El Dr. Albert Ellis comenzó el desarrollo de su Terapia Racional Emotiva hace ya más de 60 y, en esta ocasión, me gustaría rescatar de sus ideas la distinción entre las emociones saludables (por ejemplo, tristeza, frustración, etc. ) de las emociones patológicas (ansiedad, culpa, etc.) que se convierten en una barrera infranqueable hacia la felicidad.
Es importante señalar que cualquier persona puede sentirse triste, pero de que esto se convierta en algo patológico depende en buena medida de los juicios que se hagan sobre los hechos (ver también “las distorsiones cognitivas y emociones”) y la autoexigencia.
Estas autoexigencias desmedidas se convierten en lo que Ellis llamaba “filosofía demandante de vida”, dominada por absolutismos del tipo:
- Demandas sobre uno mismo ("yo debo..." o "yo necesito...").
“yo debo hacer las cosas mejor”
“yo necesito que me acepten en el grupo”
- Demandas sobre los otros ("él debe..." o "tú debes...").
“él debe tratarme amablemente”
“tú tienes que ser justo conmigo”
- Demandas sobre el mundo ("el mundo debe..." o "la vida debe...").
“la vida es injusta”
La “filosofía demandante” desarrolla creencias irracionales que son perjudiciales y de alguna manera instalan una base sólida para la neurosis.
Alguna de las ideas en las que se basa esta “filosofía demandante” de vida son:
- Existe una tremenda necesidad en los adultos de ser amados.
- Siempre debemos ser absolutamente competentes e inteligentes en todos los aspectos.
- Hay que rechazar a las personas que cometen actos “feos o perversos”.
- Todos los males de las personas son causados externamente y están fuera de nuestro control.
- Si algo puede ser peligroso, deberé obsesionarme por ello.
- Es más fácil eludir las dificultades de la vida y las responsabilidades personales que se generan.
- Si algo nos afectó en el pasado, seguirá haciéndolo el resto de nuestras vidas.
- Debemos intentar controlar todas las cosas.
Vuelvo a señalar que, de asumir estas ideas como válidas, iremos creando las bases necesarias para neurosis que cada vez se harán más difíciles de tratar.
Además, estas ideas nos obligarán a crear juicios que se convertirán en creencias irracionales que, sin quererlo, dominarán nuestra vida.
Algunas de estas creencias irracionales o distorsiones cognitivas que enumeraba el mismo Ellis tienen la siguiente forma:
- Debo mejorar o de lo contrario no valgo nada
- Los demás deben tenerme en cuenta o es que son absolutamente idiotas.
- El mundo debe proveerme la felicidad.
Me gustaría hacer notar que cuando en esta última creencia decimos “el mundo” este es perfectamente intercambiable por nuestro “mundo de relaciones” en la forma de:
- Mi pareja no me hace feliz
- Mis amigos no me hacen feliz.
Esta forma “demandante de pensar” traslada la responsabilidad (¡nuestra responsabilidad!) de ser felices a un tercero (al mundo, a otros), caracterizandome como “víctima”, en lugar de “protagonista” de mi propia vida… alejando así la posibilidad de ser feliz.Como se dice coloquialmente: poniendo la llave de nuestra felicidad en el bolsillo de otro.
El primer paso en la búsqueda de la felicidad es evaluar cuáles de mis propias creencias son irracionales e incompatibles con el proceso de la felicidad.
Estemos atentos.
Un saludo
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