Air surgieron durante la segunda mitad de los 90 en una especie de tormenta perfecta de escenas musicales. Por una parte, la francesa promovida por sellos musicales como Source y músicos como Etienne de Crecy. Por otra, la fiebre por el downtempo, consecuencia de una evolución lógica de las corrientes de la música electrónica: la desaceleración de los BPM, la irrupción del hoy adocenado concepto chill-out, la profusión de recopilatorios con diversas etiquetas: trip-hop, mellow, ambientdub…

Ese caldo de cultivo y las facultades entonces visionarias (hoy ni se sabe) de James Lavelle, por entonces factótum del influyente sello británico Mo’ Wax. Triste: seguramente nada haya dado más réditos a Mo’ Wax que el famoso tema de ‘ClubbedToDeath’ incluido en la banda sonora de ‘Matrix’. Tantas ediciones en Cd maxis y 12 pulgadas exclusivos, tanto diseño en las portadas y en los encartes de los discos y es la industria más mayoritaria la que viene a salvar tus muebles.
Mo´ Wax fue el sello que publicó sus primeros dos maxis: Casanova’70 y Modulor. Ninguno de los cuales fue incluido en su primer LP, ‘Moon Safari’. Joya de la electrónica de dormitorio que pronto se consideró un disco clave, traspasando géneros y barreras. Influencias de todo tipo, desde Burt Bacharach hasta la ELO, Joni Mitchell, el dub, las bandas sonoras o los grupos del sello Warp o del mismo Mo’ Wax. Música apta para ser escuchada en todos los entornos y condiciones. Pareciendo sencilla y no siéndolo tanto.
Ninguno de sus discos posteriores tuvo la repercusión de ‘Moon Safari’. Air decidieron dar la espalda a condicionantes comerciales con un segundo disco más áspero, ’10000 HtzLegend’, huyendo de peligrosos edulcoramientos y con colaboraciones de Beck. Publicando discos prácticamente invendibles como ‘City Reading’; Alessandro Baricco leyendo textos en italiano sobre sus fondos instrumentales. Colaborando a fondo con Sofia Coppola (la entera banda sonora de ‘Las vírgenes suicidas’), con devaneos de prog-rock junto a soft-jazz de vibráfono. Recuperando viejas sonoridades esporádicamente en algunos de sus siguientes discos en estudio: ‘TalkieWalkie’, ‘Pocket Symphony’, ‘Love 2′. Así, fueron probando con instrumentos y sonidos orientales.

Ofreciendo una mix-session para la serie LateNight repleta de música absolutamente fascinante (propia y ajena). Colaborando con Charlotte Gainsbourg, a la que le compusieron y produjeron un disco enterito, o con Jarvis Cocker o Neil Hannon. Curioso, la pléyade de grupos que les imitaron o surgieron al albor de su éxito (incontables, pero apuntaría Bonobo, Kinobe, Zero 7, Blue State, más la previsible masa de grupos franceses), todos ellos prácticamente se encuentran virtualmente disueltos o publicando sin la mínima repercusión. Pero Air, que siempre despertaron cierta división crítica (básicamente, a muchos les sentó mal que usaran vocoder y guitarras acústicas en un mismo disco), han aguantado esos 15 años largos de los cuales no han sido capaces, ni de lejos, ni sus “imitadores”, ni muchos de los grupos a los que los mencionados críticos preferían en su lugar.
Ahora publican un curioso disco, 31 minutos de música al servicio de una actualización de ‘Le voyage a la Lune’, la clásica película de George Mélies (la de la luna con el cohete clavado en el ojo), más minutaje en música que en imágenes. Fieles a ese estilo consistente en hacer la música que les gusta sin atender demasiado a otra cosa que a su inspiración. Y fieles a un criterio de calidad que permite afirmar que jamás han publicado un disco sin cuatro o cinco excelentes canciones. Cosa que se puede decir de muy pocos grupos hoy en día. Ni siquiera de grupos que llenan estadios de gente en giras elefantiásicas.
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