Revista Arte
En el pasado mes de febrero, quebrantando una vez más un firme propósito, perpetré otra de esas compras exploratorias que siempre doy por acabadas. Me alegro de ser tan tolerante conmigo mismo, porque comprar estos pigmentos de Kremer ha sido un acierto. Igual que me ocurre con Daniel Smith, algunos colores de Rembrant o Windsor & Newton, Sennelier, Schmincke, y algunas otras marcas en espera, creo que probando cosas se lleva uno agradibilísimas sorpresas. Luego va uno dándose cuenta que ciertos colores han llegado para quedarse. No hablo todavía de mi paleta, pues entiendo que deberían ser de 15 20 colores, siendo generoso, y ahora no sería capaz de descartar más del doble de ese número. Lo cierto es que, al menos, en una misma acuarela procuro utilizar pocos, algunas veces no más de 4 ó 5. El caso es que pedí a la casa en Alemania los colores que se muestran en la fotografía anterior, junto a una caja metálica vacía y a cubiletes de plástico para rellenar con acuarela de tubo. Kremer sólo vende los pigmentos en polvo, en tinta, acuarelas en pastilla, pero no en tubos. Tiene un catálogo inmenso, con todo lo relacionado con pigmentos, medios, materiales para elaborarse uno sus pinturas, pinceles y cientos de otras cosas. Es uno de los mejores fabricantes de pigmentos del mundo, suministrador de museos y restauradores porque proporciona pigmentos históricos, incluso aquellos necesarios para determinados cuadros antiguos y que hoy en día está prohibida su comercialización. Por supuesto, esta venta se hace con restricciones, justificaciones fundadas y permisos necesarios. Algunos alcanzan precios muy altos, como la sepia natural, aunque como indica el valor por kilo o 100 gramos de pigmento puro, es engañoso. Otros, como las tierras están entre los más baratos del mercado aunque es difícil hacer comparaciones entre el verdadero contenido de un godet y el de un tubo de 20 ml. de Rembrandt o de 15 de Daniel Smith. Las tierras andan por los 4 euros, el lapislázuli sobre 10. El tubo de Daniel Smith costando el doble creo que lleva más pigmento. Y más goma arábiga también. Por tanto no será el precio lo que nos decida.
Por fin tengo un rojo rojo, ababol, el Irgazine. También unos azules como el cerúleo, el índigo o ese cobalto claro maravilloso. Por no hablar del lapislázuli, similar al de Daniel Smith. También el Pardo Van Dick, de tierra de Cassell, no esa mezcla infame de negro con sienas o sombras que venden otros. el cerúleo es puro, sin mezcla de blancos. Igual su índigo puro, sin mezcla de negro. Todas estas cosas se notan en la transparencia y calidad de los colores resultantes en la acuarela. Los verdes, tierras, también son austeros y poco pintureros, complemento de los maravillosos verdes de Daniel Smith, para mi insustituibles. Las tierras de Kremer, de las que hay docenas, son buenísimas.
La acuarela inicial, vista de Alicante desde el castillo de Santa Bárbara, se hizo únicamente con algunos de estos pigmentos de Kremer, igual que alguna de las que se muestran en esta entrada. El rojo de los cóleos de la acuarela anterior, mi rincón de trabajo, es Irgazine de Kremer. En las que aparecen verdes intensos son de Daniel Smith. Los amarillos son cadmios de Rembrandt. Cuando hay verde esmeralda es de Sennelier. Como vemos, algo me voy aclarando. Uno de los primeros aclaramientos fue no prescindir nunca de la siena tostada y el ultramar oscuro de Talens, pero de la serie Van Gogh. Me encantan. Juntos o separados. Entre Kremer y Daniel Smith hay mucho para elegir para obtener esos tonos quebrados de la acuarela anterior, con matices muy cercanos a cómo era la realidad, si eso es lo que se busca. Como normalmente ando entre paisajes, en cuanto puedo en la realidad, cuando no en las acuarelas, con masas boscosas, árboles, prados, vegetación, suelo contender mucho con los verdes, con los problemas que eso conlleva. Estos pigmentos, su gama y calidad, ayudan a no ser excesivamente pinturero. Cierto es que debo tener la inmodestia de reconocer que algo hemos aprendido y que tratar tanto con los verdes nos han ido enseñando a prescindir mucho de ellos, de no presentarlos crudos, tal cual salen del tubo, que las mezclas que los agrisan o acercan al ocre. Incluso recurrir al viridiana o esmeralda, verdadero peligro cromático. El lapislázuli, con su matiz azul agrisado, austero, solo o mezclado ayuda mucho para hacer las ramas de los olivos y otros verdes. Mezclado con tierras y sienas da tonos armoniosos y efectos granulados muy aprovechables para estos temas.
Cielo con estos nuevos azules, cerúleo, cobalto claro e índigo. Los de Sennelier y Daniel Smith son muy buenos también, hablando de los que conozco mejor. No dudo de la bondad de otras marcas.
En la siguiente, un paisaje de un paraje cercano a Alcoy, se ha disfrutado con las sombras finales de ese índigo puro, indio de Kremer, sin mezcla de negros. Verdaderamente transparente, solo o mezclado con alizarina. Maravilloso. En el siguiente se aprovecha la cualidad del negro de magnetita de Kremer de granular de una forma espectacular. Es el mismo pigmento que el Lunar black de Daniel Smith. Añadidos a cualquier otro pigmento, siempre con mucha agua, añaden un grano muy atractivo, al menos en mi humilde opinión. Con ese negro, a pesar de no haber utilizado nunca anteriormente el negro en mezclas, se puede conseguir hacer granular a cualquier otro pigmento. Tiende a agrupar las gruesas partículas en bordes y relieves del papel, cosa que se puede más o menos controlar siempre que estén nadando en agua. Incluso podrían ser manipuladas y pastoreadas con un imán por el otro lado del papel, pues se trata de magnetita. En esta ampliación podemos ver mejor el efecto de granulado de este negro, que nunca faltará en mi paleta. Otro ejemplo: Termino con tres acuarelillas, la primera sólo con Kremer, las otras dos también con Rembrant y Daniel Smith.