Revista En Femenino

Agresividad, acoso escolar, y función de los adultos

Por Teresa Escudero Ozores
He estado leyendo últimamente varios artículos de la Pedagogía Blanca sobre estos temas, y he hecho un resumen de ellos, porque me parece muy importante dejar claras algunas cosas:
1.- Ante cualquier agresión, verbal, física, o virtual, la TOLERANCIA CERO es la única manera de actuar. Los límites son claros, el niño no debe hacerse daño a sí mismo, ni a sus padres o cuidadores, ni, por supuesto, a otros niños. Los padres o cuidadores, y los maestros, tampoco tienen ningún derecho a agredir a otros, mucho menos a los niños.
2.- Es deber de padres, cuidadores y maestros INTERVENIR Y PARAR LAS AGRESIONES. Siempre, en todo momento, en todo lugar. SIEMPRE.
3.- Una institución como un colegio, ludoteca, guardería, o instituto, debe HACERSE RESPONSABLE DE LO QUE SUCEDE. Buscando todas las soluciones posibles, y sobre todo incidiendo en la prevención (formación de los educadores en gestión emocional, expedientando a aquellos educadores que puedan agredir de cualquier forma a los alumnos, escuchando las quejas de alumnos, padres y educadores por igual....)
Sé que ésto es difícil, pero tenemos que hacernos conscientes de que el acoso escolar y en las redes es un problema habitual. Últimamente ha saltado a la actualidad de la peor manera posible : Una niña se suicida por acoso escolar reiterado sin haber recibido protección efectiva de nadie.
Por supuesto, para evitar estos casos, la prevención es fundamental. Y la prevención empieza en casa. Los padres y madres deberíamos ser un ejemplo de cómo se resuelven los conflictos. Si nosotros acosamos e insultamos a otros, en persona, en la red o en reuniones en las que no están presentes nuestras víctimas, los hijos asimilan que eso es correcto. Los niños hacen lo que hacemos.
Es fundamental poner límites. Si nosotros enseñamos a nuestros hijos que deben respetar a los demás, su personalidad y sus ideas. Si les mostramos cómo nosotros lo hacemos con aquellos que piensan diferente, actúan diferente… ellos crecerán con la idea de que es correcto hacerlo. Si agredimos o despreciamos, acosamos o vilipendiamos, usamos burlas groseras o comentarios despectivos con otros seres humanos,  los niños copiarán lo que hacemos.
Con respecto a la agresividad. Si nosotros no sabemos canalizar la agresividad de manera no dañina, enseñamos a los niños a hacer eso. Si ante cualquier provocación respondemos con un grito, un golpe, una mala contestación, eso es lo que nuestros hijos aprenderán a hacer.
Es fundamental ser sinceros con nosotros mismos y con nuestros hijos. Nos cuesta aceptar que nos equivocamos pero si nuestro hijo es agresivo con otros sin motivo real, tenemos que aceptar que algo no va bien, no porque la agresividad no sea sana en algunos casos, sino porque un niño muy agresivo sufre y es responsabilidad nuestra averiguar la raíz de ese sufrimiento y solucionarlo en lo posible.
No es normal que un niño sea habitualmente agresivo, porque no es normal que un niño viva bajo la sensación de amenaza permanente. Si tu hijo agrede a otros niños no te conformes con eso de que se está expresando y es sano que se exprese, no hagas dejación de tus funciones haciéndoles solucionarlo entre ellos. Los niños necesita un ambiente seguro, no deberían estar sintiéndose rabiosos, necesitan que les enseñemos a canalizar y expresar las frustraciones sin dañar y necesitan que les expliquemos límites y respeto a otros.
Por supuesto, además de los padres, están los maestros. Ante casos como los de ésta niña, luego te cuentan los padres: la maestra saca a la pizarra a su hija y la humilla porque no responde bien o responde de otra manera, provocando la risa de toda la clase. O le pone al niño la etiqueta de lento o malo. O lo manda a la “clase de los bebés” porque se ha hecho pis o no hace las fichas. O castiga a la clase sin recreo por hablar o porque algunos se han portado “mal” y no son denunciados por sus compañeros. O le rompe un trabajo a un niño. O señala en clase en voz alta las notas. O hace algún comentario despectivo sobre cualquier colectivo. Son cosas que pasan y las familias las cuentan. A veces se consideran "cosas normales"... y no lo son, son agresiones, y así se vivencian por parte de aquellos que las sufren.  Son, seguro, una minoría de casos, pero como decía al principio, debe haber TOLERANCIA CERO.
Todos los niños merecen protección si son agredidos y todos los centros deben actuar en esos casos
. Y aunque soy partidaria de la educación alternativa, también sé hay escuelas alternativas que optan por no actuar cuando hay un conflicto entre dos alumnos.Ante este tipo de cuestiones, es importante preguntar en el colegio o escuela alternativa cuál es su  política real de actuación cuando hay agresiones entre compañeros. Porque si dicen que ellos no intervienen porque deben resolverlo entre ellos o que es una cuestión kármica o que en los conflictos no hay que posicionarse porque todos son responsables o el agredido lo atrae porque tiene que aprender algo … salid huyendo de ahi.Si dicen que eso alli no sucede, ES MENTIRA. Si dicen que sucede pero hacen todo lo posible por evitarlo y reconducir a los que agreden y proteger a los agredidos, es lo minimo.Los niños merecen mas protección que los adultos. Y nosotros tenemos más herramientas para evitar y defendernos de un abuso, incluso tenemos a las autoridades para denunciar.
Los niños vienen de ambientes muy variados y por diversas razones pueden llegar a agredir a otro niño, a veces sencillamente porque no saben canalizar su agresividad o porque proyectan problemas de otro ámbito. Los niños que agreden también son victimasy lo serán más si no les enseñamos a actuar de otro modo, pues reforzarmos la impunidad y las agresiones pueden aumentar en intensidad con los años.
Los que son observadores de las agresiones y, por supuesto, los que las sufren, merecen que los adultos las evitemos antes de que sucedan y que intervengamos inmediatamente para pararlas y procurar que no se repitan bajo ninguna circunstancia.
Nada hay peor para quien sufre una agresión que se niegue lo sucedido o se le culpabilice del modo que sea.  No hay justificación ni ideológica, ni psicológica ni por dejadez para hacer a un niño “responsable” de sufrir agresiones.
Les tenemos que enseñar que no están solos y que actuaremos para defenderlos de las agresiones. Sólo entonces, cuando hayamos asegurado un entorno seguro para todos los niños, podremos abordar el problema desde todas las perspectivas, ayudando también al niño que agrede a expresar de otra forma su malestar.

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