Revista Historia

“A Little Cloud” (James Joyce)

Por Nesbana

“La nota dominante de su temperamento, pensó, era la melancolía, pero una melancolía atemperada por la fe, la resignación y una alegría sencilla”. ¿En qué medida vive la gente en un estado de melancolía? ¿Hay una resignación general hacia ese sentimiento concreto? ¿Se atempera de esta forma? No sabría decir si es melancolía lo que se siente de forma generalizada; pero sí decepción, vacío, desorientación e indefinición, como las nubes que van y vienen, que se unen y se separan, que se esfuman. Las sólidas certezas de nuestro marco vital se hacen añicos. El clima informativo actual es depresivo e infame: corrupción, guerra, irresponsabilidad, engaño. La realidad —mostrada y confeccionada— es una imagen vacía y hueca de nuestra civilización, un panorama desolador que pone a prueba las voluntades individuales y colectivas.

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El pensamiento inicial de la entrada está puesto en boca de Little Chandler, personaje de “A Little Cloud” (“Una nubecilla”), perteneciente a Dublineses, obra de James Joyce publicada en 1914. Chandler es un mosaico de sentimientos desesperanzados que se van desgranando en el escaso tiempo en el que transcurre este relato en la ciudad de Dublín. Joyce dibuja magistralmente la inferioridad que siente Chandler respecto a su amigo Gallaher, que emigró a Londres y se labró un futuro como redactor. Little Chandler, alicaído desde el primer momento en que se anuncia su nombre, protagoniza un viaje que despierta en él ese sentimiento de inferioridad: se reúne con su viejo amigo, que ha regresado al “terruño”. El antagonismo entre los dos amigos no puede ser mayor: Gallaher es un triunfador vividor con aires de importancia; Chandler se ha visto condenado a casarse, tener una vida mediocre y ver el sueño de su vida —ser escritor—frustrado. Son ejemplo y muestra de una serie de binomios antagónicos: Dublín/Londres, pasión/sencillez, triunfo/mediocridad, exceso/abstinencia… Chandler está retratado por medio de símbolos que delimitan su carácter desilusionado: sus dientes de leche, su intolerancia hacia el alcohol, el pago de los muebles a plazos, etc.

La dura e iniciática visita de su viejo amigo se torna insoportable al volver a casa. El círculo se cierra y el personaje vuelve al lugar al que pertenece: la “alegría sencilla” que no es tal. ¿Qué le espera? Un niño que llora y por el que no siente afecto, y una mujer en cuyos ojos “no hay pasión”. Su fracaso literario se plasma en el intento de leer a Byron, interrumpido por el lloro de su hijo; y en su incapacidad expresiva. El personaje se construye, de forma condensada e intensa, a través de sus sentimientos en esa jornada: “Había tantas cosas que quería describir; la sensación de hace unas horas en el puente de Grattan, por ejemplo. Si pudiera volver a aquel estado de ánimo…” (pág. 75).

Little Chandler es una “little cloud”, una pequeña nube que se esfuma. Sus aspiraciones de juventud se han evaporado y quedan en el fondo de su alma, tratando vanamente de realizarse. Aun así, él sabe que es más capaz que su amigo, y ello incrementa su drama. La maestría de Joyce evoca nuestro presente: la triste realidad que sufrimos en nuestras carnes. Muchos de nuestros sueños, que un día parecieron estar esperándonos, parecen esparcirse como las nubes. Y, además, las nubes son incontrolables y forman parte de la naturaleza. Pretender controlar la naturaleza parece una osadía. Las nubes de nuestras vidas no pueden ser inasibles; son nuestros anhelos. Es triste ver cómo, de forma generalizada, parece hacerse realidad lo que legó Joyce en este cuento: “No había duda de ello: si uno quería tener éxito tenía que largarse” (pág. 65). ¿Es demasiado tarde para escapar?

Agosto 2010


“A Little Cloud” (James Joyce)

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