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93. En la noche más larga

Publicado el 20 diciembre 2021 por Cabronidas @CabronidasXXI

    Al final todo se fue a la mierda. No porque la naturaleza se revelara como era lo esperado, sino por acción de quienes llevaban sometiéndola a tortura desde el Génesis. Todo empezó el día de la Gran Conjunción. El día en que Júpiter y Saturno volvieron a estar más cerca el uno del otro de lo que estuvieron en los últimos cuatrocientos años. El sol se detuvo y el solsticio de invierno nos colocó en el punto de no retorno.

    Aquellos dos titanes esféricos iniciaron su muda danza estelar, y algo hizo clic en la conciencia colectiva que habitaba la Tierra.

    Unas mil millones de vidas se dejaron abierta la espita del gas y decidieron accionar el mechero y prender la cerilla. Mil millones de explosiones brotaron de la geografía terrestre como flores de destrucción. Otras mil millones de almas fueron víctimas colaterales. De forma simultánea, mil millones más de seres con cualquier tipo de arma de fuego a su alcance, agotaron la munición contra sus iguales más cercanos dejando una última bala para su propio final. Y en concatenación, el resto de habitantes se deslizaron la cuchilla con la presión adecuada, bien por el antebrazo o la carótida.

    Sin caos, sin instinto de supervivencia, el último corazón de la especie dejó de latir.

    Júpiter y Saturno brillaron más que nunca aquel 21 de diciembre, obrando en silencio la necesaria erradicación. El planeta azul quedó desinfectado de la verdadera pandemia que lo asoló desde el principio de todo. Tras aquella sanación cósmica, un nuevo sol despuntó en un invierno frío, transparente y hermoso como nunca antes se había conocido.

    Y aquel fue el mayor regalo que mereció la puta humanidad en estos días de amor y paz.



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