Para comenzar, reconoceré que me gusta “Flashdance”, muestra de ese tipo de largometrajes que, sin atesorar especiales logros ni grandes valores, consiguen enganchar a los espectadores. Además de al mérito de sus buenas canciones, probablemente mi interés se deba a que la vi por primera vez en una etapa de mi vida muy propicia para dejarme engatusar por el estilo de narración de la historia. De hecho, es la cinta de Adrian Lyne que he visionado en más ocasiones, ya que el resto de su filmografía me resulta bastante indiferente y anodina. Alguna virtud debe poseer también “Atracción fatal”, aunque nunca he podido entender que estuviera nominada al Oscar a la mejor película. Su enorme repercusión en taquilla se trasladó, a mi juicio injustificadamente, a aquella gala de entrega de premios de la Academia de Hollywood. Circunstancia similar ocurre con “Infiel”, en la que Diane Lane desempeña una notable interpretación y cuya banda sonora de Jan A.P. Kaczmarek resulta maravillosa, pero donde el tono general se torna repetitivo e, incluso, plomizo. Y por último figuran sus restantes filmes, que califico directamente como bodrios insustanciales, artificiales y forzados, y con una falsaria intención de provocación sexual.
A sus ochenta años, Adrian Lyne continúa obsesionado con su pertinaz pretensión de excitar al público y, para ello, recurre a una serie de fantasías recurrentes y, en el fondo, pueriles. Ni los personajes ni las situaciones reflejan la más mínima credibilidad, presentando la trama como un permanente videoclip musical plagado de anzuelos. Ahora estrena “Aguas profundas” que, por mucho que se publicite como la adaptación de una novela de Patricia Highsmith, reposa sobre un guion plano y hueco. No he leído el libro de la célebre escritora norteamericana, pero apuesto a que atesora un nivel de enjundia y de matices por completo ausentes en esta propuesta recién llegada a la gran pantalla.
Un matrimonio aparentemente convencional y acomodado proyecta de cara a la galería una difuminada imagen de la felicidad que, de puertas para adentro, se transforma en ambigua frialdad. Como respectivas válvulas de escape, a ella le da por la bebida y por acumular amantes, y a él por la violencia y por atrincherarse emocionalmente. Ese aparente equilibrio no durará demasiado tiempo, pues los crímenes, los celos y las desgracias terminarán por aflorar.
Lyne flirtea habitualmente y, además, de modo muy torpe, con el thriller y el erotismo. A la postre, sus supuestas intrigas criminales nunca terminan de dar los frutos deseados, mientras que la sensualidad utilizada para tal fin no deja de suponer un señuelo para adolescentes. Lo más sorprendente es que, tras tantos títulos recurriendo a las mismas fórmulas, no haya aprendido de los errores, ni demuestre si quiera una cierta evolución. Por el contrario, se constata el estancamiento en sus propuestas y la complacencia en sus fantasías sexuales.
Formando parte del equipo artístico interviene Ana de Armas, quien cumple sobradamente con las sencillísimas exigencias del guion. Se trata de una actriz atractiva que encandila a la cámara con su belleza. No obstante, debería evitar determinados encasillamientos susceptibles de entorpecer su crecimiento como intérprete. Si bien mostró algunas de sus cualidades en “Puñales por la espalda”, “Sergio”, “Blade Runner 2049” y “La red avispa”, estas “Aguas profundas” desde luego no van a contribuir a consolidar su carrera profesional. Le da la réplica Ben Affleck, un extraño fenómeno capaz de dirigir y actuar en “Argo” o “The Town: ciudad de ladrones” y, al mismo tiempo, de interpretar papeles como los de “Una relación peligrosa” o “El último duelo”. ¿Es posible que nos hallemos ante la misma persona? Pues sí. Así es él. Representante de lo mejor y de lo peor. Impredecible y temerario. Tan cerca de rozar la brillantez como de caer en el ridículo. De ganar una estatuilla dorada como de acumular Razzie Awards. Completan el reparto Tracy Letts (“Le Mans´66”, “Los archivos del Pentágono”, “Lady Bird”, “La gran apuesta” o la fantástica serie de televisión “Homeland”), Brendan Miller (“In Time”), Dash Mihok (“El lado bueno de las cosas”) y Lil Rel Howery (“Déjame salir”).