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Al Jerreau y el elixir de la eterna juventud

Por M.a. Brito @mabrito67

Al Jerreau y el elixir de la eterna juventud

Al Jerreau
(Imagen extraída de Google Images)

Cuando se subió anoche al escenario dijo en ese inglés esforzado para que le entendiéramos aquello de "estuve aquí hace…" y después de una larga pausa: "before". Arrancó nuestras primeras sonrisas, buena manera para empezar. Él pueda que no se acuerde cuando estuvo. Yo seguro que no olvidaré el 15 de julio de 2014, por varias razones.
Al Jerreau es difícil de olvidar cuando lo vives en directo. Su boina negra ensombrece sus ojos y destaca sus labios. Su espalda engarrotada se prolonga en forma de interrogación y se encaja en sus caderas rígidas, gastadas de tanto bailar. Su chaqueta arremangada deja al descubierto unos brazos desnudos y fibrosos que remueven unos dedos revoltosos como colas de serpientes que cantan al ritmo de su boca elástica. Esos brazos de Al se estiran y encogen como varas de trombón para jugar con el micro y amplificar sus registros cromáticos. Saqué las cuentas y con sorpresa comprobé que ese volcán sobre el escenario tiene 74 años de edad y hace casi cincuenta que entró en erupción, cuando publicó su primer LP ("1965 - Brainbridge"). No se notan en absoluto, hay jóvenes más viejos que él. Pueda que sus piernas no le acompañen para marcarse un baile, pero con su voz y sus manos nos hizo bailar, ¡vaya si lo hizo!, una voz de timbres casi imposibles de repetir. Lo intentamos en el auditorio, nos pedía que le siguiéramos: nuestras cuerdas vocales no podían, terminábamos por claudicar.
Nos recordó gran parte de su discografía. Quedan muchos highlights, como ese "One note samba", "Love and Happiness" o "This time". También ese juego que se marcó en encarnizada guerra con el saxofonista Joe Turano (hombre orquesta) al ritmo del clásico Groovin' High que tan popular hiciera Charlie Parker en los cuarenta. Arrancó también muchos aplausos anoche uno de los temas cantado a dúo con el bajista Chris Walker, "How do you heal a broken heart": ¡Vaya voz tiene el amigo! El baterista Mark Simmons hizo que temblara el escenario y el teclista Larry Williams puso esa nota de sobriedad y elegancia para dotar de equilibrio a la banda, una banda perfecta, trabajada, lo único anoche que no daba síntomas de estar improvisado, porque Al Jerreau vive en la improvisación. Él mismo dijo hace unos días en una rueda de prensa para presentar su espectáculo, que el jazz es "como una puerta a la libertad".
Terminó la actuación y le aplaudimos a rabiar, en pie, y volvió. Los aplausos lo trajeron de vuelta, y no lo hizo para regalarnos dos propinillas para callarnos la boca y que nos fuéramos a dormir, no. Se marcó una grandísima versión de ese "Spain" del gran Chick Corea, con solo de guitarra incluido de John Calderon. Y para acabar el postre, cómo no, ese tema que tanto bailamos muchos como yo en los 80, Roof Garden: nos tuvo al menos 10 minutos en pie, acompañando con palmas y bamboleos de cuerpos el ritmo de sus improvisaciones.
Me fui, nos fuimos todos con una sonrisa, más ligeros, rejuvenecidos. Dicen que no existe el elixir de la eterna juventud, que es una leyenda urbana. Yo creo que sí que existe, que anoche bebí un sorbo. Claro que existe: es eso que bebemos de los que viven lo que hacen.


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