Revista Opinión

A dos grados

Publicado el 07 diciembre 2015 por Jcromero

La celebración en París de la Conferencia de las Partes (COP21), reúne a representantes de 195 países con el objetivo de evitar que la temperatura global del planeta supere los dos dos grados centígrados con respecto al nivel de la era preindustrial, de acuerdo con las recomendaciones de los expertos. Complicado si los mandatarios no están en la misma línea argumental que la comunidad científica, imposible si no apuestan por un cambio de modelo económico.

Se supone que dejamos atrás los tiempos en los que algún político ignorante confundía tiempo con clima, que pasaron a los territorios del olvido aquellas discusiones interminables entre quienes defendían que el cambio climático era algo que siempre había sucedido, despreciando la incidencia de la actividad del hombre, y quienes, reconociendo que el clima ha estado siempre en continua evolución, alertaban sobre el factor antropogénico. Los escépticos han dado un paso atrás. Admiten que la actividad del hombre supone un elemento determinante, en el aumento de la temperatura media del planeta, con la deforestación y la excesiva emisión de dióxido de carbono como principales responsables. Falta que los gobiernos se tomen en serio la situación y adopten medidas eficaces.

Los datos no admiten muchas interpretaciones y están al alcance de todos. Aunque sea preciso separar el grano de la paja, Internet es una enciclopedia que se actualiza constantemente. Los efectos del cambio climático se dejan notar, de momento, en las zonas más pobres de la Tierra y es en ellas donde ya se están produciendo las consecuencias más extremas, con grandes sequías en unas regiones y enormes inundaciones en otras. Aunque es fácil caer en la tentación apocalíptica, se trata de actuar más que de advertir de unos riesgos que resultan evidentes.

El cambio climático afectará a todas las regiones y sus consecuencias sabemos que serán, ya son, de índole económica, social y sanitaria. Cuando a Europa llegan decenas de miles de refugiados políticos que huyen de la opresión y la guerra, olvidamos que también están llegando refugiados climáticos huyendo de condiciones imposibles para la vida.

Urge detener las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases contaminantes por lo que hay que actuar sobre las principales fuentes de emisión de estos gases. Las expectativas están puestas en los dirigentes mundiales, en saber si se plegarán una vez más a los intereses económicos de las grandes corporaciones o si por delante de cualquier factor económico ponen la salud de la Tierra y la de sus habitantes.

Hay que adoptar medidas de manera urgente evitando el error de convertir el objetivo de disminución de emisiones contaminantes en un cambalache especulativo donde comprar y vender derechos de emisión. Estamos a dos grados. Compete a los gobernantes de todos los países y a los organismos internacionales actuar. Corresponde a los ciudadanos demandar compromisos y acciones eficaces.

Alguien ha escrito que el futuro de la Tierra se decide en París y en cada uno de nosotros, tiene razón. Estamos a dos grados y nada será posible sin el compromiso de todos.

Es lunes, escucho a Paul Edis:

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