilidad para las matemáticas y existe una noción en varias universidades que el uso de las matemáticas obedece a un reduccionismo de la psique humana al mero valor estadístico. La división de la formación del psicólogo en “escuelas” nos ha dado generaciones de psicólogos incapaces de reconocer el valor del manejo de modelos matemáticos para entender los fenómenos psicológicos. En una reciente convocatoria laboral para un puesto de Psicofisiología para recién graduados recibimos cerca de 80 solicitudes. Cuando decidimos acotar el puesto con el requisito de dominio de la estadística inferencial y software de análisis estadístico recibimos sólo tres solicitantes, dos de los cuales tenían grado doctoral.
Cómo debe cambiar: El metalenguaje por excelencia de la ciencia es la matemática. Una de las razones por las cuales muchas corrientes psicológicas están cayendo en la obsolescencia y no han podido renovarse pese a los avances en las disciplinas que nutren su desarrollo, es por la barrera funcional de los conceptos que maneja. El más importante es la noción de cognición visto desde la neurociencia. Antes, la psicología pensaba que la memoria era una especie de proceso de almacenaje de información en una especie de “banco de datos” en algún lugar del cerebro. Hoy hemos descubierto que la memoria es resultado de un conjunto de redes sinápticas que se forman, crean y modifican en estructuras bien definidas. Todo este conocimiento puede modelarse y transformarse a conocimiento del siglo XXI con herramientas como el cálculo diferencial. El mejor ejemplo para ello es cuando explicamos cómo puede existir una noción inmedible (cognición) con un área finita y medible (cerebro). El Copo de Koch demuestra la existencia de un perímetro indefinido (como la cantidad de conexiones neuronales) en una función con área totalmente definida (como el cerebro). Este modelo permite modelar por qué el peso y volumen del cerebro de un budista, un economista y un campesino son iguales.
Imagen: WikipediaEl copo de Koch. Un área finita circunscrita por un perímetro no finito
3. Recorrer la historia de la filosofía y teoría del hombre
Cómo es hoy: Los psicólogos son quizá el gremio con mayor número de “nuevas corrientes” inventadas por año. Si buscamos en internet el directorio de psicólogos en nuestra localidad es más que frecuente toparnos con currículos de psicólogos que declaran ser “creadores del método X”, “inventor de la técnica Y”, y otros tantos que dicen “certificado en el método X”, “usando el método Y”. Finalmente y no por ello menos frecuente están los que buscan cierta legitimación por autoridad: “discípulo del Dr. X”, “miembro del seminario del Prof. Y”. Cuando profundizamos en las raíces de estas “nuevas corrientes” se evidencia como denominador común un desconocimiento de todo lo que a la humanidad en sus 5000 años de documentación escrita de psicología se le ha ocurrido escribir sobre el hombre mismo. La mayoría de los psicólogos desconocen todas las obras que se escribieron en épocas anteriores al siglo XIX y un grueso de psicoanalistas ignora que el mismo Freud creía en la frenología. Ello nos trae como consecuencia cantidad de psicólogos que re-inventan ideas, conceptos, nociones y teorías que la filosofía ya postuló, rebatió, refutó y reformuló.
Cómo debe cambiar: Si bien la necesidad de retomar la herencia filosófica de la psicología se ha impuesto en algunas universidades, todavía no es una tendencia generalizada. Miramos un día donde los psicólogos reciban a la par la formación más moderna y actualizada basada en evidencia científica de lado de Platón, Spinoza y de la Mettrie hasta Heidegger. Sólo con el conocimiento de la historia de la teoría del hombre y comprendiendo la construcción que se ha dado sobre sí mismo, el psicólogo podrá evitar repetirlas innecesariamente.
4. Recuperar la vocación experimental
Cómo es hoy: Las más recientes generaciones de psicólogos son en gran proporción tecnólogos de pruebas psicométricas y especialistas en administración de esquemas de terapia breve. Pero estos mismos psicólogos nunca tuvieron oportunidad en su formación profesional de entrar en un laboratorio de comportamiento, de Psicofisiología o de farmacología experimental. Las consecuencias son notorias y lamentables: son presa fácil de las pseudoterapias, los remedios complementarios, las técnicas dudosas y métodos esotéricos de medición. No es su culpa. Cuando un profesional no desarrolla el sentido de investigación y de pensamiento crítico, asume que todo lo que lleva nombre de ciencia o los prefijos neuro o bío es cierto. Estos psicólogos comienzan a hablar de la mecánica cuántica como fundamento de su esquema terapéutico, o de que la meditación provoca cambios demostrables en el cerebro. Son psicólogos incapaces de distinguir dentro de su propia disciplina aquel conocimiento que viene de una investigación revisada por pares y publicada en un boletín científico, de aquel que se publica en una revista de supermercado.
Cómo debe cambiar: La psicología como ciencia surgió de la experimentación y es por definición una disciplina de investigación en tanto se basa en la recolección de datos para llegar a conclusiones explicativas de los fenómenos observados. Vemos una formación en psicología que ponga énfasis en la metodología de la investigación no sólo en una o dos asignaturas sino como parte medular de toda la carrera de principio a fin. Los futuros psicólogos necesitan tener acceso a investigación con roedores (actualmente abandonado en dos tercios de las universidades de México), a laboratorios de biometría física, química y psicofisiológica. Es necesario que los esquemas de prácticas profesionales se enfoquen a la formulación de preguntas clínicas más que a la mera aplicación de conocimientos.
Imagen: Sping.udg.eduSantiago Ramón y Cajal descubriendo las redes neuronales
5. Establecer un sistema de certificación periódica
Cómo es hoy: Un desastre. La mayoría de los países no han regulado el concepto de “psicoterapeuta” por lo que legalmente cualquier persona que desee portar esa actividad puede hacerlo sin caer en el intrusismo profesional. Sólo en un par de países se ha distinguido la psicología clínica como profesión sanitaria de la psicología general como ciencia social. En México y muchos más países la licencia de “Psicólogo” es otorgada por igual a quien tiene formación sólida en un laboratorio experimental como quien cursó en una institución donde se enseñan constelaciones familiares como terapia de primera elección.
Cómo debe cambiar: El primer paso lo ha dado ya España. El psicólogo clínico debe hacer su residencia hospitalaria y acatar procesos muy parecidos al MIR de los médicos. Este modelo debe replicarse rápidamente para dar un primer paso hacia la profesionalización del psicólogo como profesional de la salud. Un siguiente paso es la certificación periódica. Los ministerios de educación y de salud deben publicar pautas y reglamentos que permitan a los psicólogos colegiarse en un órgano auto-regulador con facultades para determinar los criterios que determinan la competencia y desempeño del psicólogo así como la necesidad de actualización y renovación de sus conocimientos.
Artículo publicado en Actualidad Clínica y cedido para su publicación en Psyciencia.