Revista Cultura y Ocio

Ácido sulfúrico. Amélie Nothomb

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Ácido sulfúrico. Amélie Nothomb
     "Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo"
     No me gusta la televisión. Es algo que ya he comentado alguna vez. Me cuesta terriblemente sentarme delante de la televisión a ver un programa de entretenimiento. Y, de un tiempo a esta parte, los que menos me gustan son los reality shows. Tal vez por eso me atrajo particularmente este título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Ácido sulfúrico.
     Conocemos a los participantes de un programa de televisión llamado Concentración. Como si de un campo real se tratara son elegidos y trasladados sin importar su voluntad a un recinto lleno de cámaras en el que serán sometidos a trabajos y castigos físicos por parte de kapos. El público es cada vez más numeroso y muestra sus filias y sus fobias a través de la prensa mientras no aparta los ojos del televisor. El programa avanza evolucionando en crueldad y aumentando audiencia hasta llegar a hacerlos partícipes de la nominación de los concursantes. Pero claro, de Concentración no sale nadie vivo. Cuando a uno lo eliminan, muere.
     Parecía un tema de moda desde que Stephen King nos habló de programas cuya eliminación consistía en la muerte, hablar de ello en la literatura. Sólo hay que ver el éxito de Los juegos del hambre. Y sin embargo me faltaba la otra cara de la moneda, y eso fue lo que pensé cuando vi este libro. Que podía ser justo eso, la cara b de la historia.    
     Con frases certeras y sin buscar en ningún momento sentimentalismos la Nothomb nos hace un retrato brutal de una sociedad en la que los medios de comunicación no tienen escrúpulos a la hora de mirar su parrilla en audiencias. Y en el que la población se siente atraída por el morbo sin mirar las consecuencias de sus actos. Un campo de concentración casi real, en el que la gente es golpeada, insultada y acaba muriendo es algo tan atroz como atractivo de forma morbosa para la sociedad que nos presenta la autora. Unos kapos elegidos mediante entrevistas en lo que vemos personas con pocos recursos que se ven catapultadas a la fama y a unos buenos sueldos y que, en el caso de Zdena, una de las protagonistas, es lo único que importa, sobresalir. Aunque su trabajo les exija deshumanizarse, todo vale a cambio de algo. Todo por un precio. Comparte protagonismo con CKZ114, una mujer que pertenece a los prisioneros, las grandes víctimas del juego, los participantes. Personas sin esperanza que viven y se adaptan como pueden a un lugar en el que no pidieron ser incluidos. Dos personas que se juntan en un entorno inusitado, y cada una tiene sus propias motivaciones para seguir levantándose cada día. Dos mujeres a las que acompañaremos sin tener muy claro que será de ellas en la página siguiente. Zdena golpea, CKZ114 recibe los golpes, al menos los físicos. Las personalidades no siempre son lo que parecen ni son tan fáciles de doblegar como los cuerpos. Y ese es precisamente el enganche de esta relación.
     El otro gran protagonista es la sociedad, el morbo y el horror y la audiencia. Hasta qué punto el morbo mueve a la gente a ver este macabro espectáculo que nadie parece poder parar. La justificación para verlo, el horror, el verlo para no sentirse excluido, para criticarlo, para hablar del mal... Pero verlo. Participar incluso, votar. Una crítica feroz a una sociedad que pierde valores, que olvida que lo que aparece en la pantalla bien puede no ser una mera ficción recreativa siempre que entretenga. Ese es el verdadero punto fuerte de este libro cuya única pega es que no termina de meterse hasta el cuello en un tema que me parece realmente interesante.
     Me ha gustado, sí. Pero he echado en falta que llegase un paso más allá. Que nos dejase entrar realmente en esa parte podrida de la moral y la exhibiera como si fuera un trozo de carne en un mercado. Porque eso es lo que hace con los concursantes (eso sí, de una forma pulcra y sin entrar en detalles escabrosos) y eso es lo que he echado de menos que haga con el entorno capaz de crear algo tan monstruoso como es el concepto del programa Concentración. Aunque, tal vez, lo verdaderamente monstruoso es pararse a pensar si un programa así podría tener un éxito relativo en la sociedad en que vivimos... eso si que pone los pelos de punta.
     He comenzado diciendo que apenas veo televisión, salvo alguna película o serie que sepa no va a durar demasiado alargándose en temporadas carentes de sentido respecto a la primera. Por cierto, ¿me recomendáis alguna serie? es... por quitarme el mal sabor de boca que Amélie Nothomb me ha dejado unido unido al concepto de Reality Show.
     Gracias

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