Revista Psicología
Los medios de comunicación rebotan la siguiente noticia con grandes titulares: "Celulares provocarían trastornos mentales en adolescentes". Semejante llamada suscita la atención preocupada, indudablemente.
Presurosos acudimos a la fuente original, el artículo "The Suicidal Feelings, Self-Injury, and Mobile Phone Use After Lights Out in Adolescents" de reciente aparición en el Journal of Pediatric Psychology, pues nos hallábamos convencidos de que la prensa de tabloide magnifica y distorsiona en aras de la vistosidad de sus publicaciones, y que semejante titular desfiguraba la investigación sesuda y enjundiosa a la que citaba. ¿No decían que Borges afirmó que el periodismo es un arte que hace creer que pasan cosas nuevas todos los días?
El artículo mencionado no es de acceso libre pero queremos glosar algunos de sus párrafos. Se trata de un estudio trasversal donde se encuestó a un amplio número de adolescentes japoneses subdivididos en dos grupos (adolescentes menores y adolescentes mayores), es decir, en un mismo momento se les interrogó sobre su uso de celulares después de acostarse y apagar la luz, las horas de sueño cumplidas, la ideación suicida y actos de autoagresión en fecha reciente y el estado global de su salud mental.
Los autores encontraron asociación entre el uso de los celulares luego de "apagar la luz", o sea tras irse a dormir, y un menor nivel de salud mental global, una mayor frecuencia de ideación suicida y actos de autolesión por parte de los adolescentes encuestados. Llamó la atención que en el grupo de adolescentes menores el uso del celular se asociara a reducción de horas de sueño pero no en adolescentes mayores, esto desbarataba la idea de que la reducción de horas de sueño mediara como explicación en los problemas de salud mental de los adolescentes.
Mediante mecanismos estadísticos, los autores confirmaron que en general la duración del sueño no se relacionaba con el nivel de salud mental de los adolescentes encuestados: postularon hipotéticamente que el asunto no radicaría pues en la cantidad sino en la calidad del sueño, y para ello pretenden apelar a supuestas disrupciones en la secreción de melatonina, debido a la luz de la pantalla del celular (!)... También mencionan la posibilidad de que las emociones negativas suscitadas al comunicarse por mail o mensajes de texto en esos momentos del amanecer pudiesen afectar la salud mental de los adolescentes encuestados.
Dados sus hallazgos, los autores sugieren una campaña educativa para evitar el uso de celulares por los adolescentes durante las horas del amanecer. (Ellos mismos se percatan que sería un despropósito decomisar los celulares a los adolescentes antes de que se retiren a dormir o algo así de draconiano y traído de los cabellos).
En nuestro idioma hay un refrán que habla de poner a la carreta delante de los bueyes y otro que menciona a un rábano que es tomado por las hojas, es decir, la confusión, el trastocamiento de términos distintos, la causa por el efecto como en el caso de este estudio: asumiendo como causas del pobre nivel de salud mental y riesgo de suicidalidad al ¡uso de celulares en determinado momento del día!
Cuando más bien podría tratarse de lo opuesto y que llanamente el uso de esta tecnología trasunte problemas de fondo y de mayor raigambre en la vida emocional y el bienestar de muchachas y muchachos: es decir, adolescentes ya deprimidos, tímidos, fóbicos, solitarios o carentes de soporte sociofamiliar (variables todas no exploradas en el estudio), aferrándose a vínculos ilusos o interactuando en chats en busca de socialización artificial, esperando la respuesta de un mensaje de WhatsApp que no llega, o estirando una llamada telefónica inane para no darse de bruces con la oscuridad del alba pues su única y diminuta luz es la pantalla iluminada del smartphone.
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