Este lugar de reflexión en voz alta ha cruzado esta madrugada el puente de las 50.000 visitas. En tres años (aunque Al margen nació en la primavera de 2007, el contador de visitas funciona desde septiembre de ese año), alguien, al otro lado del ciberespacio ha pulsado cada cierto tiempo la tecla intro para acceder al blog. Muchos son visitadores frecuentes, que se han acostumbrado a convivir en este espacio con mis fantasmas, mis obsesiones y mi palabra. Otros son ocasionales, unas veces fruto de la casualidad otras de una búsqueda que se ha iniciado al otro lado del Atlántico, o en las antípodas, por tierras de Australia o Nueva Zelanda. Así hasta sumar 50.000. A todas y a todos los internautas, blogueros, cotillas y curiosos, poetas y novelistas, amigos encubiertos de otros años y amigos descubiertos en la red: mil gracias. Mejor dicho: cincuenta mi gracias.
Me alegra pensar que este acontecimiento personal y literario se ha producido casi en paralelo con dos grandes acontecimientos: de un lado, la inauguración en la Biblioteca Nacional, gracias a la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, entidad organizadora, y a un puñado de apasionados por la poesía, de la gran exposición conmemorativa del centenario de Miguel Hernández titulada La sombra vencida. 1910-2010; de otro, la puesta en marcha, por la RAE y en colaboración con YouTube, de la lectura de El Quijote en Internet: una lectura global como parte de una actividad cultural global --la primera en el mundo sustentada en una obra literaria-- basada en un libro, en una obra tan emblemática para la cultura en español y para la novela universal como el de Cervantes, con participación de los lectores en todos los rincones del mundo.
Mi condición de escritor y el hecho de haber tenido el privilegio de trabajar, durante casi tres años, en el Instituto Cervantes me convierte en espectador especialmente sensible ante iniciativas de estas características. Y tengo que decir que en ambas he advertido (lo han advertido no pocos habitantes del mundo de la cultura) la muy significativa ausencia de esa institución. Un ausencia que se produce al mismo tiempo que, según he leído, la RAE ha confiado la supervisión de los vídeos y el cuidado de la fidelidad del texto matriz que leen los internautas al Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares. En mi modesta opinión, nuestro embajador de la cultura en español en el mundo debería haber mostrado iniciativa cultural, haber jugado el papel de avanzada, pugnado por un protagonismo y una participación activa, como colaborador privilegiado, en una y otra, haber aportado todas sus capacidades a tan apasionantes empresas. Su red de centros, su televisión por Internet y su plataforma interactiva habrían contribuido a dar una dimensión internacional a la obra de Miguel Hernández y a conectar la lectura de El Quijote con la actividad docente y cultural de cada uno de sus centros, desde Alburquerque a Sydney pasando por Berlín, Praga o Pekín, además de potenciar el papel de la adminsitración española en la difusión de nuestra cultura en el mundo. Hace algunos meses, reflexionaba en Al margen sobre el Día del Español y expresaba mis reservas hacia una celebración que, en buena medida, se había limitado a ser un mero juego alrededor de las palabras en español sin trascender hacia objetivos culturalmente más ambiciosos, en una fiesta un tanto ligtht. Escribí que habría sido una gran experiencia de cultura trasnacional recoger el testigo del frustrado Congreso de la Lengua de Valparaíso y hacer el gran homenaje del español a Pablo Neruda y a Gabriela Mistral, agregando los dos poetas con centenario a esta orilla del Atlántico: Miguel Hernández y Luis Rosales.
Ese mismo espíritu es el que anima hoy mi reflexión sobre las actividades iniciadas en los últimos días por la Biblioteca Nacional y por la Real Academia de la Lengua. En la realidad globalizada del siglo XXI, con Internet desbordando las fronteras que antaño limitaban la expansión de la cultura y el arte, el Instituto Cervantes podría jugar un papel esencial promoviendo, de manera regular, actividades culturales de carácter global en el que todo el universo de la lengua española, en todos los rincones del mundo, participara de manera simultánea. Eso es lo que aporta la nueva realidad tecnológica: hoy es posible organizar una mesa redonda en Madrid alrededor de Miguel Hernández o de Luis Rosales y concitar la participación de escritores y lectores de todo el mundo, de las comunidades educativas y universitarias, expresando su opinión sobre la obra de uno y otro o leyendo sus poemas además de contar con señalados cantautores, comenzando por Joan Manuel Serrat. Sería actuar de la misma forma que lo ha hecho la RAE con El Quijote. A mi modo de ver, ahí es donde se mide la modernidad de una institución, su capacidad de conectar con esa comunidad trasnacional que piensa en español y que quiere colaborar y participar en iniciativas que tengan a la literatura española como protagonista.
Miguel Herrnández y El Quijote, dos clásicos de la literatura universal, están siendo estos días los grandes protagonistas de nuestra cultura. Más de sesenta años después de la muerte del poeta y más de quinientos después de la publicación del libro cervantino, dos instituciones culturales españolas los hacen más accesibles, más cercanos, más universales. Gracias (y enhorabuena) a la BN y a la RAE.
Y, por supuesto (se me olvidaba), gracias por esas 50.000 visitas a este rincón situado Al margen.