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5 consejos para no evitar el bikini en verano

Por Sentir @menjasa1

No nos engañemos. Quien más quien menos alguna vez se ha puesto el bañador y no se ha gustado. Los bañadores o bikinis dejan al descubierto gran parte de nuestro cuerpo y nos obligan a vernos, movernos e interactuar con los demás mientras vamos muy ligeros de ropa. Mirado así, ponerse el bikini e ir a la playa puede llegar a ser un gran reto para aquellas personas que no acaban de sentirse a gusto con su cuerpo.

Las encuestas muestran que aproximadamente un 80% de la población no está satisfecha con su imagen corporal. Además, los estudios nos dicen que esta insatisfacción es independiente del peso del individuo. Por lo tanto, personas con un peso saludable creen que tienen que bajar de peso para sentirse mejor. Esto puede ser debido a muchos factores, pero la publicidad y la presión social para mantener unos determinados estándares de belleza sumados a la moda de las dietas de adelgazamiento milagrosas, hace que muchas personas piensen que tienen que bajar de peso cuando en realidad no lo necesitan.

Así pues, es normal que para muchas personas el “momento playa” sea complicado y a veces opten por evitarlo y así ahorrarse un mal rato. Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos de hacer algo por miedo a pasarlo mal? En un primer momento nos sentimos aliviados porque hemos evitado pasar un mal rato, pero a la larga puede aparecer una sensación de insatisfacción por no ser capaces de afrontar la situación y de disfrutar de una actividad que nos gusta.

¿Y como lo puedo hacer para empezar a sentirme mejor con mi cuerpo? Aquí tenéis algunos consejos que os pueden ayudar a reconciliaros con vuestra silueta y disfrutar al máximo de las playas este verano:

Basta de decirte cosas negativas: Quizás no somos del todo conscientes, pero si prestamos atención a los mensajes que nos enviamos a nosotros mismos nos daremos cuenta de que a veces no somos especialmente amables con lo que le decimos a nuestro cuerpo. Que si pesamos demasiado, que si no tenemos curvas, que mira qué barriga, que no tengo culo, que estoy demasiado fuerte, demasiado floja, y así podríamos seguir y seguir. El primer paso para aceptar y amar nuestro cuerpo es hablar de él con respeto y cariño.

Mírate y Mímate: Muchas personas que no se gustan evitan mirarse en el espejo o tocarse el cuerpo por ejemplo a la hora de ponerse cremas o jabones. Como no les gusta lo que ven o tocan, prefieren no hacerlo por no pasarlo mal. Aunque al principio nos pueda costar, debemos intentar hacer lo contrario, nos tenemos que acostumbrar a mirarnos al espejo, a vernos el cuerpo desnudo y a poder acariciarlo. A medida que hagamos este ejercicio iremos viendo como ya no nos sentimos tan mal como al inicio, que empiezan a aparecer mensajes positivos hacia nosotros mismos y que nos sentimos más cómodos con nuestro cuerpo.

No evites: Del mismo modo que no debemos evitar mirarnos o tocarnos, tampoco debemos evitar situaciones por miedo a enseñar el cuerpo. Cada vez que evito una situación pensando que no me sentiré a gusto con mi cuerpo me estoy diciendo a mí mismo que no soy lo suficientemente válido, que mi cuerpo es inadecuado y que no soy capaz de hacer lo que hace el resto de la gente. Tenemos que afrontar las situaciones que nos generan malestar, si es necesario lo podemos hacer de forma gradual, pero siempre con la sensación de que vamos avanzando y afrontando nuevos retos.

Potencia lo que te gusta: A veces decimos o escuchamos expresiones del tipo: “no me gusta mi cuerpo” o “no me queda bien ninguna prenda de ropa”. Estos son pensamientos totalitarios que no nos dejan margen para mejorar. Debemos huir del todo o nada y pensar que es difícil que no nos guste absolutamente nada de nuestro cuerpo, o que no nos quede bien ningún tipo de vestimenta. Encontrar aquellas partes de nuestro cuerpo que nos gustan y saber escoger aquellas prendas que nos favorecen nos ayudará a sentirnos mejor con nuestro cuerpo.

Relativiza la importancia de la imagen: Ir a la playa no es mostrarse en bikini. Ir a la playa es disfrutar del mar, de la arena y del sol. Ir a la playa puede querer decir también pasar un buen rato con amigos o familia y desconectar del trabajo y las obligaciones diarias. El cuerpo nos conecta con los demás, nos hace sentir emociones y sensaciones indispensables y nos permite descubrir el mundo. Y esto lo podemos conseguir todos, independientemente de nuestro peso y nuestra silueta.

Así pues, ya puedes empezar a preparar bañadores, bikinis, cremas solares y palas de playa, que este verano es el definitivo. Y si finalmente no vas a la playa, que sea porque eres más de montaña y no porque no te has atrevido.


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