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Roberto Arlt, aguafuertes
Escrito por Vicente Alberto SerranoLUNES, 19 OCTUBRE 2015 11:02
Roberto Arlt pudo asistir a la euforia que se produce en Madrid tras el triunfo del Frente Popular. Plaza de Cibeles, 16 de febrero de 1936.En 1999 Toni Montesinos obtuvo el Premio Ciudad de Alcalá de Poesía. Entre los miembros del jurado se encontraban Luis García Montero y Juan Mayorga. Labor de Melancoholismo (Ed. Fundación Colegio del Rey) se abría con un poema determinante que ya sugería y preveía, desde la soledad, el alcohol y las razones últimas del amor, el contenido incendiario de todo el libro: «...Si me abandonas / por un vicio como la Poesía / –ese otro mundo: extraño laberinto– / me moriría tras matarte a ti». En sus páginas finales, un apéndice firmado por José Ángel Cilleruelo trataba de despejarnos ciertas claves para alcanzar a comprender la poética de Montesinos. Señalaba fecha y hora en que se concibió este poemario: 24 de noviembre de 1993, a las 19:30 de la tarde, porque fue cuando descubrió en los corredores de la Facultad, el anuncio de la presentación del libro de un poeta muerto pocos años antes y aún desconocido: Ciudad del hombre: Barcelona de José María Fonollosa. «Es posible –escribe Cilleruelo– que Toni Montesinos tuviera escritos algunos poemas de este libro, pero en aquel momento supo que iba a iniciar un diálogo poético con el autor que acababa de descubrir. Un diálogo en suma que iba a fecundar un libro». Confieso que yo descubrí a Fonollosa dos años más tarde. A través de un disco de Albert Pla, Supone Fonollosa, aquella voz rota me dio a conocer algunos de sus poemas más perturbadores, contenidos en Ciudad del hombre: Barcelona(Ed. DVD poesía) y Ciudad del hombre: New York (Ed. Sirmio). Como es de suponer, desde hace ya mucho tiempo, tengo asociados en un cómplice rincón de la memoria a Fonollosa, Albert Pla y Montesinos.Los Aguafuertes de Roberto Arlt
Cuenta Juan Carlos Onetti, en el prólogo a El juguete rabioso (Ed. Bruguera) de Roberto Arlt (1900-1942) que fue tal el éxito que alcanzó con las Aguafuertes porteñas, artículos que aparecían cada martes en el periódico bonaerense El Mundo que el director, al ver que ese día se duplicaba la venta, resolvió despistar a los lectores y publicar las Aguafuertes cualquier día de la semana: «En busca de Arlt –escribe Onetti– no hubo más remedio que comprar El Mundo todos los días, del mismo modo que se persiste en apostar al mismo número de lotería con la esperanza de acertar». Sin embargo, a pesar de su genialidad, pero tal vez debido a su personalidad espontánea, anticonformista e iconoclasta, el autor debió soportar en vida un calculado ninguneo, cuando no la crítica a la supuesta deshilachada sintaxis de sus escritos. No fue hasta su temprana muerte cuando comenzó a crecer su prestigio entre generaciones de lectores que no lo habían conocido. A pesar de las reticencias de Borges, en la actualidad está reconocido como el gran narrador argentino, con quien nacería la novela moderna de su país. El propio Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Bolaño y hoy Piglia siempre lo han considerado como su maestro.Aguafuertes españolas
La editorial Hermida acaba de publicar Aguafuertes (andaluzas, marroquíes, gallegas, asturianas, vascas y madrileñas). El volumen contiene las crónicas que Roberto Arlt fue enviando puntualmente al diario El Mundo de Buenos Aires –desde febrero de 1935 a mayo de 1936– en ellas describe, con su personal maestría, las experiencias de aquel viaje que con tanto ardor había deseado. Ya conocíamos la parte dedicada a Madrid. En 2000 fueron reeditadas por la editorial Losada, con prólogo selección y notas de su biógrafa Sylvia Saítta, bajo el título de Aguafuertes madrileñas. Presagios de una guerra civil. Quince años después nos gratifica recuperar al escritor argentino. Y también al poeta catalán (aquel que se me quedó perdido entre algunos versos de Fonollosa). Esta nueva e impecable edición esta compilada por Toni Montesinos, autor además de la amplia introducción que con el sugerente título de El viaje como fin de la angustia, consigue perfilarnos la borrosa figura del autor de Los siete locos y El lanzallamas. Entre otras cosas, nos descubre de este devoto admirador de Pío Baroja, cómo el impacto del iniciático viaje español incidió en su narrativa posterior; es el caso de La doble trampa mortal donde se habla de elecciones políticas y se cita al “literato” Azaña y a Gil Robles.Desde Puerta de Tierra a la Puerta del Sol
Roberto Arlt desembarca en Cádiz con la imagen idealizada de la música de Albéniz. Pero pronto, al atravesar Puerta de Tierra, descubre una multitud humana que desemboca de calles de tres pasos de ancho, oscuras y lóbregas. Se enfrenta al primer trozo de España, no embellecido precisamente por referencias literarias ni musicales. Con ese talante y ansia de búsqueda recorrerá San Fernando, Chiclana, Vejer... hasta llegar a Barbate donde: «Tufos de sardina golpean repetidamente el olfato con relentes de salitre podrido». Más tarde desembocará en la Semana Santa de Sevilla con cuarenta cofradías y ochenta ‘pasos’ en la calle. Tánger, Xauen y Tetuán le impactarán de tal modo que años más tarde tendrá material suficiente para desarrollar los exóticos relatos de El criador de gorilas y Un viaje terrible (Ed. Alianza). Después Granada, Galicia y Asturias, aun con los estertores de soldados, guardias de asalto, cañones, fusiles, detenciones y personas que temen hablar de los acontecimientos ocurridos apenas hace un año. Como un guiño a su admirado Dickens, la historia de dos ciudades en una sola: la opulencia de Bilbao con los señores feudales de los altos hornos y la pobreza de Bilbao con sus angostas callejuelas casi desprovistas de luz. El 16 de enero de 1936 envía su primera Aguafuertedesde Madrid con un significativo titular: Etapa apasionante de la política española. Asistirá en primera línea a la configuración del Bloque Popular de Izquierdas y a lo largo de estas apasionantes semanas irá dando cuenta de cómo las izquierdas se preparan activamente para ganar la batalla electoral frente a una derecha desorientada. Arlt describe sorprendido y gratificado la alegría de ese Madrid volcado en sus calles, su esperanzado colorido y esa institución local que son sus cafés. Un análisis tan agudo en sus descripciones que inmediatamente las asociamos con los textos madrileños de Josep Pla ante el advenimiento de la República. Pero, por el contrario, en Roberto Arlt descubrimos un sincero optimismo ante el posible triunfo de las izquierdas. Con ese talante asiste a la euforia producida tras el 16 de febrero y analiza con aguda precisión los duros momentos que tendrá que afrontar el señor Azaña en el poder. El 22 de mayo de 1936 Arlt regresa a Buenos Aires, pero seguirá informado, desde la distancia, de los terribles acontecimientos que él preveía con temor y que se producen tras el 18 de julio. Son muchas razones para considerar que en estos tiempos inciertosAguafuertes es una lectura imprescindible.