Con esta frase comienza este thriller sobre magia y atracos, bajo la voz de Michael Atlas, un ilusionista experto en trucos de cartas, que pronto se convertirá en el líder de los autodenominados “Los cuatro jinetes“, un grupo de ilusionista con diferentes cualidades que realizaran una serie de espectáculos donde fascinan a sus espectadores robando dinero a grandes identidades desde el escenario donde actúan, y que se ganan a su público regalando las cantidades robadas, emulando a la figura de Robin Hood.
Estos cuatro jinetes son el engreído Michael Atlas (Jesse Eisenberg), el cómico mentalista Merritt (Woody Harrelson), la escapista Henley (Isla Fisher) y un carterista llamado Jack (David Franco) y han sidos contratados por una sociedad oculta denominada “el Ojo“. Este grupo consiguen rápidamente un gran mecenas, el finaciero del grupo Tressler (Michael Caine).
Estas actuaciones de los jinetes están volviendo locos al FBI, y en concreto a Dylan Rodas (Mark Ruffalo), al que siempre le consiguen humillar en público. Dylan se ve obligado a comenzará a trabajar con una agente de la Interpol, una francesa llamada Alma Dray ( interpretada por la atractiva Melanie Laurent, que ya nos fascinó en ‘Malditos Bastardos‘). Esta pareja se verá obligada a pedir ayuda a Thaddeus Bradley (Morgan Freeman) un cazador de trucos de ilusionistas, ante la impotencia y desconocimiento de la ilusiones delictivas.
Este Thriller que tiene la intención de convertirse en el nuevo ‘Ocean’s Eleven‘, cuya intenciones son claramente visibles, mismamente con su cartel de promoción, muy similar a de la película de los 11, ola elección de una gran plantilla de grande actores. Y todo ello es introducido en una coctelera y lo mezclan con la película de Christopher Nolan, ’Truco Final‘ y ‘El Ilusionista‘ de Neil Burger.
Aunque la intención es buena se convierte más bien en otra cosa, quizás en un 4 de Julio, donde puedes disfrutar de una buena velada, pero solo vas a ver juegos artificiales sobre un fondo plagado de estrellas. Es entretenida, pero excesivamente efectista, y con una estructura floja donde rápidamente te olvidas de los 4 jinetes, con los cuales no empatizas, y te centras en la tensión sexual entre Dylan y la agente de la interpol, o en los chantajes entre Morgan Freeman y Michael Caine, donde sus actuaciones no decepcionan.
La conclusión es que es una película con la cual puedes disfrutar con un bol lleno de palomita y refresco gigante, pero que una vez que la ves, ya no crees que la vayas a volver a ver, puesto que ya te han contado el truco y pierde la magia, aunque has disfrutado de un buen espectáculo.
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