Photo by Al Ishrak Sunny on Unsplash
Echo la vista atrás, y me tengo que llegar hasta julio de 2019 para volver a ver una entrada publicada sobre un vino de La Rioja. Seguramente es inaceptable, pero es la realidad. Y aún debo remontarme más en el tiempo para recordar la última vez que pisé terreno riojano. A veces lo más cercano es lo mas desconocido para nosotros. Un buen propósito para la nueva vida pospandemia, viajar más donde la viña nos espera, además justo la semana que se acaban los cierres perimetrales en las autonomías. ¿Casualidad?.
La historia del nombre de este vino, de Abando, me ha llegado al corazón. De alguna manera todos los que hemos pasado muchas horas en un tren, viajando a casa o alejándonos de ella, hemos acabado teniendo un cierto síndrome de Estocolmo con el caballo de hierro. En el caso de Santiago Ijalba era la estación de Abando en Bilbao, cuando estaba en el servicio militar. En mi caso ese punto de partida era la estación de Teruel, mi primer destino laboral, donde pillaba un tren que me llevaba los viernes a Zaragoza, desde donde subía a otro tren hasta Burgos. Un viaje interminable que dejé de hacer cuando me saqué el carnet. Nunca podré olvidar aquellas trincheras excavadas en la arena de las tierras aragonesas, en las que no se veía el horizonte, solo el pasar y pasar lento de los kilómetros entre guijarros y raíces, con la ilusión de llegar pronto a casa, y sin los actuales medios de entretenimiento -la de revistas de El Jueves que devoré-, aunque seguramente tampoco habría mucha cobertura móvil.
En la vida siempre vamos en un tren, a veces más rápido que la vista, a veces con la parsimonia de un turista que ha abandonado su reloj, siempre buscando nuevos horizontes, nuevos lugares en los que aún no hemos estado, subidos en una botella de vino con ruedas casi eternas. El viaje de hoy no nos lleva muy lejos de casa, pero para mí ya es otro mundo. ¿Me acompañas?
Estación de tren de Abando (Bilbao) Foto: TripadvisorEl Abando Vendimia Seleccionada Crianza 2017 está elaborado por Bodegas Santalba desde Gimileo, entre Haro y Briones, y pertenece a la D.O.C. Rioja. Santalba viene de un juego de palabras con el nombre de su fundador, Santiago Ijalba, allá por 1998, siendo hoy las cabezas visibles sus hijos Laura y Roberto Ijalba. La bodega cuenta con alrededor de 10 hectáreas de viñedo propio de tempranillo, en los municipios de Gimileo, Briones y Ollauri, a una altura rondando los 500 metros, aunque controla hasta 60 hectáreas más de viticultores diseminados. El vino que hoy os traigo es un coupage de 95% tempranillo y 5% viura, de cuatro viñedos concretos en Gimileo y Briones, vendimiados manualmente entre el 14 y el 18 de octubre, con un paso posterior por barrica francesa de 15 meses. Presenta un color rojo picota de capa media alta, ribete grana, lágrima densa, de lento recorrido y persistente para un voltaje de 14º, vino sin filtrar pero en el que no encontré sedimento alguno. Buena intensidad aromática, floral, fruta roja madura, vainillas, lácteos, muy limpia nariz. Amable entrada en boca, amplio, taninos muy afinados, buena acidez en la que la viura hace bien su contrapeso, la barrica se nota más en boca, mantiene su punto frutal, cuerpo medio, amable y con una discreta persistencia, estando en un buen momento de consumo. Una buena manera de volver a seguir la senda riojana, un futuro destino a conocer.
R.
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