AFF 2013: "Otelo" un Cisne Negro de Escándalo

25 de Marzo del 2013 | etiquetas: Atlántida Film Fest, Festivales 2013, Crítica

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Orson Welles fue el primero de muchos que buscó la adaptación de este clásico de Shakespeare para la gran pantalla. Puede parecer que realizar hoy día este tipo de adaptaciones resulte redundante e incluso falto de creatividad, pero una vez más, el cine nos demuestra que lo importante no es el “qué” sino el “cómo”. El argumento de Shakespeare acaba siendo una excusa para Hammudi Al-Rahmoun con tal de crear una historia en modo de mockumentary capaz de mantener la tensión durante una corta, pero intensamente enfermiza hora.

¿De qué va?

Ficción y realidad se mezclan en esta película que retrata en modo documental el rodaje de la adaptación de Otelo. Un director demente –protagonizado por el propio Hammudi- tratará de que la historia que interpretan sus actores sea la misma que viven en la realidad. En este perverso film nadie está libre de pecado y todos sus personajes suscitarán repulsión. 

¿Quién está detrás?

Si hay una cantera prolífica en estos momentos en el cine español esa es sin duda la de la ESCAC y su productora, Escándalo. Hammudi es un exponente más del buen momento de la escuela en la que es profesor. De padre sirio, en sus anteriores trabajos ya muestra interés por los límites entre realidad y ficción que llevará al extremo en su arrojada ópera prima. 

¿Quién sale? 

Los desconocidos Ann M. Perelló y Youcef Allaoui representan a Desdémona y Otelo tanto en la obra que han de representar como en el calvario de relación que iniciarán tras conocer a Hammudi Al-Rahmoun que será el Yago de la historia. Actuaciones brillantes que avanzan del mismo modo que la historia hasta llegar en la última escena al clímax de su actuación.

  ¿Qué es?

Podría ser vista como un "Vania en la Calle 22" diecinueve años después o también, como un perverso cruce entre "Cisne Negro" y "Dogville".

¿Qué ofrece?

Una historia de amor desgarradora que, sin representar explícitamente la obra de Shakespeare, consigue evocar sentimientos universales tales como los límites de los celos, el afán de poder, o la traición en busca del éxito. En este sentido, son muchos los actores que han expresado sentirse absorbidos por sus personajes durante el rodaje. Otel·lo muestra esa eliminación de la frontera entre vida privada con la vida profesional utilizando de forma estimulantemente perniciosa el argumento shakesperiano.

Estamos ante una película potente que hechiza a través de un ritmo vertiginoso, en la que la tensión aumenta progresivamente hasta el fatal desenlace de los protagonistas. Las personas como marionetas al servicio de los personajes que interpretan, pero sobre todo, a merced de un director extremadamente enfermizo que hace todo lo posible por conseguir la película que anhela, por más que ello signifique utilizar a sus actores para enfrentarlos con su vida personal sin ningún atisbo de escrúpulos morales, legales ni sexuales. A su vez, este conflicto recurrente del mundo escénico evoca esos sentimientos universales que uno vive del mismo modo que si leyese por primera vez el original de Shakespeare o viese el Otelo de Welles. En definitiva, una experiencia fílmica brutalmente cruel, imprevisiblemente malsana, obsesivamente retorcida y escabrosamente placentera que, no contenta con ello, también tiene el descaro de respirar un gran cine dentro del cine ¿Te atreves?