Ethan y Joel Cohen
Que los hermanos Cohen entreguen una comedia no es raro, una buena parte de su cine lo es y en otras muchas de sus películas hay elementos que remiten a ella. Pero sorprende un poco que en esta mirada a los sesenta, teóricamente narrada en clave de humor, haya más nostalgia que humor y que su proverbial y afilada ironía esté un tanto mellada. Basada, más o menos, en las memorias del músico Dave Van Ronk, hay que decir enseguida que A propósito de Llewyn Davis no es una mala película sino una película ligeramente frustrante, quizá porque promete más de lo que acaba dando, quizá porque la perversión de las reglas del género, marca de los Cohen, no acaba de funcionar del todo. A las peripecias del fracasado músico de folk paseando su derrota por el neoyorkino Greenwich Village les falta mordiente, el pelaje de la fauna entre la que se mueve remite en exceso al Woody Allen más verborreico y superficial y al apunte de road movie del viaje a Chicago, la parte más floja del invento, le sobran tópicos y le falta el sarcasmo que la figura del gordo magistralmente interpretado por John Goodman está pidiendo a gritos. El propio personaje central, y en torno al cual se articula toda la historia, está como desdibujado, falto de concreción, a lo que seguramente contribuye la plana interpretación del poco expresivo Óscar Isaac. Pero los Cohen conocen los entresijos del lenguaje cinematográfico como pocos cineastas en nuestros días. Su dominio de las técnicas narrativas es apabullante como demuestra la solidez de este guión a pesar de estar escrito sobre una levísima anécdota. Su cámara, aunque aquí con el filo un tanto embotado, es un bisturí que disecciona sin piedad.Su capacidad de síntesis asombra por su eficacia y su aparente sencillez (véanse las secuencias en las que Llewyn Davis/Óscar Isaac prepara y se come una tortilla.) En una historia en la que apenas ocurre nada y lo que ocurre es repetitivo, el ritmo de la narración no decae en ningún momento y avanza sin tropiezos, con una engañosa suavidad. Las interrupciones en el ritmo narrativo que siempre suponen la inclusión de canciones, están resueltas con una sorprendente naturalidad y sólo nos parecen excesivas a los no fanáticos de la música folk americana de los años sesenta. La agudeza de los Cohen para los gags más hilarantes se pone de manifiesto en la irónica autocita en la peripecia con el gato, cuya persecución en el vagón del metro hace recordar en algún momento a su Raising Arizona, (Arizona Baby, 1987.) Las interpretaciones no son, quizá, lo mejor de la película. Se salva, claro, ya está dicho, la inmensa sabiduría de John Goodman, y cumple el resto del reparto, con la excepción de Carey Mulligan, siempre sobreactuada, siempre al borde del ridículo. Pero es una película que se ve con agrado, y aunque hace añorar el caustico estilo de los Cohen, deja unas pocas migajas de buen, de buenísimo cine y hace sonreír de vez en cuando. No es que sea gran cosa, pero según está el cine últimamente, ya es bastante.
Ficha:
Título original: Inside Llewyn Davis
Año de producción: 2013
Duración: 105 min.
País: USA
Dirección: Joel Coen & Ethan Coen
Guión:Joel Coen & Ethan Coen
Música: (Varios autores)
Fotografía: Bruno Delbonneln
Reparto: Oscar Isaac, Carey Mulligan,
John Goodman, Ethan Phillips,
Garrett Hedlund, Justin Timberlake,
Max Casella, F. Murray Abraham,
Jeanine Serralles, Stark Sands,
Jerry Grayson, Robin Bartlett, Adam Driver Género: Comedia dramática