Es respondiendo al post que mi querido Mr. Mierdas publicó hace poco que traigo mis huesos esta noche al Café. Y esto, porque los versos, esos maravillosos versos de Maiakovski, me han tocado en lo hondo, forzándome a poder un poco más que el agotamiento físico y la tendencia natural a la pereza de la que adolece mi mente. Y es que, si alguien pregunta por la poesía, merece una respuesta, sea de quien sea. Y, además, tengo un Poeta de los de verdad bajo la manga: nada más ni nada menos que el gran Jorge Eduardo Eielson. Ya he escrito alguna vez sobre él, y no me molesta tener que repetir que, de entre todos los poetas que han nacido en el Perú, éste es mi favorito indiscutible, un autor que supo hacer del lenguaje un verdadero manantial: primero, para construir maravillosos versos de clave romántica; después, para hablar de lo ausente, del sinsentido de las palabras, del silencio y la ausencia; y, finalmente, para hacerlo acerca de lo que él intuía que estaba más allá del lenguaje mismo. Un genio indiscutible, de los que se han ganado el título con honores.Y, claro está, estas líneas van con una copa en alto, por toda la "familia". Qué honor, carajo...
ceremonia solitaria entre papeles y palabras
Completamente solo entre papeles
Repletos de palabras
Entre alimentos que se vuelven sueños
Uñas excrementos
Y alimentos que se vuelven llanto
Huesos pensamiento
Entre cortinas que se abren
Como amaneceres y cortinas que se cierran
Como cicatrices. Solo entre sombras
Semejantes a otras sombras
Sombras de objetos que no son objetos
Sino torbellinos
De materias que sollozan y que tosen
Y que nunca fallecen
Siempre entre sombras entre sombras solamente
Acariciando una pared cualquiera
Un puñado de tierra en el bolsillo
Células muertas que antes fueran padres y madres
Tíos hermanos amigos
Ahora convertidos en palabras
Completamente solo entre fragmentos
De personas que no son personas
Sino racimos de botones e intestinos
Persiguiendo el mundo entero
En el fondo de un tintero
Hasta llegar al fin de la escritura
En donde muere la palabra
Y se levanta soberana la sonrisa
De la nada la misteriosa pelota de papel
Que ahora aprieto nuevamente
En una mano