Revista Cultura y Ocio
Concluí no hace mucho la lectura de 'Aire Nuestro', de Manuel Vilas. Tengo que decir que, después de leer 'España', no pensaba que el siguiente volumen de la saga me fuese a impactar tanto como lo ha hecho. Sin necesidad de establecer ránkings afirmaría que 'Aire Nuestro' supera todavía a su precedente. Me parece más completa, más brutal, si cabe. Y es que Manuel Vilas es brutal, con todas las connotaciones positivas que uno pueda imaginar dentro de esa palabra (si se fijan, son muchas). Como era brutal Valle Inclán, como eran brutales Dante y Buñuel. Me gustan los escritores brutales. Manuel Vilas es quizás el escritor que más y mejor saca a la luz las tripas de la naturaleza humana. Las muestra, y lo bueno es que nos permite reírnos de ellas, de lo que nos conforma. Vilas ama el universo, ama al ser humano (no el abstracto, sino a cada uno de los bípedos implumes que se arrastra sobre el planeta). Vilas está lleno de amor; y por eso odia con tanta rabia. Hay mucha rabia en sus páginas. Vilas es un escritor político sin ser matraquista. Vilas es un escritor jacobino. Vilas escribe porque no le dejan cortar cabezas. Leyendo a Vilas me vienen a la memoria los 'Diálogos de los muertos', de Luciano de Samósata. En 'Aire nuestro' proliferan los muertos. Los dioses y héroes de Luciano se convierten en estrellas del rock, en escritores, habitantes del purgatorio de 'Aire nuestro'. Vilas es más Luciano que Dante. Vilas es nuestro Luciano, un Luciano actualizado y español. Qué suerte tenemos. Lean a Luciano. Lean a Vilas. Ya tendrán tiempo de darme las gracias por el consejo. Si yo fuera rey dejaría que Vilas me cortara la cabeza. Antes de morir gritaría bien alto ante la concurrencia: 'Me gusta España, me gusta este aire nuestro'. Entonces Vilas, haciendo uso de su infinita clemencia, me indultaría; y acudiríamos al bar más próximo a tomarnos un martini con su aceituna.